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Servidores públicos |
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Los
dos autos estacionaron en la puerta del boliche. El lugar era ideal:
vereda de la sombra, salón casi vacío, ventanal a la calle desde donde
ver los coches, y un ambiente que ―desde
afuera― aparentaba ser
bastante confortable. Los tipos entraron. Eran dos, de corbata. ―Parece
buen lugar, che... y en esta zona no andan jodiendo los periodistas. ―Sí,
tenemos que agendarlo. |
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El
gallego salió de atrás del mostrador secándose las manos con una
rejilla impecable y se acercó a la mesa: ―Buenas
tardes, ¿qué se van a servir? ―Traenos
dos whiskycitos con hielo, gaita... importado, del mejor que tengas... Y
algo para picar. Volvió
con la botella de Ballantines en la bandeja, una picada como para
almuerzo, y les sirvió. ―Ustedes
disculpen, ¿no?... pero me parece que los conozco... ¿Puede ser que
ustedes sean los que yo creo? ―Sí,
gaita, no aclaraste mucho pero te entendimos... Nosotros somos los que vos
creés. ―Pues
entonces es un honor que hayan venido a mi humilde comercio, señores...
la segunda vuelta va por la casa. Con
lo dicho, sonriente y orgulloso, el bolichero volvió a su sitio, atrás
del mostrador. ―Este
gallego es un zapato, che... Sabe quiénes somos y nos paga una vuelta a
los dos. Cualquiera habría elegido a uno solo de nosotros. ―No
te creas, mirá que ahora estos boludos nos están empardando... Ya no nos
ven como agua y aceite. ―Puede
ser que tengas razón. En otro momento eso habría sido nefasto, pero
ahora nos viene bien. ―¿Y...?,
¿Cómo la ves? ―¿Yo...?,
¡color de rosa! Nos están abriendo el camino... ―Muy
sutil lo de "color de rosa"... ―Fue
una frase hecha, che... No me vengas con susceptibilidades a esta
altura... ―El
hombre quiere que empecemos a atacar, no está de acuerdo con dejar que el
trabajo se haga solo. ―Nunca
estuve muy de acuerdo con "tu hombre", piensa bien pero se va de
boca, y en cualquier momento escupe para arriba. Quiere estar siempre en
escena y no se fija en que algunas cosas hay que hacerlas pero no
decirlas... es contraproducente. ―¡Qué
descubrimiento hacés! ¡Pero él es el que manda! ―¡A
vos, te manda...! ―¿Acaso
vos no tenés patrón? ―Sí,
querido, pero el mío es mucho más discreto. ―Dejalo
así... ¿Qué vas a hacer con la jodita de mañana? ―Apoyar,
por supuesto. ―¿Apoyar...?
Pero eso va en contra de lo que siempre ha sido lo nuestro... ―Claro,
va en contra de lo nuestro y de lo de ellos, también. Pero como no se han
dado cuenta, si apoyamos damos otro pasito adelante. Cuando sea el momento
de que la gente opine, nadie se va a acordar de quién levantó la mano en
este asunto... ―El
hombre quiere que me abstenga, y ya me dio el libreto para explicar el por
qué. ―Pues
andá avisándole que así, marcharon. Aunque creo que él lo sabe bien.
Debe ser una estratagema para que esto salga sin tener unanimidad... Al
fin y al cabo, no puedo negar que es un artista... ¿Y qué libreto te
dio? Le
leía el texto de la que sería su intervención, cuando vio venir al
gallego con la botella y más hielo en la bandeja. ―Gracias,
gaita, nos vamos a hacer parroquianos de tu boliche.
Le
palmeó el hombro al bolichero y siguió con lo suyo, opinando sobre lo
que había escuchado. ―Mirá,
che... yo le limaría las puntas. Sin cambiar el sentido, claro, pero
menos agresivo. Tenés que cuidar tu imagen, no te olvides que él te
manda, pero la cara la ponés vos. ―Estoy
donde estoy gracias a él. ―Sí,
papito... pero cuando él no esté, si seguís así vas a estar más
quemado que el cuero del asado... Pensá un poquito a largo plazo... en lo
personal es imprescindible. ―Tenés
razón... al fin y al cabo ¡qué me importa! ¡Tengo que hacer la mía! ―¡Bien,
ahí...! Ya estás entendiendo cómo son las cosas... En esto el asunto es
llegar, mantenerse, y dar un pasito más todos los días... No importa cómo
lo consigas, siempre el fin va a justificar los medios. ―Bueno,
macho, tenemos que volver... ―Sí,
¿qué más remedio? Hay que cubrir las apariencias... Lindo boliche,
tranquilo, me gustó, tenemos que venir más seguido... ―Y
ya sabemos que este gaita pelotudo nos deja chupar doble y pagar sencillo.
Lo voy a llamar y le pagamos, hay que ir a apoyar la democracia... ―Lo
mejor es tener que hacer tan poco para conseguir tanto... ¿Quién lo
hubiera dicho? Tienen la papa en la boca, no la saben morder... y todavía
la dejan en nuestro plato... El futuro es nuestro, che, levantá el vaso y
¡brindemos! Ah... ¡Pero qué macana...!, no traje cambio. Arreglá vos,
que la próxima te invito. Y volvieron, a sentarse en los cómodos sillones celestes del Parlamento, para "representar" a sus respectivos electores... haciendo la digestión. Pero no nos quejemos, porque la culpa de que existan todos estos elementos multicolores... siempre es nuestra. |
Elizabeth Oliver de Abalos
Gentileza
de http://blogs.montevideo.com.uy/elizaymiguel
eliza@montevideo.com.uy
laquincena@montevideo.com.uy
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