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Vicente Huidobro y el cine: vanguardia y creacionismo por María Gracia Núñez (En
Everva, Editor de la edición:
Fabián Banga, 30 de marzo de 2004, 17 pp. |
Sumario
Teniendo
en cuenta elementos tales como el subtítulo –novela-film– colocado
por Huidobro a su Cagliostro[1],
la temática que trata –entendiendo que ella concierne al siglo XVIII, y
este siglo es considerado eminentemente visual–, y muchas de las técnicas
de mimesis, se ha vinculado la novela del autor chileno con las primeras
manifestaciones cinematográficas del siglo XX. En el Prefacio de la edición
inglesa de 1931, Huidobro expone los principios de composición de Cagliostro
Novela-Film. El autor se refiere
al argumento, los personajes, el estilo y el lenguaje empleados. El
primero debe ser de rápida andadura, trama que permitiría la
introducción de un importante número de trucos usados dentro del género
cinematográfico: escenas de levitación, proyección espacial,
hipnotismo, magia negra, etc. En el prefacio citado se declara que el
protagonista debe esbozarse sin que el escritor se detenga en los detalles
y que el lenguaje usado en el texto mantendrá cierto carácter visual, gráfico
y plástico.
Cagliostro
se articula con otras dos obras para formar una trilogía: la novela Mio
Cid Campeador y la obra de teatro Gilles de Raiz. Los tres
protagonistas comparten características en común: la excepcionalidad
activa profundamente nietzscheana y la aureola ocultista y pagana que había
fascinado a los modernistas. Como señala Haroldo de Campos, el papel de
Huidobro es similar al de Darío en el novecientos, sólo que si este último
acabó con el romanticismo, Huidobro probó con su propia obra la senectud
del ciclo novecentista.
Novela, cine y vanguardia Kurt Spang sostiene que a partir de los años 30 se comienzan a insertar en el género novela reflexiones sobre el mismo quehacer del escritor, es la época del auge del cine que pronto dejará sus huellas también en la narrativa, “y del cubismo que enseña el enfoque múltiple y caleidoscópico de las personas y las cosas, que subraya la desconfianza en la realidad y nuestras posibilidades de captarla.” (Kurt Spang, 1993:127) En la poesía también se produce ese fenómeno, por ejemplo, cuando J. L. Borges en Fervor de Buenos Aires (1923) crea imágenes cinematográficas empleando una serie de fotogramas al estilo del film expresionista..."a grandes trazos, entre luces y sombras contrastadas, pero en colores: con cielos azules o púrpuras, con tapias de color rosado, con paredes de colores blandos como el mismo cielo, con ponientes que tiñen las calles de rojo, con el leve azul y la tierra rojiza, con anuncios luminosos que escalan las atónitas fachadas, con luces falsas o con luces de finura de arena." (Grau, 1995:20) En este sentido, señalamos que R. de Costa asevera que Cagliostro guarda estrecho compromiso con la estética del cine expresionista alemán, que intentaba obtener en la pantalla la ilusión de una realidad no cotidiana empleando tomas fijas, decorados barrocos y una iluminación contrastada realizada en base a blancos y negros. Refiriéndose específicamente al problema de los géneros literarios, Mijail Bajtin sostiene que la pluralidad de los lenguajes de la época debe estar señalada en la novela, ella debe ser un reflejo completo y multilateral de la época: la novela debe ser un microcosmo de plurilingüismo. El plurilingüismo en sí se convierte, en la novela y gracias a la novela, en un plurilingüismo para sí: los lenguajes entran en correlación dialogística y empiezan a existir uno para el otro (como las réplicas de un diálogo) Gracias a la novela, los lenguajes se clarifican recíprocamente, el lenguaje literario se convierte en un diálogo de lenguajes que se conocen y se entienden recíprocamente. (Bajtín, 1991:156). De Costa sostiene que, el trasfondo histórico conocido al lector, funciona a modo de indicador, en tanto resalta los acontecimientos extraordinarios que protagoniza Cagliostro, personaje al que califica de ‘estereotipado aventurero’, eficazmente caracterizado con algo menos de cuatro pinceladas. (De Costa, 1980:80) Se podría afirmar llegado este punto, que dicho atributo no sería objetable si la noción de estereotipo no se empleara en desmedro de la construcción del personaje Cagliostro, la formación discursiva y el legado simbólico que moviliza su desempeño en la novela. En este sentido, recordamos que, según algunos diccionarios, Cagliostro, (Alessandro, conde) es el seudónimo de Giuseppe Bálsamo, aventurero italiano (Palermo, 1743-Roma, 1795) que adquirió gran prestigio como médico, alquimista y nigromante.” Asimismo, el diccionario Espasa Calpe, en su edición Madrid, 1955 dice al respecto: “José Bálsamo, aventurero palermitano, médico y ocultista que obtuvo un éxito asombroso en la corte de Luis XVI y en la sociedad parisiense de aquella época. Hacíase llamar Conde de Cagliostro (1743-1795).”
En
primer lugar, el procedimiento narrativo de Cagliostro
implica el ensamble de un sistema de secuencias cinematográficas. Se
trata de un ‘guión de montaje’ en el que, por la acumulación de
detalles y de representaciones particulares, surge una imagen sorprendente
que articula literatura, teatro y cine reconociendo en ese procedimiento
una experiencia cultural generalizada. En el Prefacio Huidobro advierte:
“Creo que el público de hoy, con la costumbre que tiene del cinematógrafo,
puede comprender sin gran dificultad una novela de este género.”
