Alabanza del lucero de la mañana

poema de Emilio Oribe

 

Limpia es la madrugada.
Y te expandes sereno por los campos.

Hacia ti voy por la llanura y canto
en la gran soledad,
una canción en labios de los gauchos
recogida.

Huso de blancos linos,

para rueca de hadas.
Copo de viva luz.
Agua para el bautismo.

 

En cáliz plateado

montoncillo de harina.
Hostia para la misa

del alba.

 

Lucero matinal!
Anunciador!
Tú que al día despiertas
los párpados moviéndole en las sombras,
conmigo vas;
              caminas si camino.
Ya acaricias mi frente,

va resbala en el hueso de mi sien

tu fuego bautismal.

 

Quieto asomas en todos los rocíos

y el labrador te ve multiplicado

en cada flor que coge.


Y en el ojo te ve de cada fiera

y en el ala también de cada insecto.

 

Tibio en la nuca anidas de esos toros

que mugen en la noche

y con sosiego inclinan ,
el testuz hacia ti, yugo inefable!

Sabios toros geómetras
que miden con los cuernos en compás,
arcos del horizonte,
e inventan a tu luz ritos sacerdotales.

Oh lágrima purísima!
Oh lágrima, la última

de la noche que el día

recogerá en su lienzo.

Pajarillo de fuego en éxtasis vibrando:
¿de qué Arca te arrojaron
por los mares de sombras?

Lucero matinal!
Brilla tu imagen en los grandes ríos

y ansioso buscas sin jamás hallarlo

al lucero dormido,
fuego fatuo,

fantasma de tí mismo,

que se está prisionero más no sufre

en la cárcel del agua.

 

Tu lámpara
colgada está sobre las aguas, y arde

como llama en el atrio, y se prolonga

también sobre anchas láminas bruñidas.

 

Oh, lucero del alba! Firme flecha encendida,

que al cielo manda el arco tenso del horizonte.

Ya inicias el seguro movimiento de la luz!
Gran paladín de los corceles próximos! que ascenderán sin ruido.
Amansador de potros invisibles que treparán al cielo!

Marchamos a tu encuentro!
Van hacia ti los hombres,
pues tú presides la ascendente armada
que los espera,
y la anuncia triunfal
tu clarín
que no es otro que aquel cuyo reflejo

oblicuo en los pantanos se dibuja.

Loor a ti, bello heraldo!
Ya viene el Dios que anuncias!
Emisario celeste del dorado clarín!
Van hacia ti los hombres,
van hacia ti los árboles,

van hacia ti los pájaros.

En la inminencia del glorioso instante.
Loamos tu ascensión!
                        E iremos a tu encuentro.
Pues de tu lado nos vendrá la luz!

Oh lucero divino !
Juan Bautista del Sol!

                                                                 Campos de Santa Lucía, 1923. Uruguay.


poema de Emilio Oribe

Revista "Alfar" Nº 35

Montevideo, diciembre de 1923

Inédito en el cíber espacio al 30 de octubre de 2016.

 

Ver, además:

            Emilio Oribe en Letras Uruguay

 

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