Oskar Pfister y John C. Hill |
Palabras iniciales.Este
trabajo fue inicialmente preparado en el marco de la investigación
“Psicoanálisis y Educación”, dirigida por la Profesora Psic. Alicia
Kachinovsky, en la
Facultad de Psicología. Me
incluí en el último ciclo de curso de la licenciatura, en el 2003, en el
grupo práctico que comenzaba con dicha investigación, circunscrito en el
Curso de Psicología Educacional [ver: www.psico.edu.uy/academic/educacional/Proyecto%20corregido.pdf
]. Esta
versión que presentamos ahora, no dista mayormente de la concebida para
aquél entonces, salvo leves modificaciones. 1. IntroducciónPsicoanálisis
y
Educación son dos disciplinas
en apariencia divergentes. La primera con una tarea terapéutica, que se
aboca a un sujeto deseante, heterogéneo, singular. La segunda con una
tarea normativa y encauzadora del sujeto, un sujeto no tenido en cuenta en
su deseo, homogeneizado. Este puede ser el estereotipo que algunos tienen
de estas disciplinas. Empero, los psicoanalistas que se abocaron a la
educación y los educadores que hicieron uso del psicoanálisis, en
general, demuestran lo contrario. Interdisciplinariamente pueden perseguir
el mismo fin: la búsqueda de ese saber-aprender basado en el deseo. Es más,
muchas veces el psicoanálisis se prende en una práctica disciplinadora
del sujeto y la educación, por su parte, en una praxis liberadora, o al
menos en pro de una libertad sujetada al deseo del sujeto. En definitiva,
desde la teoría y su implementación práctica, ambas se topan con una
realidad indomeñable que se burla y mofa de ellas. Claro, en eso vamos
con Freud, en cuanto a la imposibilidad de estas tareas, la de educar, la
de psicoanalizar y, también menciona, la de gobernar. En este sentido y
yendo al asunto, porque no, mercantil de estas prácticas, algo de lo que
el Psicoanálisis sabe bien, la tarea de educar es la que peor se paga. Dejando
de lado estas especulaciones, entremos en el tema que nos ocupa: Oskar
Pfister y John Hill. Estos dos autores, uno ubicado del lado del Psicoanálisis
y el otro del lado de la Pedagogía, bregaron por una pedagogía analítica,
por una enseñanza basada en el inconsciente. Ambos son los pioneros de la
intersección entre Psicoanálisis y la Educación. Pfister es el pionero
por antonomasia, crédito que el propio Freud le otorgaba. Hill es
considerado por Anna Freud uno de los pioneros que dedicó su vida a esta
interdisciplina. Algún editor aludió a él como el “pionero del
psicoanálisis educacional” (Hill, J.C., 1976, contratapa). Nótese que
no hablamos de interdisciplina, si no de intersección. Psicoanálisis y
Educación, cada cual con su sección, con su sistema referencial, se
conectan. Quizá no había en estos hombres una intención
interdisciplinaria, si no un viraje en la concepción educativa
tradicional, de fuerte arraigo en ese entonces. Ambos avizoraron en el
Psicoanálisis una herramienta de cambio para mejorar la práctica
educativa. Un
aspecto interesante es que la articulación del psicoanálisis con
disciplinas como el arte, la antropología, la sociología, la lingüística,
etc., sean campos inaugurados por el propio Freud y continuados por otros.