En
segundo término, cabe señalar la supervivencia de diferentes versiones
acerca de un mismo objeto: el personaje Cagliostro que se inscribe en una
tradición discursiva y, al mismo tiempo, es objeto de innovación y
recreación que incorpora elementos de carácter vanguardista, esto es, la
tecnología. En este sentido,
no trataremos de realizar una reseña positivista de lo que podría
llamarse un a priori histórico del personaje Cagliostro sino
detenernos en la mutación que padecen la versión, la narración, la técnica
y la disciplina. Se trata de ésta diferencia que en definitiva sólo
parece construida al enfrentarse a ciertas formas de legalidad, al
oponerse a la ordenanza de los saberes y las ciencias en lo que se
denomina el carácter lineal de la historia: origen, principio, raíz, génesis,
etc. La noción de ‘diferencia’ permite expresar que Cagliostro de Huidobro es una novela de vanguardia, interpretándose como vanguardia aquel movimiento que parte de la visible ruptura con el pasado y agrede al convencionalismo académico al que califica de 'realismo', en provecho de la señalada autonomía del arte y su presupuesto más general: el principio de libertad, tanto en la esfera constructiva como en la expresiva. Schwartz lo explica en los siguientes términos:
El
admirable hombre nuevo de la vanguardia sueña con varias utopías y
proyecta su imaginario en el futuro. La más generalizada de las utopías
vanguardistas es la cuestión de lo nuevo (...) Ese deseo compulsivo de la
diferencia y de la negación del pasado en el arte está íntimamente
ligado a los modernos medios de producción, a la alteración de las
formas de consumo y a la ideología progresiva legada por la revolución
industrial. (Schwartz, 1991:42) Como
conclusión de esta introducción sobre novela, cine y vanguardia
afirmamos que la escritura como práctica se desdobla en:
a)
Poética creacionista
b)
Narración literaria ‘gótico expresionista’. Por ejemplo, en el
‘Preludio en Tempestad Mayor’ se da una descripción metafórica de
una tempestad gótica, sugiere una toma general filmada según está
indicada por el autor. El lector es situado por Huidobro en la página
frente a la toma general, por ejemplo “a la derecha del lector” está
la “lluvia”; “a la izquierda del lector la selva”. Dentro de la
toma general estas pueden ser dos tomas diferentes porque el autor
explicita esa relación texto-visor haciendo una descripción ideológico-estética:
“Toda esta página que acabamos de escribir está atravesada por un
camino lleno de fango, de charcos de agua y de leyendas.”
c)
El planteo del problema de la intertextualidad de la metáfora.
La
estética creacionista Los postulados principales de la estética de Huidobro están trazados en el Manifiesto Non serviam, leído en el Ateneo de Santiago en 1914. En el "Arte poética", poema que aparece en El espejo de agua (1916) e ilustra esa estética en verso.
El
arte como creación pura, conlleva implícitamente la idea de que el
artista es el único ser capaz de descubrir el genio recóndito de
las palabras, y la idea de que en ese contexto el lenguaje es apropiado
como ceremonial de conjuro y presentarse "en la luminosidad de su
desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional fijado de
antemano." (Huidobro, 1964:654) En el Manifiesto El Creacionismo, compendia sus principios estéticos: humanizar las cosas, hacerlas íntimas, precisar lo vago, hacer abstracto lo concreto y concreto lo abstracto, cambiar el valor corriente de las substancias para crear una substancia nueva. El poema que resulta creado es aquel en el que:
Cada
parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo,
independiente del mundo externo, desligado de cualquier otra realidad que
no sea la propia, pues toma su puesto como un fenómeno singular, aparte y
distinto de los demás fenómenos. (Huidobro, 1964:672)
El
poema creado revela todas las particularidades de estilo de la poesía
cubista: la supresión de enlaces lógicos, la desarticulación del
lenguaje, la simultaneidad espacio-temporal, la yuxtaposición de imágenes
distantes, el culto de la imagen insólita y de las asociaciones
arbitrarias que envuelven al lector en una atmósfera inquietante. En La creación pura Huidobro habla del arte creativo, o sea de un arte superior al medio, que debe ser producto de la evolución del hombre-Espejo al hombre-Dios. Al estudiar la evolución, se hace perceptible esta inclinación, las palabras del autor son: La
tendencia natural del arte de separarse cada vez más y más de la
realidad preexistente para buscar su propia verdad, dejando atrás todo lo
superfluo y todo lo que pueda impedir su realización perfecta. (Huidobro,
1964:656) En
el ensayo El Creacionismo (1925), Huidobro menciona a Emerson, a
quien se ha señalado como posible fuente de la teoría estética de
Huidobro. El poeta es considerado por Emerson el inventor del
lenguaje, y, es tan importante el decir del artista, como la novedad de lo
que dice, o sea la creación. Lo que distingue al artista es que anuncia
lo que nunca nadie había predicho. El mismo Huidobro afirma: “Un poeta
debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él”. (Huidobro,
1964:674) En el ensayo Confianza en sí mismo, Emerson examina el
tema del culto al pasado, rechazándolo, y especificando el hecho que cada
hombre tiene capacidades que le son peculiares, y nuevas en la naturaleza.
En su filosofía, es posible encontrar la idea de creación, y, en forma
latente la exhortación de construir otro mundo, la convicción de
que el artista dice algo que nunca se había expresado, que dentro de sus misiones
está la de adornar a la naturaleza con algo desconocido. Defiende la
creación de una concepción original del Universo, la creación de una
filosofía y de una poesía de la clarividencia y de la intuición, y no
de la tradición y de "... una religión formada por revelación
hecha a nosotros mismos y no por la historia de la suyas." (Lee
Masters, 1945:88)
En
sus reflexiones sobre arte, Emerson considera la progresividad del alma,
lo que hace que nunca se repita a sí misma por completo, sino que en cada
uno de sus actos intenta la producción de un todo nuevo y más bello.
Este hecho, salta a la vista, tanto en las obras de las artes llamadas ‘útiles’
como en las ‘bellas artes’, según ellas tengan por objeto un fin práctico
o la belleza. Así, pues, el objeto de nuestras bellas artes no es la
imitación, sino la creación. (Lee Masters, 1945:93)
Al
crear un mundo propio e independiente de la naturaleza, el artista hace
evidente la diferencia entre ambos: la verdad de la vida, existe antes que
el artista, mientras que la verdad del arte (la verdad de la obra) es
producida por éste. El hombre simula a la naturaleza en el plano de las
leyes constructivas y en el mecanismo de la producción de las nuevas
formas. Dar cuenta de los hechos, de los sucesos carece de mérito porque
“el realismo en el sentido usual de la palabra no nos interesa, pues la
verdad artística empieza allí donde termina la verdad de la vida”.
