Uno

La voz perdida
asoma
a las aguas de la memoria.
Intento rescatarla en laberintos
donde busca la mano solitaria
y a tientas como un ciego.
(Había una ventana
filtrando nuevas luces,
y el aire penetraba-raro duende-
dorando los objetos.
Aparecían rostros incoloros
como migas de Tiempo).
¿Cuándo oprimí esa tecla traicionera
que oscureció los frutos y el paisaje?
¿Qué pantalla traidora trasegaba
el zumo, del pre-sueño?
(Adiós y para nunca a las palabras
que guardan el secreto).

Lucio Muniz
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