Pero en este caso, se trata de un campo inaugurado por Pfister. Freud no
desarrolló extensamente el tema de la aplicación del psicoanálisis a la
educación. Sí lo hizo en pasajes de algunas de sus obras y específicamente
en artículos de carácter sucinto. Strachey en una nota a pie de página
de las “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”, donde
Freud se refiere particularmente a la temática, brinda una lista de los
artículos donde éste aborda el tema en forma específica (Freud, S.,
1980c, p.135, n. 13). Ahora
bien, Freud y el Psicoanálisis en general, han aportado a la educación,
pero es justo mencionar los aportes que esta, y en el caso de Freud la
Pedagogía Tradicional, han hecho a la construcción de la teoría
psicoanalítica, y en especial a la teoría del aparato
psíquico. El pedagogo alemán Johann F. Herbart (1776-1841), figura
señera de la Pedagogía Tradicional, construyó una teoría psicológica
en la que basó su metodología de enseñanza, orientada hacia la dinámica
(inconciente) de las representaciones, que contiene firmes conexiones
conceptuales con lo trabajado por Freud desde el “Proyecto de psicología…”
en adelante. Además fue Herbart quien utilizó por primera ver el término
represión (verdrängung). La
influencia, en este sentido, le llegó a Freud a través de su maestro
Meynert, quien admiraba a Herbart. En fin,
“saldadas las cuentas”, volvemos a nuestro tema. La intención de este trabajo no es la de un historiador, porque no lo soy. Me interesa simplemente recordar, para que otros lo hagan, a estos dos pioneros en materia de Psicoanálisis y Educación. Y establecer relativa justicia con estos olvidados, que por ignorancia y agnosticismo han sido barridos al mar del desconocimiento. Algo
que llamó mi atención al revisar muchos textos que versaban sobre la temática
fue que sólo un mínimo cita a estos dos autores, como a varios de sus
contemporáneos. Quizá sus aportes sean de carácter pretérito, tal vez
el abordaje a trabajar no ameritaba su inclusión o lo que sería funesto
e ignominioso, es que no se tuviera noticia de ellos. Al final del trabajo
incluimos un apéndice, titulado justamente “Los contemporáneos”,
donde destacamos a otros autores que también aportaron en la misma línea.
Sin duda que el tiempo ha traído otros exponentes que dedicaron su obra o
parte de ella al Psicoanálisis y la Educación, sea en sus vertientes
profilácticas, asistenciales, terapéuticas, didácticas, diagnósticas,
etc.; tal es el caso de Sara Paín. Alicia Fernández, Anny Cordié,
Alicia Casullo, Silvia Schelemenson, Rudolf Ekstein, Rocco Motto, Leandro
de Lajonquiere, A.S. Neill, entre muchos otros. 2.
Oskar Pfister: religión y pedagogía. 2.1.
Nota biográfica Nace
el 23 de febrero de 1873 en Zurich, Suiza, donde fallece el 6 de agosto de
1956. Era
el menor de cuatro hermanos, hijos de un pastor protestante. Tras sus
estudios se doctora en filosofía y es designado en 1934 como doctor honoris causa de la Facultad de Teología de la Universidad de
Ginebra. Se
casa dos veces y la segunda vez lo hace con una sobrina viuda. Se desempeño
como párroco en Zurich, donde en 1939 se jubila. Desde
joven protestó contra los dogmas eclesiásticos. Consideraba que el deber
del pastor era curar las almas y la desdicha espiritual. Al interiorizarse
en la psicología, notaba que los tratados que versaban sobre ésta eran
obtusos, que se divagaban en especulaciones metafísicas sobre el alma o
en experimentaciones que no dilucidaban nada. En 1908 se contacta con las
investigaciones de Sigmund Freud. Lo conoce el 25 de abril de 1909 en
Viena, por intermedio de Ludwing Binswanger y posteriormente le envía su
artículo “Alucinación y suicidio
en los escolares”. Así,
Freud el 18 de enero de 1909
le envía una afectuosa carta de agradecimiento por éste artículo y
también por el hecho de que el psicoanálisis haya encontrado un lugar de
aplicación más allá de lo clínico: “...debo... manifestarle mi
satisfacción por el hecho de que nuestras investigaciones psiquiátricas
hayan encontrado acogida en un pastor de almas,... nuestro psicoanálisis...