(Huidobro, 1964:661) El
creacionismo en Cagliostro
Desde
el primer texto Huidobro insiste en el requisito de abandonar la
reproducción de la legitimidad y de la realidad preexistentes al artista,
a fin de buscar otra construcción de la "realidad legítima"
y del universo, una construcción paralela a la ya dada por la naturaleza,
o entendida como natural. Tanto en Temblor de cielo (1928),
como en Altazor existe la visión del cataclismo cósmico, de
muerte de Dios.
Flor
de contradicciones bailando un fox-trot/Sobre el sepulcro de Dios/Sobre el
bien y el mal/Soy un pecho que grita y un cerebro que sangra/Soy un
temblor de tierra/Los sismógrafos señalan mi paso por el mundo.
(Huidobro, 1964:378) La tipificación breve y veloz de Cagliostro y de otros personajes no es motivo suficiente para sostener la reducción de los mismos a meras caracterologías funcionales. Si bien es cierto que el hilo narrativo avanza, una significativa parte del tiempo, de modo contrapuntístico no parece tan clara la definitiva vuelta estereotipo de los personajes, al punto de afirmar que carecen de perfil distintivo y desplazamiento narrativo. Cagliostro no actúa a modo de personaje estereotipo sino como leyenda a la que se ensaya transformar. El personaje de Huidobro, al dejar la actuación con Lorenza muerta (al final del último episodio) lleva consigo dos frascos: uno cuyo rótulo dice Muerte y, el otro, Vida. Más que confinado a prisión por la Inquisición, Cagliostro parece, en el caso de 1931, alejarse triunfante de escena.
La
de Huidobro no es una novela en episodios, ni el guión cinematográfico
de una película que vaticina su segunda parte, como lo afirma el crítico
R. De Costa en su trabajo "Cagliostro: una novela fílmica". De
Costa consolida su hipótesis sosteniendo, que esta "novela-film,
como el arte cinematográfico en que se inspira, fue concebida como un
medio de entretenimiento artístico."(De Costa, 1980:93) No es
verosímil tal afirmación si se distinguen las nociones de
entretenimiento y creación artística, la diferencia entre los pares
habilitaría admitir que sólo es posible a partir de la creación
describir la estructura propia de la obra y del texto, y las producciones
discursivas que allí se superponen. El texto siempre es simbólico de una
manera radical, Barthes lo define como: “Una obra en la que se concibe,
percibe y recibe la naturaleza íntegramente simbólica”.(Barthes,
1984:76) Cuando Huidobro se propone destacar las motivaciones del protagonista, en el prefacio de la novela, enumera: acceder a enigmas no divulgados entre sus contemporáneos y sanar los trastornos corporales y espirituales a fin de conseguir prestigio y poder sobre los hombres. Refiriéndose a la peculiaridad de Cagliostro en el mismo prefacio, destaca los poderes extraordinarios del mago, facultades que en primera instancia atribuye a la práctica del hipnotismo y el magnetismo, cuyos secretos le habían sido revelados o transmitidos. En el Prefacio, Cagliostro afirma:
Yo
no soy de ninguna época ni de ningún sitio. Fuera del tiempo y del
espacio mi ser espiritual vive su eterna existencia y si me hundo en mi
pensamiento remontando el curso de las edades, si yo tiendo mi espíritu
hacia un modo de existencia alejada de aquel que vosotros percibís, yo
llego a ser el que deseo... Juzgad mis costumbres, es decir mis actos,
decid si ellas son buenas, si vosotros habéis visto otras de más
potencia; entonces no os ocupéis de mi nacionalidad, ni de mi rango, ni
de mi religión. (Huidobro, 1978:14) La afirmativa de Cagliostro parece análoga a los postulados de Ortega y Gasset para lo que él denomina el arte nuevo "... el arte joven contribuye también a que los mejores se conozcan y reconozcan entre el gris de la muchedumbre y aprendan su misión, que consiste en ser pocos y tener que combatir contra los muchos."(Ortega y Gasset, 1987:15) Estimamos que la producción de la ficción de Cagliostro consiste en destruir una ficción para construir otra. Según Huidobro, el artista obtiene sus motivos y sus elementos del mundo objetivo, los transfigura, los fusiona, y los devuelve al mismo mundo bajo la forma de hechos nuevos. En 1916, en una Conferencia sobre Estética, declara que ...
una obra de arte es una realidad nueva cósmica que el artista agrega a la
Naturaleza, y que ella debe tener, como los astros, una atmósfera propia
y una fuerza centrípeta y una centrífuga. Fuerzas que le dan un
equilibrio perfecto y la arrojan fuera del centro productor. (Huidobro,
1964:656) Huidobro disgrega una ficcionalización de Cagliostro, y es a partir de este punto de fuga que construye su novela Cagliostro, por eso, el pasado de Cagliostro para Huidobro, actúa como pretexto de 'referente' que se ve gradualmente cercado y poco a poco desvanecido. Los elementos, según la lógica creacionista, son proyectados sin ninguna preocupación por lo real, o por la verdad anterior al acto de realización (incluso es posible extraerlos del repertorio tradicional). Al estructurar la novela, el autor nombra y presenta a Cagliostro como personaje eje del sentido alrededor del cual se construye el relato. La trama de la creación se configura a partir de la incautación de un nombre, credencial en franca desavenencia con la legitimidad normativa que el mismo nombre supone: Huidobro, distingue a Cagliostro y a partir de este hecho crea la circunstancia que le permite a Cagliostro ser nombrado su vez por determinada corporación religiosa. Desde la presentación del pergamino iniciático, donde el conde de Saint Germain toma una caja de metal en forma de tubo y abriéndola saca un documento en el que figuran los secretos más preciados, hasta el suceso en el cual se destruyen los expedientes escondidos, los volúmenes singulares y los manuscritos quiméricos. El destino novelístico de Cagliostro se encuentra, de una forma u otra, siempre contiguo a documentación de diversa índole. Entre uno y otro incidente, parece seguro que no carecen de relevancia, para el desarrollo de la acción, la aparición o mención de papeles que son robados, textos de cartas transcriptas, escritos que son interceptados, esquelas de carácter irónico e intimidante, mensajes enviados anónimamente, actas de fundación, impresos que son entregados a la policía, etc. De lo cual se deduce que en la novela Cagliostro el destino del protagonista, está relacionado con la consagración que lo "singulariza" invistiéndole simultáneamente los debidos derechos y deberes. En este sentido, instituir, significará consagrar mediante un acto de fuerza simbólica la imposición de un nombre.
