―Sí, a mí también. El Pool no es juego de veteranos, con la práctica que uno tiene, al agarrar el taco liquidamos el partido en un ratito y se acabó lo entretenido. Además, los gurises se quedan con bronca y... ¿qué necesidad...?
―¿De buscar problema?, ¡ninguna! A lo mejor más tarde cae alguien más para hacer una mesita de las nuestras.
Eran las 9 y media. Desde atrás del mostrador, el gallego encendió la radio. Los acordes de la orquesta de Troilo invadieron el salón. El hombre y su camarada, complacidos, pidieron otra copa. Entró un estudiante, saludó a todos con un ademán y se arrimó al mostrador.
―¿Qué tal, don, anda bien?
―Acá lo ves, escuchando buenos tangos con el amigo.
―Hora de Troilo en Clarín, y el que canta es Goyeneche... mi viejo no se lo pierde... ¡y parece que acá tampoco me salvo...!
―¿A vos no te gusta?
―No, de los que grabaron esos tangos ya no queda ninguno...
―¿Y...?
―No, nada... pero me parece medio tétrico...
―Ah... ... ... Y vos, ¿qué estudiás?
―Estoy haciendo profesorado de Literatura.
―Me imagino que habrás leído a Cervantes, Shakespeare, Dante, Goethe, Lorca...
―Por supuesto, me encantan.
―¿Y no te parecen tétricas sus obras?, porque ésos llevan más tiempo de muertos que Troilo y Goyeneche...
El muchacho miró al otro tipo ―que hasta el momento no había intervenido― con una expresión notoria, como buscando apoyo para salir del trance.
―No te compliques, al hombre le aflige que la gente joven no aprecie el tango... ese tango, el de la década del 40 que fue la de oro, cuando cada intérprete tenía que ser profesor de música para integrar una orquesta. Fue así que la música logró trascender. Toda la música, porque la clásica sigue juntando gente en los conciertos y en la ópera. ¿Sabés qué discos con obras de Beethoven, Bach, Albéniz, Verdi, Gershwin y tantos otros se venden más? ¡los que grabaron grandes virtuosos que... también están muertos! ¡Eso es trascender! ¿Te imaginás a alguien escuchando a Charly García dentro de 50, 100 o 200 años?
―Linda mano que le dio, amigo ―dijo el hombre―, ahora tenemos que congraciarnos los dos con el muchacho, no vaya a pensar que tenemos algún problema generacional...
Apuró el último trago de caña, apretujó el pucho en el cenicero y tomando a ambos por los hombros, como en un abrazo, invitó:
―La mesa de billar quedó libre, vení gurí, acá con el amigo vamos a dejar de lado nuestras preferencias para jugar un Pool contigo... te merecés la excepción. |