necesita un estado normal para poder ser aplicado...” (Freud, S.-
Pfister, O., 1966, p. 13). De
esta forma pasó a integrar la Asociación Psicoanalítica de Viena y a
asistir a las reuniones en casa de Freud. Mantuvieron con éste una íntima
amistad y una correspondencia que se extendió por treinta años
(1909-1939) hasta el fallecimiento de Freud. Pfister fue de
los primeros que ejerció el psicoanálisis sin poseer título de médico. No
sólo aplicó el psicoanálisis a la pedagogía, sino que también lo hizo
a la filosofía, a la religión, a la historia, al arte, etc. Siempre
defendió fuertemente al psicoanálisis y a su Maestro, a pesar de estar,
en principio, influenciado por los postulados adlerianos y junguianos, de
los cuales por insistencia de Freud se fue deshaciendo. En
1910 funda junto a otro suizo, Eugen Bleuler, el grupo psicoanalítico de
Zurich, en 1919 funda la Asociación Psicoanalítica de Suiza junto a
Hermann Rorschach, entre otros. Freud
tenía particular estima y confianza en Pfister, lo consideraba uno de sus
discípulos más importantes, a pesar de no ser médico. Desalentó sus
intereses por estudiar medicina, pues consideraba a los médicos
igualmente legos para la ciencia psicoanalítica. Sin
duda la gran contribución de Pfister al psicoanálisis fue su aplicación
a la pedagogía, fundando así el “paidanálisis”. Según Freud (1926)
éste era el único campo fuera del psicoanálisis clínico que continuaba
progresando: “En realidad sólo progresa uno de los campos de aplicación
del análisis, justamente el que usted inauguró, el que se refiere a la
pedagogía. Me alegra mucho que mi hija empiece a producir algo en esa
rama.” (Freud, S., - Pfister, O., 1966, p. 102). Por esta época varios
autores se abocaron a este campo [ver más adelante: Otros
autores contemporáneos]. Pfister
es el pionero de la pedagogía psicoanalítica, que más adelante
desarrollaremos. Influenció a reconocidos pedagogos suizos con sus teorías
(Hans Zulliger, Ernst Schneider, Paul Häberlin, Heinrich Meng), varios de
los cuales a la postre fueron psicoanalistas. Freud
dijo alguna: vez: “Como infatigable campeón de esta orientación en la
pedagogía se ha destacado el sacerdote protestante O. Pfister...” (Freud,
S., 1925, p. 65). Es interesante ver que lo designa como campeón,
de la misma forma como él se autonominaba para expresar que era el único
fundador del psicoanálisis. Le atribuye la legitimidad absoluta en este
campo. Por su parte Pfister, siempre estuvo interesado en difundir y
expandir la aplicación pedagógica del psicoanálisis. Freud, además,
escribe la introducción en 1913 de su libro más importante. Libro que no
sólo trataba sobre la pedagogía psicoanalítica sino también sobre el método
psicoanalítico en general (Die
Psychoanalytische Methode). En
otro orden de cosas, Pfister le atribuye a Freud una cristiandad especial.
Decía que nunca había existido mejor cristiano. Ejerció de forma
entusiasta (en-tu-siasmo: tener a Dios adentro) una cristianización, no sólo
de Freud, sino del psicoanálisis en general. 2.2.
Sobre la pedagogía psicoanalítica (Paidanálisis) Oskar
Pfister ha escrito numerosos libros y artículos aplicando el psicoanálisis
a diversos temas. En materia de educación existen diversos escritos, pero
desarrolló su pedagogía psicoanalítica en dos textos: “El método
psicoanalítico” (Die
Psychoanalytische Methode) y “El psicoanálisis y la educación” (Die
Psychoanalyseim Dienste der Erziehung). Del primero no tenemos noticia
de que se encuentre publicado en español. Este libro, editado en 1913,
con introducción escrita por Freud, es el texto donde Pfister expone su método
psicoanalítico de trabajo en general y su paidanálisis. Brinda un
panorama global de la teoría psicoanalítica para que los educadores
cuenten con herramientas para su labor en el aula. Esta
es su obra más importante. En
cuanto a “El psicoanálisis y la educación”, editado a mediados de la
década del ’20 y traducido al alemán, francés, inglés, italiano,
español, polaco, griego y danés; podemos decir que va en la misma línea
del texto anterior, es un opúsculo de éste, según el propio Pfister. Se
encuentran en él excesivas citas al texto de 1913. Aquí Pfister expone
su método de trabajo y otorga un panorama general de la teoría psicoanalítica.