No
profundizaremos en el análisis de los elementos que le proporcionan a
Cagliostro al momento de iniciarse en la orden religiosa; pero a modo
de ejemplo, señalaremos el anillo, objeto simbólico al que Cirlot
alude en estos términos: Como
todas las figuras redondas y cerradas, es un símbolo de la continuidad y
de la totalidad, por lo cual ha servido lo mismo como emblema del
matrimonio o del tiempo en eterno retorno. (Cirlot, 1994:69)
La
consecuencia más notoria de la ‘repetición’ del nombre es una
modalidad de ‘resurgimiento’ textual: lo que estabiliza la diferencia
(y hace a la unidad de la novela como obra de arte), la elaboración y
producción de aquella es segmentación, división, fragmentación y no
totalización. La repetición del nombre es lo que privilegia la
creación, y simultáneamente el producto creado resulta un agente que
requiere, como condición previa para proceder, de un a priori histórico,
a fin de que sus sucesivas acciones tiendan a desestabilizar la
constitución del soporte que le institucionaliza.
Lo
científico mitológico Hegel sugiere una interdependencia entre ley, historicidad y narratividad cuando considera que ésta última, implica (ficticia o no) la existencia de un sistema legal contra o a favor del cual pueden producirse los agentes típicos del relato narrativo (Hegel, 1974:137) De allí suele derivarse la afirmación de que, la narrativa en general (desde el cuento popular a la novela, desde los anales a la ‘historia’), está relacionada con temas tales como la ley, la legalidad, la legitimidad o más en general la autoridad. Partiendo de la anterior formulación se torna indiscutible que el orden expuesto en la novela Cagliostro está estrechamente conectado con los artilugios de demarcación, razón, conocimiento y autoridad, y, conectado asimismo con la existencia de un específico ordenamiento jurisdiccional basado en diferentes regímenes de infracciones. El ordenamiento explica la constitución de regiones bien delimitadas a través del llamado ‘principio de división’. De ese modo, logran distinguirse dos territorios híbridos, por ejemplo, la ‘región médica’ y la ‘región mágica’ generando y reconociendo prestigios y representaciones diferentes.
Con
la descripción de ambos discursos como prácticas especificadas,
nos estamos refiriendo a la práctica médica y a su correspondiente
discurso científico, y las prácticas paracientífica llámeselas esotéricas
o mágicas, estado ya presentes éstas últimas en el Prefacio de la
novela. A continuación citamos dos párrafos que acreditan esta afirmación: ¿Cagliostro,
un charlatán? Es posible, todos los médicos son charlatanes. Asistid a
una sesión de la Academia de Medicina. ¡Qué magnífica charlatanería y
qué seguridad en la charlatanería! Leed las memorias presentadas a las
academias médicas y a los institutos desde hace sólo cuarenta años a
esta parte, haced el cómputo de las teorías discutidas, admitidas y hoy
caídas. ¡Que brillante charlatanería y qué seguridad tan rotunda en la
charlatanería! (Huidobro, 1978:12)
Se
me dirá, si algunos alquimistas lograron hacer oro ¿por qué no lo hacen
hoy? Bien pobre argumento es este, pues todos sabemos que un invento puede
perderse. Hoy no conocemos, con precisión absoluta, cómo Arquímedes
quemó desde lejos las naves enemigas. Además, entre los ocultistas las fórmulas
no pasaban de mano en mano como pasan hoy entre los hombres de ciencia.
Esas fórmulas se expresaban con símbolos intencionalmente obscuros, de
modo que sólo los grandes iniciados pudieran descubrir el secreto. (...)
¿Quién puede afirmar y en nombre de qué puede afirmarse que Cagliostro
no fabricó el oro artificialmente, ni engrosó diamantes, ni curó
enfermos desahuciados por otros médicos?(...) ¿Por
qué suponer imposible que los alquimistas de otros tiempos hayan
fabricado el oro? ¿Porque es demasiado extraordinario? ¿Y no estamos
rodeados de extraordinario?... (Huidobro, 1978: 11) La
formalización de ambas prédicas está vinculada a la diferencia
específica que opera sobre la materia ontológica generada por los
‘discursos’ anteriormente señalados. La diferencia que trae
consigo la ‘repetición’, si se la entiende como la representación en
la escritura en el contexto de la estética convenida, autorizar a
examinar la disimilitud establecida entre los considerados tipos
discursivos (formas, estilos y géneros): poético, cinematográfico,
narrativo, histórico, etc., permitiendo asimismo sostener que en Cagliostro
se encuentra una ficción posible de estructurar en base la ‘sospecha',
de que tales recortes constituyen siempre 'categorías reflexivas' y
'principios de clasificación'. El texto es un espacio de múltiples
dimensiones, como lo afirma R. Barthes, es "un tejido de citas
provenientes de los mil focos de la cultura": un espacio en el que
concuerdan y contrastan múltiples escrituras, ninguna de las cuales puede
considerarse la original. (Barthes, 1984:69) Se usufructúa la categoría cine en beneficio de la ‘novedad’ de la novela. Así, la propuesta visualización constituye uno de los elementos que interactúan en la construcción de la realidad ficcional. En Cagliostro la diferencia está adjudicada en ambos sentidos. En primer lugar, es diferencia que implica el nombre del protagonista a través de su repetición temporal (sucesiva o cíclica) y simultáneamente la diferencia generada a partir de la destrucción de la documentación.
