Patrimonio cultural, bienes populares heredados y música folklórica |
El Diccionario de la
Real Academia Española define, en su primera acepción, el término
‘patrimonio’ como “hacienda que alguien ha heredado de sus
ascendientes”, con ‘hacienda’ se refiere al “conjunto de bienes y
riquezas que alguien tiene”. Evidentemente esta definición encubre
cuestiones económicas y legales, pero es aplicable al ‘patrimonio
cultural’, puesto que la cultura -bien entendida- de un pueblo, no es más
que esto, un cúmulo de “bienes y riquezas” heredadas de nuestros
mayores, que nos pertenecen como colectivo social. Pero incluso,
utilizando la metáfora de patrimonio como bien ganancial económico,
tomamos el concepto de Osiris Rodríguez Castillos cuando decía, refiriéndose
al Folklore (cultura del pueblo), que todos somos “co-propietarios”
del mismo: propietarios, junto a otros propietarios integrantes de una
misma cultura. Y avanzando un poco más, según algunos estudiosos (P. de
Carvalho Neto), se afirma que somos propietarios incluso desconociendo
aspectos culturales de nuestro pueblo. En el caso de la música de raíz folklórica
sucede esto, ella nos pertenece aunque esté olvidada y haya sido desdeñada
y hasta combatida por ciertos sectores sociales e ideológicos, lo
que deviene en que gran parte de la sociedad no la sienta como propia y
busque afuera formas artísticas para consumo. En tal sentido, recordamos
a nuestro mayor “rescatista” cultural, Lauro Ayestarán, que dedicó
su vida a la investigación de nuestras raíces musicales, cuando tras su
muerte (1966) vino alguien de Estados Unidos a comprarle todos los
archivos a su esposa y esta, a pesar de la penuria económica, dijo que
no, pero le ofreció dichos materiales al Estado uruguayo, y este contestó
-increíblemente- que no había interés. Allí se encontraba todo lo que
se había impreso en partituras a lo largo de la historia uruguaya, así
como manuscritos originales de Fabini o el del Himno Nacional, entre miles
de tesoros. La viuda, despechada por la ignominia estatal uruguaya, vendió
todo a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, donde hoy se
encuentra la ‘Lauro Ayestarán Collection’, muy lejos de sus co-propietarios.
Pero esta música que no es reconocida como propia por parte de algunos, también se ha ido modificando y adquiriendo otras formas más aceptadas al consumo público. Por citar sólo un ejemplo, el candombe, que fue repelido en su origen, es hoy practicado por todas las clases sociales y generador de un mercado comercial del que nuestros antiguos negros jamás soñarían… Empero (paradójicamente) falta, aún, apropiarse de lo que es nuestro. |
Por
Hamid Nazabay
Publicado en: Semanario
del Plata (pág. 9), Año 1, Nº 40
(4 de octubre 2008)
Rosario, Colonia
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