En diversas oportunidades expone conceptos que le son propios, aunque
siempre apoyado en los postulados de Freud. Mejor,
podríamos decir que nomina conceptos a los cuales Freud no les había
asignado un nombre específico, como por ejemplo el concepto de nachträglich,
al cual Pfister le llama principio
de relación. Aquí
realiza una defensa a ultranza del psicoanálisis y de la legitimidad del
inconsciente. Toda esta exposición, al igual que en el libro sobre el método,
es a fin de que los educadores cuenten con el bagaje teorico-interpretativo
que les permita operar en su labor pedagógica, es decir, profiláctica;
pudiendo muchas veces ser terapéutica. Pfister
considera que la pedagogía es el método para domeñar
los factores inconscientes y ponerlos al servicio de la voluntad
consiente. La educación tendría una labor profiláctica de la posible
neurosis o perversión del niño. En tal sentido, si ésta es la función
de la educación, se podría denominar a la terapia, como lo hace Freud
(1913) como una poseducación, puesto que ya no realiza una labor preventiva. La
tarea pedagógica consiste en que el niño sublime las mociones
pulsionales que pudieren conducirlo a la enfermedad, es decir, trocar los
fines amorales inconscientes en fines morales al servicio de la realidad.
La idea no es sofocar, reprimir las mociones pulsionales actuantes, sino,
a través del influjo educativo sublimarlas, antes de que se sintomaticen.
En esto radica la función profiláctica del paidanálisis. Pfister
propone al maestro una suerte de extrapolación de la técnica psicoanalítica
al aula misma. De forma tal de poner a trabajar toda la “máquina” teórico-técnica
para con los escolares. Así indica al maestro como debe interpretar
determinados comportamientos de los escolares. Interpretación que no
dista nada de la que se realiza en el psicoanálisis clínico. Así, por
ejemplo, propone que ante los ataques de diversa índole de los niños al
maestro, éste debe interpretarle que no es hacia él hacia quien siente
enojo, ira u otros sentimientos, sino hacia sus propios padres. El
psicoanálisis no pretende apropiarse y asimilar toda la labor pedagógica,
sino que es uno de los instrumentos para la pedagogía. Si bien Pfister
considera esto, le otorga al psicoanálisis una importancia maximizada
para los fines educativos: “El psicoanálisis no pretende sustituir a la
pedagogía. No es más que uno de los numerosos métodos pedagógicos,
aunque en millares de casos es el procedimiento más eficaz para
conseguir los fines de la pedagogía” (Pfister, O., 1947, p.166). [El
subrayado es nuestro]. Por
su condición cristiana, nuestro pastor, cristianizaba entusiásticamente
al psicoanálisis, lo
consideraba el arte del amor, que es con el que se debe educar. Esta era
la base de su pedagogía psicoanalítica. Pfister
no sólo inauguró un nuevo campo de aplicación del psicoanálisis sino
también una pedagogía diferente, más cerca de la complejidad del ser
humano y no tan aprehensiva al quantum intelectual. Por ello era un fuerte
crítico de la pedagogía tradicional. Este acercamiento a la esencia
humana por parte de Pfister no sólo se debe a su religiosidad, también
se basa en la dimencionalización y el nuevo sentido que este autor
realiza del psicoanálisis. 3.
John Hill: la enseñanza y la mente inconsciente 3.1.