El
proyecto creacionista opera promoviendo el abandono de síntesis
realizadas con anterioridad al acto de concebir la obra de arte. Esta síntesis
que contiene los conceptos de 'estilo', 'tradición', 'evolución hacia un
estado normativo', 'tipos discursivos', etc., es descuidada en beneficio
de un procedimiento diferente para contar la gesta. Como el
mismo autor lo explica al final del Prefacio:
He
querido escribir sobre “Cagliostro” una novela visual. En ella la técnica,
los medios de expresión, los acontecimientos elegidos, concurren hacia
una forma realmente cinematográfica. Creo que el público de hoy, con la
costumbre que tiene de ir al cinematógrafo, puede comprender sin gran
dificultad una novela de este género. (Huidobro, 1978: 14)
Coexisten
en el texto disímiles cuestiones plausibles de ser analizadas desde
diversas perspectivas, se trata de narraciones de naturaleza fílmica, de
fragmentos donde se utilizan procedimientos de montaje y cortadura, del
uso del léxico ‘visual’ (el llamado ‘lenguaje cinematográfico’),
de juegos de palabras e imágenes compuestas de la ‘técnica
creacionista’, de una representación del discurso médico, del
espiritismo, de la magia, de la cábala y de los rituales de iniciación.
Lo
mitológico científico Tal
como lo hemos visto en el Prefacio de Cagliostro, Huidobro realiza
una enumeración de los pretextos usados para desacreditar la
‘extraordinaria’ realidad del mago, diciendo que son argumentos que
sustentan los engañosos individuos científicos que dicen ‘tonterías
que nada explican’. Se admite como más respetable el hecho de no dar
elucidación a fenómenos de naturaleza incomprensibles antes que dar crédito
a las ‘mediocres interpretaciones científicas. Estas explicaciones de
la son ciencia limitadas -afirma Huidobro-, tal es la respuesta de la
ciencia cuando pone en tela de juicio las ‘maravillas realizadas por
Cagliostro’. Decir que Cagliostro no fue el ejecutor de todas los
prodigios que se le atribuyen, es lo mismo que decir que la ciencia
funciona para todos los hombres de igual modo. Los individuos conceden
estatuto científico a las más diversas entidades, por ello, la ciencia
se afirma como contingente. Al
respecto M. Calinescu, sostiene que para la vanguardia lo importante no es
la ciencia como tal, sino únicamente su mito. Por ejemplo, cuando
Huidobro dice en Adán que, “al escribir el poema ha tratado de
ceñirse a las verdades científicas, sin claudicar a los derechos de la
poesía”, es fácil de conjeturar que no está operando con el mismo
modelo de conocimiento científico señalando despreciativamente en el
Prefacio sino que la referencia es directa a la ciencia como mito y a su
hermandad con el Arte: Muchas
veces he pensado en escribir una Estética del Futuro, del tiempo no muy
lejano en que el Arte esté hermanado, unificado con la Ciencia.
(Huidobro, 1964:765) En Cagliostro la diferenciación aparece claramente entre el conocimientos científico, los conductores del discurso científico (médicos) y la ciencia que apuesta en el mismo acto creativo toda su potencial al arte del futuro. En
la novela la repetición del nombre ‘Cagliostro’ se opone a las
categorías de rememoración y de costumbre, opone también a la
generalidad, y es por sí misma contraria a la normativa y al uso. Si
es posible repetir es sólo en nombre de un poder que se vuelve contra la
ley, que trabaja por debajo de las leyes, y que es considerablemente
superior a las leyes. La repetición pone en cuestión la ley al denunciar
aquella su carácter nominal o general, en beneficio de una realidad más
profunda y artística. (Deleuze, 1988: 41) Los
principios establecidos relativos a la confluencia del pensamiento de la
repetición tratan de (a) hacer de la repetición algo nuevo, vinculándola
con una prueba selectiva y presentándola como objeto de voluntad y de
libertad. (b) oponer la repetición a las leyes de la naturaleza, ya que
según éstas la repetición es imposible. (c) oponer la repetición a la
ley moral, convertirla en suspensión de la ética. La repetición nada
cambia en la entidad que repite, sino que cambia algo en el espíritu que
la contempla. Esta es la tesis de Hume que nos permite la siguiente fórmula:
nada aparece sin que otra cosa haya desaparecido. Una transformación se
produce en el espíritu del que contempla: una diferencia, algo nuevo, en
el espíritu.
Comparación
de dos finales de Cagliostro Si
el personaje está en cierta medida ya construido por la
‘leyenda’, y si la creación, para Huidobro, es intrínsecamente
destrucción, la pregunta es: ¿En qué consiste entonces la creación
de Cagliostro según las afirmaciones de su autor? Una de las
lecturas posibles permitiría asegurar que el final del relato (con la
decidida sobrevivencia del protagonista), genera por sí mismo la
transparencia capaz de crear la diferencia que proporciona el significado
esencial de la obra creativa. Siguiendo ésta línea es lícito
preguntarse acerca del comportamiento de los elementos que sugieren tal
diferencia. Con tal finalidad es válido comparar el final de la
novela de Huidobro con el final del Cagliostro de José Velázquez
y Sánchez, texto de 1871 subtitulado "De este célebre personaje,
entresacada de todas las relaciones, memorias, folletos y apuntes de su
peregrina existencia." El relato del español finaliza con una
narración que trata sobre el juicio de José Bálsamo. En la escena del
juicio realizado por la Santa Inquisición, al personaje se le acusa,
entre otros cargos, del ejercicio ilegal de la medicina y de falsificación,
así es que Bálsamo es condenado a cadena perpetua, sin opción a gracia: La
Inquisición, menudamente informada de todos sus pasos, se apoderó de
ambos consortes en la tarde del 27 de diciembre de 1789, secuestrando sus
papeles y efectos; haciendo conducir a Lorenza a las cárceles del Santo
Oficio y encerrando a José para mayor seguridad en la fortaleza de Sant'
Angelo, prisión de Estado como la Bastilla. (Velázquez y Sánchez 1979:
260) Sánchez Velázquez cuenta que Lorenza muere miserablemente en 1790, y que en preámbulos del juicio, José Bálsamo hace lo siguiente: ...firmó la súplica en retractación de todos sus errores recomendándose a la clemencia del tribunal (...) impenetrando la reconciliación con la iglesia; pidiendo los auxilios de una dirección ilustrada y salvadora y abominando sus principios, conducta y ejemplos perniciosos. (Velázquez y Sánchez, 1979: 263). En esta novela se detallan las penosas circunstancias del encierro y reclusión donde tiempo después sucede la muerte del personaje. Acerca del desenlace de la historia de Cagliostro, Velázquez y Sánchez escribe: “Aislamiento absoluto en 1791 desatada la Revolución Francesa, dando a Bálsamo el trágico destino de Sanson, sepulto ante los escombros de la obra que sus fuerzas quebrantaron”. (Velázquez y Sánchez, 1979: 285). El
Diccionario Histórico en su Edición de Bruselas de 1836
mencionado por Sánchez Velázquez dice al final de la nota biográfica
acerca de José Bálsamo: “Muerto en su prisión de Sant Angelo en 1795
sea interés de sus prosélitos, leyenda fantástica a que son afectos los
alemanes, vanagloria de ciertos pueblos...” En la novela de Huidobro el
héroe no recibe ‘castigo’, ni es juzgado por el Tribunal de la
Inquisición, ni debe residir en la prisión, sino más bien que aparece
manifiestamente lo contrario: Cagliostro desempeña el potencial acto dinámico
de devastación, y luego desaparece de escena con su consorte muerta,
rescatando de la ignición únicamente los dos botellines mencionados.
