El ídolo de nadie [1] poema de Emilio Oribe A Mías Mary Millington Drake |
I o natural que, por armonía propia de sus elementos,
expresando con cierta oscuridad
haciendo admirar sensorialmente con el cual el milagro creador se encuentra en absoluto identificado. Hay instantes que mueren sin notarse, en la contemplación del Tiempo presente,
para que pueda subsistir
II
¿Y, no obstante, oh Belleza, existes?
¿Eres algo real?
diáfana sólo en la muerte,
ni una alternativa del fluir . . . ?
y de la inteligencia, para aprehender tu rosa objetiva, para comprender tu ente esencial,
después de intuirte y sentirte.
III
o amamos,
tan sólo en el poema que nos inspira,
debe confundirse, con un ahogamiento de la inteligencia
en el Tiempo . .
.
arde una metafísica del Tiempo.
que en la transparencia anuncia
simultáneamente
En un Tiempo pueda fingirse mas accesible,
como ley de armonía,
de todo lo existente.
del Tiempo,
V
no es nada más que la
detención
oh, tiniela,
Así la Belleza
y toma posesión de las islas
brillantes los ritmos, los sonidos. Sólo por esa detención momentánea
arde la oscura lámpara del instante.
se salva.
El ídolo de nadie.
y la luz estable de toda espuma. Tan sólo es la patentización desnuda
del Tiempo infinito que contemplamos,
en lo incorpóreo, que se levantan
desde el
espíritu del hombre.
VII
Cuando me inclino
a contemplar el espejo solo percibo la imagen detenida
del Tiempo. provocan la felicidad sin límites, sí, sin límites, de los sentidos y de la mente, pero en lo profundo de las formas bellas, como gigantes llaves de hierro en el fondo del océano,
se hallan sumergidas |
[1] Noticia. Este poema es una tentativa de posesión extrema de una idea metafísica por medio de la lírica. Se quiere condensar en él un estado de espíritu que exprese la temporalidad estética disfrazándose con las vestiduras sensibles.
Aquí se insiste en el conocimiento del Tiempo invisible a través de la belleza creada. Había yo viajado bastante por océanos y tierras cuando escribí este poema. Había conocido nuevos admirables rostros en donde la belleza coincide trágicamente con el instante, había vuelto a contemplar el mismo tiempo, las mayores obras de arte de todos los siglos. Todo me confirmaba que: la idea del tiempo y la idea de lo bello se resuelven en una identidad.
Pero el problema fundamental permanecerá intacto. De ello estoy seguro. ¿Se puede siquiera intentar expresar en un poema toda la experiencia de la mente humana en un sentido tan difícil como el que es clave de este canto? De toda suerte, ya que la ley de nuestro canto es el perecer, me gustaría que ello ocurriera en el seno de una idea, de un problema o de un elemento. —EMILIO ORIBE. |
poema de Emilio Oribe Londres, 1949.
Publicado, originalmente, en: Anales de la Universidad de Chile
Anales de la Universidad de Chile es una publicación editada por la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones - Universidad de Chile
Link del texto: https://revistas.udec.cl/index.php/atenea/article/view/11399/10293 / https://doi.org/10.29393/AT297-5ENEO10005
Ver, además:
Emilio Oribe en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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