Nota biográfica Lamentablemente
no contamos con mayores datos biográficos sobre John Hill, pero
igualmente con los que sí tenemos daremos cuenta de la importancia, al
menos histórica, de esta figura. Hill
era un pedagogo londinense y según Anna Freud dedicó toda su vida a
aplicar los conceptos psicoanalíticos a la educación. Se desempeño como
catedrático en la Universidad de Londres y realizó el entrenamiento de
maestros. En 1930 es nombrado inspector de escuelas del Consejo del
Municipio de Londres, con lo que recorre gran parte de Inglaterra
supervisando el trabajo de los maestros. El
propio Hill cuenta que le dijeron que “... la clave para la obra de
Freud era la interpretación de los sueños...” (Hill, J. C., 1976,
p.178) y por tanto comenzó
en esa dirección. Le
otorga un valor muy alto a la teoría psicoanalítica, por encima de todas
las demás teorías psicológicas, implicando incluso, su vida en general:
“La obra de Freud es distinta. Esclareció cada aspecto de mi trabajo
profesional, me ayudó en mis relaciones con mi familia y mis colegas, me
ayudó a comprender y a apreciar la literatura, el arte y la música, la
religión y el amor, y trajo a mi vida felicidad y serenidad.” (Idem,
p.177). Su
primera contribución a la articulación entre Psicoanálisis y Educación
data de 1924 y se titula “Poesía e Inconsciente”. En 1926 publica
“Sueños Y Educación”. Estas dos publicaciones están basadas y
escritas en el lenguaje característico de la primera tópica freudiana,
puesto que aún no había sido publicado “El yo y el ello”. En 1930
publica en The British Journal of
Medical Psychology, junto
a B. Robinson un artículo
basado en un caso de retardo mental generado por la restricción de
movimientos en la infancia. Ya en 1935 y con una vasta experiencia como
docente publica el libro “El maestro en entrenamiento”. Vale la
aclaración de que ninguno de dichos textos están traducidos al español
y que por tanto la única muestra con la que contamos de la obra de Hill
es una compilación de artículos publicados bajo el título “La enseñanza
y la psicología del inconsciente”. Hill
tuvo contactos con Freud a través de cartas. Sí tuvo más vinculación
con Anna Freud, puesto que esta se abocó al “psicoanálisis
educacional” y encontraba en Hill un buen maestro, que por la naturaleza
de sus teorizaciones, venía como anillo al dedo con los aspectos
adaptacionistas del psicoanálisis
a la educación que ella profesaba. En
“Sueños y Educación”, texto que Hill envió a Sigmund Freud, asevera
que “el psicoanálisis conduce a la verdad del cristianismo”. A esto
Freud, en carta fechada el 18 de febrero de 1928, le exigía explicación
y dice no comprender a que se refiere. (Gay, P., 1986, p. 597). Hill
encontraba una estrecha analogía entre el psicoanálisis y el
cristianismo, puesto que ambos ayudan a despertar y traer a la conciencia
los aspectos más nobles de los humanos. A través del conocimiento del
inconsciente, de los aspectos oscuros de nuestra alma, se puede adoptar
una actitud verdaderamente cristiana ante los demás. Como
podemos ver no sólo era
Pfister quien cristianizaba al psicoanálisis. Quizá sea casual, pero es
llamativo que sean educadores los que visualicen estos elementos. Freud
también recibió por parte de Hill “El maestro en entrenamiento”.
Ante esto Freud le escribe en agradecimiento a Hill por su “buen
libro” y le dice que le interesará mucho a su hija, “... que está
trabajando en psicoanálisis educacional.” (Citado por Ekstein, R.,
1976, p. 14). Es curioso que aunque Freud tuvo noticias sobre Hill jamás
hizo a alusión a él en los fragmentos donde se refirió a los vínculos
del psicoanálisis con la educación. Cuando
Sigmund y Anna Freud emigran a Inglaterra tuvieron la nueva oportunidad de
luchar por el psicoanálisis. Anna se presenta por primera vez en público
en el otoño de 1938, donde dictó algunas conferencias para maestros.
Dichas conferencias fueron presididas por John Hill, además de
organizarlas y realizar las invitaciones. Durante la década del ’60,
Hill es invitado a Los Angeles para dictar conferencias a los maestros de
ese lugar, siendo ésta la última noticia que tenemos sobre su vida. 3.2.
El inconsciente y los métodos libres Hill
abogaba por los “métodos libres”. Estos trataban sobre la libertad
del niño a la hora de producir lo que se le demandaba en el aula. Consistían
en dejarle la libertad al niño de crear, en definitiva de dejar que el
inconsciente se expresara a través del libre
flotar de la escritura, de las manualidades, de la música, etc.