Cagliostro:
un personaje que regresa Acerca del objetivo perseguido por Cagliostro al realizar sus hazañas, en el Prefacio, Huidobro reflexiona sobre la posibilidad de que el personaje sea ‘el representante visible de ciertas sectas ocultas que perseguían un fin desconocido’ y sobre la eventualidad de que tan sólo quisiera implantar un régimen de mayor justicia social y de libertad de ideas. También se encuentra allí un comentario sobre la preferencia narrativa: de la vida de Cagliostro en operación selectiva, Huidobro elige la parte que se desarrolla en París, y declara al respecto: "Solamente he querido contar en un negro tono menor, su vida y su leyenda en Francia ¿De dónde venía? ¿A dónde iba? Son cosas que el siempre deseó dejar en el misterio.(...)", pero, simultáneamente le adjudica a Cagliostro las siguientes palabras: “Fuera del tiempo y del espacio mi ser espiritual vive su eterna existencia...” El
principio del eterno retorno es el regla de la reproducción de lo diverso
como tal, es un pensamiento sintético, un pensamiento de lo absolutamente
diferente que reclama su principio nuevo fuera de la teoría y de la
ciencia. En el seno de la reflexión de Nietzsche se posible elevar
cualquier cosa a la enésima potencia porque ese es el modo de extraer de
ella la forma superior, dada la operación selectiva del pensamiento sobre
el eterno retorno. La repetición está dotada de fuerza selectiva:
expulsar o crear, destruir o producir, la repetición está fundada en el
seno del eterno retorno.
Un
devenir activo sólo puede ser pensado como el producto de una selección.
Doble selección simultánea: de la actividad de la fuerza, y de la
afirmación de la voluntad. El eterno retorno hace de principio selectivo
porque es la nueva formulación de la síntesis práctica:
“Lo que quieras, quiérelo de tal manera que quieras también el
eterno retorno”. (Deleuze, 1986:83) Y éste sólo puede para Nietzsche,
manifestarse a través de la voluntad, y de una voluntad que se pretende
idéntica a través de todos los cambios, o sea se trata de un poder
contra la ley y de un interior telúrico que se opone a las leyes de la
superficie.
El
personaje Cagliostro puede ser entendido en este momento del análisis
como la refutación experimental de la proposición de la ordenación
moral del mundo novelado. El protagonista, al comienzo de la novela,
desciende de una carroza, cuyo símbolo en la psicología jungiana es conductora
ella en sí misma, significación que también aparece en los
cabalistas, bajo el nombre dado al carro de Mercabah; el “carro de fuego
es un posible símbolo del estado sutil en su aspecto dinámico y
aribatador”. (Cirlot, 1994:118).
El
acto de iniciación El
acto de iniciación es significativo en lo que refiere a la ordenación de
la realidad en la novela. Allí, Cagliostro es elegido por la
fundación Rosa Cruces quien lo distingue con objetos convenidos al
ritual. La importancia del documento entregado al protagonista, parece,
entre otras cosas, desmentir la presumible benevolencia de la institución
religiosa, ya que el acto de institución está acompañado de la
existencia de un contrato: la orden religiosa que le otorga a Cagliostro
conocimiento, saber e identidad, a la vez le coloca límites,
restricciones y prohibiciones. Las aspiraciones no sólo le son
reconocidas, sino también asignadas, impuestas como deberes, mediante
determinados esfuerzos y reiterados llamados al orden. Por ejemplo, el
Conde de Saint Germain dice a Cagliostro: “Aquí encontrarás indicado
lo que debes hacer y los nombres de los personajes que pueden servirte. No
olvides jamás que la pérdida de este documento arrastraría a la muerte
a muchos de tus hermanos”. (Huidobro,1978:27) Evitar
constantemente el paso de la línea de demarcación y la transgresión
parece constituir una de las funciones claves de ese acto institucional.
El camino correcto y prescrito es el de la ascesis, la contención y el
silencio sobre lo escuchado. El itinerario de la ilegalidad y de la
anormatividad prescrito simultáneamente por Huidobro a Cagliostro
necesita el privilegio de la consagración que le confiere al mismo tiempo
una esencia que autoriza transgresiones de otra manera prohibidas, y
necesita además de la creación de ‘otro’ Cagliostro para hacerle
cumplir los requisitos formulados por su estética. Todo
esquema iniciático supone una ruptura con la vida anterior y, constituye
además la muerte simbólica del iniciado que se produce gracias a una
serie de pruebas o ritos a los cuales tiene que someterse cuando emprende el
viaje al otro mundo. El iniciado consigue un nuevo saber y una
renovación fundamental de su propio ser: así es que Cagliostro renace,
resucita, se transforma en otro distinto al que antes era (distinto al
Cagliostro de 1871 y distinto dentro del propio texto de Huidobro),
las pruebas de iniciación que atraviesa el personaje, a propósito de
esto, pueden resultar muy significativas.