Evidentemente, para ello, se necesitaba un rol por parte del maestro muy
diferente del tradicional, puesto que implicaba renunciar al saber
“maestro” y la categoría de a-lum-no,
a acreditar un saber propio y singular al niño. Saber éste del
cual el escolar no tiene noticia, pero de que se haga consciente es la
verdadera función del educador. Hill,
en su labor de inspector de escuelas, sugirió a varios directores que
dejasen a los niños escribir más de lo común y que corrigieran esos
escritos como lo hacían los maestros de jardín de infantes. Que tratasen
el trabajo de los escolares como los de un colega y no manchasen con tinta
roja o comentarios las
creaciones de los niños. Con esto, golpeaba fuertemente a la educación
tradicional y aún más a la educación inglesa, puesto que desenfocaba la
formación clásica del maestro. Lo que Hill pretendía por parte del
maestro era, socráticamente hablando, una labor mayéutica, y no una
función depositante y evacuativa de los contenidos en la mente de los
escolares. Así, recomienda no centrarse en lo meramente intelectual y lógico
de la enseñanza, sino en que cada niño, de acuerdo a su singularidad,
vaya construyendo su modo de conocimiento; para ello necesita formas de
expresión. Así, el conocimiento científico debe generarse
placenteramente, como realmente ocurrió con los grandes genios en la
historia. Es
importante considerar que si bien muchos maestros obtuvieron excelentes
resultados con los métodos libres, éstos ya estaban versados en los métodos
tradicionales. Es decir que, los maestros que se aboquen a los métodos
libres deberán contar ya con una experiencia sólida en su tarea. Será
importante revisar la concepción que éste autor tenía sobre el
inconsciente. Existe por parte de Hill un afán de justificación y de
convencimiento hacia los demás de la importancia de este concepto. En tal
sentido, toma una postura biologisista (se apoya en reiteradas ocasiones
en Darwin). Homologa los humanos a los animales. Considera el instinto y
la herencia como elementos centrales en el inconsciente. En la herencia
estaría toda la sabiduría de nuestros ancestros, sabiduría que como
aludíamos más arriba, el
maestro debe despertar.
Comenta que lo instintivo pugna por expresarse y lo hace parcialmente en
los sueños, a través de imágenes y símbolos que resultan
incomprensibles para la consciencia. Todos estos elementos si bien están
basados en Freud, se asemejan bastante a la teoría junguinana, en cuanto la existencia de
determinados arquetipos que contienen todo un saber colectivo acumulado a
lo largo de los siglos y que deicticamente se expresan en la vida onírica.
Esto queda evidenciado cuando Hill plantea que todos heredamos el mismo
inconsciente al igual que los grandes genios. Este es un punto fuertemente
criticado por Follari, por lo cual dice que Hill “... desvirtúa el
legado psicoanalítico.”(Follari, R.,
1997, p. 98) De
esta forma la educación
apunta evocar lo mejor y lo más útil del inconsciente
para la sociedad civilizada, evitando despertar lo que no lo sea.
En tal sentido se le da una
fuerte importancia a la sublimación. Para
Follari, Hill desvirtúa la enseñanza psicoanalítica y considera sus
conceptualizaciones como adaptacionistas, puesto que realiza una lectura
superficial poco especificada
conceptualmente. En definitiva Follari no considera que el de Hill sea un
gran aporte. Si bien, teóricamente no constituye
un aporte sólido, sí lo es en cuanto a la ruptura de un paradigma
de la enseñanza y una demostración
de que el psicoanálisis puede contribuir, desde el punto de vista
didáctico, con ésta. 4.
Otros autores contemporáneos. Si
bien trabajamos sobre dos pioneros de la articulación entre Psicoanálisis
y Educación, en este apartado pretendemos simplemente nombrar a otras
figuras relevantes en este campo. Quien desee investigar en la historia de
esta intersección disciplinaria, no sólo deberá profundizar en Pfister
y Hill, sino también en otros personajes que, a posteriori, se
interesaron por estas temáticas. El criterio utilizado para ello fue el
que estas figuras son contemporáneas de Freud, como de Pfister y de Hill,
puesto que varios fueron los referentes en épocas posteriores. Algunos de
ellos son ampliamente conocidos, pero otros han quedado injustamente a un
lado y poco se sabe de ellos. Evidentemente existen quienes traen
“nuevos aportes” que en realidad ya estaban escritos hace bastante
tiempo, y por ignorancia o desprecio no hurgan en las fuentes originales. En
orden histórico aproximado, los autores son: Alfred Adler
y Carl Furtmüller.
Estos autores, ambos ex-psicoanalistas, editan el libro Heilen
und Bilden (Curar y
Educar) en 1914. Freud en 1914 comenta al respecto: “Una fracción de
analistas de Viena, en su retirada del psicoanálisis, parecen haber
aterrizado en una suerte de pedagogía
médica” (Freud, S., 1914, p. 37). Este libro contaba con artículos
escritos desde 1904. Es decir que varios de los escritos que allí se
encuentran fueron producidos en la época psicoanalítica de ambos
autores, que se retiraron de la Sociedad Psicoanalítica en 1911, fundando
su propia corriente psicológica. Alfred Adler
(1870-1937) fue el gran enemigo de Freud. Fundador de la Psicología
Individual, segunda corriente psicoterapéutica después del psicoanálisis. Carl Furtmüller
(1880-1951), doctor en filosofía y educador vienés, biógrafo y
fiel discípulo de
Adler. Consideramos
que si bien estos autores están fuera del psicoanálisis, en su momento
anterior a la separación, aportaron a él. Por otra parte la Psicología
Individual tuvo desde el inicio como uno de sus focos de interés a la
educación. Hermine von
Hug-Hellmuth (1871-1924).
Psicoanalista vienesa.
Integró la Sociedad Psicológica de los Miércoles a partir de 1913.
Pionera del psicoanálisis de niños, después de Freud y antes de Anna
Freud y Melanie Klein. Poco
después de que Pfister comenzará a trabajar sobre el psicoanálisis y la
pedagogía, ella también dedicó parte de su obra a temas de este tipo. Melanie
Klein (1882-1960). Interesada
en el psicoanálisis de niños, también se preocupo por la función de la
educación en el desarrollo de los mismos. En 1923 escribe “El papel de
la escuela en el desarrollo libidinal del niño”(Consideramos no ahondar
en esta figura puesto que su obra es de publicó conocimiento). Sigfried
Bernfeld (1892-1953).
Estudio ciencias
naturales, pedagogía y psicología en la Universidad de Viena, en 1925
publica”Sísifo o límites de la educación”, que era un primer aporte
en relación a la articulación entre psicoanálisis y marxismo, a la vez
que una crítica a la teoría y la práctica educativa. En 1937 emigra a
San Francisco, donde fallece. August
Airchhorn (1878-1949). Pedagogo y psicoanalista vienes, que trabajó
con jóvenes delincuentes. Freud escribió el prólogo a su libro
“Juventud descarriada”, publicado en 1925. Paul
Häberlin (1878-1959). Doctor
en filosofía, psicólogo y pedagogo suizo. Profesor en Berna y más
tarde en Basilea. Partidario de las teorías psicoanalíticas. Anna
Freud (1895-1982). Ya hemos hecho referencia a ella. En materia de
psicoanálisis y educación escribió textos como: “Introducción al
psicoanálisis para educadores”, “Psicoanálisis del jardín de
infantes y la educación del niño” y “El psicoanálisis y la crianza
del niño”. Sus aportes están basados en la psicología
del yo. Ernst
Schneider (1878-1957).
Pedagogo y psicólogo
suizo. Se analizó con Jung y con Pfister. Fue co-director, junto a otros
destacados autores, de publicaciones sobre pedagogía psicoanalítica. Heinrich
Meng (1887-1972). Médico y psicoanalista suizo. Proviene de un
hogar de maestros protestantes. Destacado militante socialista. Pionero
del psicoanálisis en la “higiene mental”. Considerado de los grandes
especialistas en pedagogía psicoanalítica. Hans
Zulliger (1893-1965). Psicoanalista suizo. Ejerció como maestro
en la campiña de su país. Se analiza con Pfister y
se interesa en el psicoanálisis para reformular con este los métodos
educativos. Se inicia en el Psicodiagnostik
con Rorschach, pero posteriormente se aboca nuevamente a la pedagogía.
5.
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consultada
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México: FCE.
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Gay, P. (1996) Freud. Una vida de nuestro tiempo. Barcelona:
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Hajer, D. y Videla, M. I. (1995) Freud. Una cronología
diferente de sus relaciones personales. Montevideo: Multiplicidades.
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Barcelona: Paidós. Pfister, O. (1947) El psicoanálisis y la educación. (2ª ed.) Buenos Aires: Losada. |
Por Hamid Nazabay
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