El
final de la novela y la destrucción de la escritura Podemos
examinar el final de la novela desde una perspectiva que jerarquice los
aspectos nuevos de la versión de Cagliostro de Huidobro. En
ésta, como no sucede en otras versiones, el protagonista termina con la
incineración de la documentación que ha acumulado en el curso de su
existencia novelada.
En
su laboratorio Cagliostro amontona en el suelo sus papeles secretos, sus
libros raros, sus manuscritos maravillosos. Abre el armario, coge un
frasco y vierte el contenido sobre los papeles. Una llama se levanta
consumiendo todos sus tesoros, consumiendo el último gesto de angustia
que quedaba en sus ojos, como si quisiera borrar todo un pasado
tempestuoso. (Huidobro, 1978:134). La
novela en su último episodio cuenta del incendio y la destrucción que
realiza Cagliostro de documentos y otros efectos de su propiedad. El gesto
del incendio y la presencia del elemento fuego, pueden comprenderse
asociados a la idea de transformación, de movimiento y dinamismo. La
comparecencia del elemento fuego, está simbolizando la noción de
transformación como poder capaz de definir por sí mismo la noción de
actividad. Lo activo es aquello que tiende al poder, y Cagliostro, desde
un comienzo, está reiterando el siguiente mensaje: “Nadie sabrá jamás
lo que yo he sabido”. (Huidobro,1978:134). Apropiarse,
apoderarse, subyugar, dominar, son los aspectos de la fuerza activa.
Apropiarse, en este sentido, significa imponer formas y crear formas
produciendo las circunstancias. La historia novelada de Cagliostro
y la historia de protagonista Cagliostro, no sólo se repiten
nominalmente, sino que también se autodestruyen en el mismo acto de
repetición, en la medida que él es para Huidobro un acto de intrínseca
creación. Sostiene
M. Calinescu que el principal elemento constitutivo de la modernidad es
simplemente un sentido de tiempo irrepetible. (Calinescu,1991:23) Lo que
exige que la noción de modernidad, no pueda entenderse para un
pensamiento que no usa un concepto secuencial-temporal de la historia o
que organiza sus categorías temporales según un modelo mítico o
recurrente. Son
los documentos y las escrituras acumuladas las que se destruyen a través
de este peculiar fenómeno, fenómeno considerado “el único capaz de
recibir netamente dos valoraciones contrarias: el bien y el mal. Brilla en
el paraíso. Abrasa en el infierno. Dulzor y tortura. (...) Puede
contradecirse: por ello es uno de los principios de explicación
universal."(Bachelard, 1966:17) Textos sobre Alquimia aseguran que
la quintaesencia del oro es enteramente fuego, y de éste, como
elemento que actúa en el centro de todas las cosas, se servían los
alquimistas para lograr oro de la mutación de los metales. El fuego se
impone a una selección primitiva, ellos sostenían que aquello que
hubiera sufrido su prueba ganaría en homogeneidad y por ende en pureza.
Esta idea acerca de la importancia del fuego como agente de destrucción y
de renovación, aparece también en Heráclito y encuentra en las Puranas
de la India y en el Apocalipsis. La
idea de fuego como factor de desodorización comprende la noción de
purificación, producida cuando se separan las materias y se aniquilan las
impurezas materiales, pese a ello, -afirma Bachelard- el fuego ya no es
un objeto científico. (Bachelard, 1966:32) Paracelso
establecía la igualdad del fuego y de la vida, ya que ambos para
alimentarse necesitan consumir vidas ajenas. Tomar el fuego o darse a él
(Prometeo y Empédocles) es el dualismo situacional del hombre frente a
las cosas. El fuego comprende lo ultraviviente: realiza el bien
(calor vital) y el mal (destrucción, incendio). Sugiere el anhelo de
destruir el tiempo y llevarlo todo a su término, es la imagen arquetipo
de lo fenoménico en sí. Atravesar el fuego es símbolo de trascender la
condición humana, según lo explica Mircea Eliade en Mitos, sueños y
misterios. (Cirlot, 1994:210)
A
modo de conclusión El
poder de transformación es la primera definición de la actividad.
Nietzsche denomina voluntad de poder al elemento genealógico de la
fuerza. La afirmación no es la acción, sino el poder devenir activo, el devenir
activo en persona; la negación no es la simple reacción, sino un devenir
reactivo. El sucesivo camino de los dos actos de institución señalados,
hace imposible concluir que ambas nominaciones constituyan materialidades,
de signo reactivo. Las fuerzas inferiores son definidas como
reactivas: no pierden nada de su fuerza, de su cantidad de fuerza, la
ejercen asegurando los mecanismos y las finalidades, ocupándose de las
condiciones de vida y de las funciones, las tareas de conservación de
adaptación y de utilidad.
"La
fuerza reactiva es: 1- fuerza utilitaria, de adaptación y de limitación
parcial; 2- fuerza que separa la fuerza activa de lo que ésta puede, que
se niega a sí misma; 3- fuerza separada de lo que puede, que se niega a sí
misma o se vuelve contra sí misma. Y paralelamente la fuerza activa es:
1- fuerza plástica, dominante y subyugante; 2- fuerza que va hasta el
final de lo que puede; 3- fuerza que afirma su diferencia, que hace de su
diferencia un objeto de placer y de afirmación." (Deleuze, 1986:89). Las
fuerzas reactivas están representadas en la novela de Huidobro por todos
los personajes que actúan como fuerzas enemigas de Cagliostro: los
médicos, Marcival, el Teniente de Policía, el Prefecto, etc. Cagliostro
ni lleva a cabo la tarea encomendada por la asignación religiosa ni
cumple el camino acordado por la misma. De todos modos su ilegalidad
es manifiesta: trasciende a su época y a las múltiples versiones
divergentes que sobre él existen. Se aleja intempestivamente de la
sociedad religiosa a la que pertenece en primera instancia y también de
su propio pasado literario. El incendio de la documentación tan sólo,
prueba éste, entre otros supuestos de nuestra hipótesis: su papel
activo, su voluntad de poder y de transformación absoluta, lo que condice
también con el fundamento básico de su autor: la creación. He querido
escribir sobre ‘Cagliostro’ una novela visual. En ella la técnica,
los medios de expresión, los acontecimientos elegidos, concurren hacia
una forma realmente cinematográfica. Creo que el público de hoy, con la
costumbre que tiene del cinematógrafo, puede comprender sin gran
dificultad una novela de este género. (Huidobro, 1978:14) Concluiremos
diciendo que en Huidobro la estética comprende el orden de la creación,
si Cagliostro es una novela creada significa entonces, que cada
parte constitutiva de ella y todo el conjunto estarían mostrando un hecho
nuevo, independiente del mundo externo, desligado de cualquier otra
realidad que no sea la propia, pues la novela toma su puesto en el mundo
como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás fenómenos.
Huidobro escribe en ‘Manifiesto de Manifiestos’:
Si
me arrebataran el instante de la producción, el momento maravilloso de la
mirada abierta desmesuradamente hasta llenar el universo y absorberlo como
una bomba, el instante apasionante de ese juego consistente en reunir en
el papel los varios elementos, de esta partida de ajedrez contra el
infinito, el único momento que me hace olvidar la realidad cotidiana, yo
me suicidaría. (Huidobro, 1964:230)
Toda
imagen, objeto o figura tiene que ser fotogénico, es decir, de una alta
poesía visual. La
imagen es un concepto central en la poesía creacionista, posibilita la
creación de realidades nuevas ‘uniendo palabras separadas por
distancias inconmensurables’ (Verani, 1990:38). En este sentido, Cagliostro
no sólo no escapa a la realización en el texto de los principios teóricos
del creacionismo, sino que dicha obra es un elemento de vital importancia
para el estudio de su cardinal postulado estético. La esencia del
cine, hoy por hoy, está en el movimiento...". El
cine representa un estado
cambiante que tiene que ver con el acercamiento a una realidad psicológica
que la sistematización y el lenguaje ocultan, artificializan y deforman. No
hay dualidad entre la imagen y el movimiento, como si la imagen
estuviese en la conciencia y el movimiento en las cosas. Es en sí misma
que la imagen es movimiento y en sí mismo el movimiento es imagen. La
verdadera unidad de la experiencia es la imagen-movimiento. A este nivel
solo hay imágenes-movimiento. Un universo ilimitado de imágenes-movimiento.
Quiere decir que, fundamentalmente, la imagen actúa y reacciona. La
imagen es lo que actúa sobre las otras imágenes y lo que reacciona a la
acción de otras imágenes. La imagen sufre las acciones de otras imágenes
y reacciona. La imagen es lo que aparece. La filosofía siempre ha dicho
"lo que aparece es el fenómeno". El fenómeno, la imagen, es lo
que aparece en tanto aparece. Bergson nos dice, entonces, que lo que
aparece está en movimiento. Eso quiere decir, no solo que la imagen actúa
y reacciona, ella actúa sobre otras imágenes y las otras imágenes
reaccionan sobre ella, pero ella actúa y reacciona en todas sus partes
elementales. Esas partes elementales que son ellas mismas imágenes, o
movimientos. Ella reacciona en todas sus partes elementales o, como dice
Bergson, bajo todas sus caras: cada imagen actúa y reacciona en todas sus
partes y bajo todas sus caras que son ellas mismas imágenes. Intenta
decirnos: no consideren que la imagen es un soporte de acción y reacción,
sino que la imagen es en sí misma, en todas sus partes, y bajo todas sus
caras, acción y reacción, o si lo prefieren: acción y reacción son de
las imágenes. Si bien la expresión que no está en el texto de Bergson, sí está todo el tiempo, sugerida: la imagen es el movimiento. Bergson quiere decirnos que no hay ni cosa ni conciencia, que hay imágenes-movimiento y que eso es el universo. En otros términos, hay un en sí de la imagen. Una imagen no tiene ninguna necesidad de ser apercibida. Hay imágenes que son apercibidas, pero hay otras que no son apercibidas. Un movimiento puede muy bien no ser visto por alguien, es una imagen-movimiento. Es un estremecimiento, una vibración que responde a la definición misma de imagen-movimiento, a saber una imagen-movimiento es lo que está compuesto en todas sus partes y bajo todas sus caras por acciones y reacciones. Solo hay movimientos, es decir solo hay imágenes.
Entonces este universo de las
imágenes-movimiento no es de tipo mecánico puesto que no se inscribe en
los sistemas cerrados. Este universo no procede por cortes inmóviles del
movimiento puesto que, en efecto, procede por movimiento. Y si, como también
lo hemos visto precedentemente, el movimiento es el corte de algo, uno no
debe confundir el corte inmóvil del movimiento con el movimiento mismo
como corte de la duración. Ahora bien en el universo de las imágenes-movimiento,
los únicos cortes son los movimientos mismos, a saber las caras de la
imagen. Es entonces una segunda diferencia con un sistema mecanicista.
Tercera diferencia: el universo de las imágenes-movimiento excluye las
acciones de contacto. Las acciones sufridas tras una imagen se extienden
también lejos y a la distancia que se quiera según las vibraciones
correspondientes.
BIBLIOGRAFÍA
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Vicente. Cagliostro, Ed. Andrés Bello, Santiago, 1978. HUIDOBRO,
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1979 VERANI,
Hugo. Las vanguardias literarias en Hispanoamérica, F.C.E., México,
1990
[1]
Vicente Huidobro, Cagliostro,
Obras Completas, Ed. de Braulio Arenas, Zig-Zag, Santiago, 1964. Todas
las menciones de textos de las Obras Completas de Huidobro se
harán solamente por número de página. (Cagliostro: obra
iniciada en francés en 1921, aparece en español en 1934). |
por María Gracia Núñez
Originalmente en Everva 30 de marzo de 2004
Ver, además:
Vicente Huidobro en Letras Uruguay
María Gracia
Núñez en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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