Rubén Lena: un paquete cultural

entrevista de Lucio Muniz

Maestro, director e inspector de Enseñanza Primaría. Conocido autor de canciones. 
Publicó dos libros de creación y una antología de canciones cantadas por el dúo Los Olimareños. Prologó un cancionero de Víctor Lima.
Grabó un disco en forma oral sobre la obra de Gabriel Guerra.

 

L. M. Si no te conociera te preguntaría tu profesión. Pero sabiéndola, espero nos cuentes alguna experiencia de la misma relacionada al folklore. ¿Qué experiencia puramente tuya nos podes contar, que a través de tus años de enseñanza se puede vincular a lo folklórico?

 

R. L. En el aspecto musical, el folklore nacional se revela muy carente de expresiones representativas. Como maestro, esta circunstancia implica el desguarnecimiento para encontrar nuestras propias raíces. En otros países, Brasil, Argentina, Paraguay, etc. el hombre vive inmerso en un mundo folklórico riquísimo, lo que significa que allí, en esos lugares, el docente puede ser un buen seleccionador. Aquí no hay casi qué seleccionar.

 

—Sin embargo yo creo que si te sirvieran de tus años de maestro rural, podrías encontrar algo más sólido para la respuesta.

 

—Yo hablo de folklore musical vivo. Yo no hablo -como es obvio- del movimiento cancionero iniciado hace unos diez o doce años; que este sí, ha dado más canciones a nuestro país que todas las creadas en los siglos XIX y XX en estas regiones. Sin embargo el concepto de folklore es mucho más amplio que el referido anteriormente. Porque si nosotros partimos de la base que folklore se refiere al saber del pueblo, entonces la connotación de musical, circunscribe el tema a un área reducida. Ahora, ese saber folklórico está constituido por bienes materiales, sociales y espirituales, y guarda entre ellos una relación común. Forman, lo que podemos llamar: un paquete cultural.

 

—Desátalo.

 

—El hombre posee un caudal enorme de saber material: cómo se hacen las riendas, cómo se hace el rancho, cómo se ceba mate, cómo se hace un asado, etc. etc. El hombre sabe y usa un lenguaje particular. Tiene costumbres que integran su saber. Tiene su moral. Asiste a fiestas, ceremonias, pasatiempos. Sabe cómo conducirse en esas ceremonias que es un saber heredado en forma oral; pero, si se le pide que cante, no sabe qué, o le es difícil encontrar una forma auténtica de expresión. Lo de "paquete" se puede explicar de esta manera para que quede más claro: si a uno lo ponen con los ojos vendados en un rancho y le preguntan qué hay, uno puede suponer lógicamente: una caldera, un mate, un banco de ceibo, un poncho sobre una cama, etc. etc. Puede suponer que su dueño sabe andar a caballo, tiene las manos rústicas, dice o puede decir: "pa" o "jue", tiene ahijado o padrino, le gustan las pencas y el truco, y cree vagamente en Dios. Sabe alguna décima, puede silbar un estilo; pero no integraría este paquete por ejemplo, su silbido de un fragmento de Vivaldi, el gusto por tomar whisky o la costumbre de alimentarse nada más que a verduras.

 

—O sea que el conjunto se alteraría si no fuera equilibrado.

 

—Es más fácil modificar el saber material que el espiritual.

 

—¿El acto de tomar mate, es a la vez material y espiritual?

 

—El mate es material en cuanto a objeto, y todo lo relativo a el. El mate es social, en cuanto es costumbre de un pueblo. El mate es espiritual por cuanto su forma de tomarlo habla de un ensimismamiento que es natural en el medio campesino, o de comunión en los medios más poblados. O motivo de un reportaje.

 

—Después pasaremos al plano musical; pero considerando que el tema se está enriqueciendo con los motivos expuestos, pienso que ese sabor popular, o sea folklore se puede extender a la medicina naturista, ¿no?

 

—Claro que sí; en cuanto saber empírico sobre si mismo y sobre la naturaleza. Hay un saber acumulado sobre las enfermedades y su tratamiento, derivados de la observación de ellas y de las cualidades de las plantas. Muchos de esos conocimientos son verdaderos y otros falsos. Constituyen un saber vulgar, precientífico. Pero el conocimiento de las virtudes de ciertas hierbas y de ciertos productos, son patrimonio utilizable que suple la falta de otros recursos.

 

—¿Utilizaste en vos mismo alguna vez ese saber popular?

 

—Todos más o menos lo hemos utilizado. No debe haber ningún oriental que no haya tomado marcela, carnicera o pastoduro.

 

—¿Conoces algún instrumento puramente folklórico en nuestro país?

 

—Bien pudieran ser los noques; las pelotas para cruzar los ríos.

 

—¿Y musicales?

 

—No sé.

 

—Volviendo a la música, tu respuesta anterior no me conformó. Decías que nuestro folklore se revela muy carente de expresiones. La respuesta no invalida totalmente esas expresiones y da a entender que existen.

 

—Naturalmente que sí. Solamente que la pregunta se refería a los hallazgos que había hecho como maestro para ser utilizados en mi labor. En ese caso, los hallazgos son escasísimos.

 

—Pero existen.

 

—Yo no los hice pero existen. Alguna milonga, algún estilo, que se pueden rescatar y en cierto modo utilizar.

 

—¿Recopilados?

 

Si, aunque esa no es mi labor y para la cual se necesitan conocimientos especializados.

 

—¿Utilizaste en alguna de tus canciones la recopilación?

 

—Musicalmente alguna vez si, porque aunque no soy recopilador siempre fui un oyente atento de las músicas populares, las cuales guardo en mi memoria.

 

—LA SERRANERA, por ejemplo, ¿es de tu paternidad?

 

—Yo creo que sí. Pero no veo en eso ningún mérito..

 

—¿Tiene algún parentesco?

 

—A mi modo de entender con la milonga y el pericón.

 

—¿Es folklórica?

 

—Es de raíz folklórica, y a lo mejor esa raíz es muy ramificada.

 

—No entiendo.

 

—La Serranera puede ser una variante de una forma musical que recorre toda América, como el corrido mejicano, el venezolano, las milongas argentinas y uruguaya. Es decir variantes locales de la misma forma.

 

—¿Y la forma madre -a tu entender de esas formas americanas, puede ser?

 

—El romance español.

 

—Las ramificaciones nos están llevando a España, y yo prefiero volver a nosotros. Por ejemplo: ¿puede ser nuestro paisaje, incluido, o influyendo en lo folklórico?

 

—Sí, cómo no, el paisaje influye en los hechos culturales. El es el medio natural, donde se desarrolla un tipo de cultura. Influye porque la cultura es la respuesta, entre otras cosas, a ese medio y los hechos folklóricos son cultura en el sentido antropológico, técnico del término.

 

—Pero hay algo regional autóctono que es anterior a la colonización.

 

Sí, la base física. El paisaje. Y además grupos humanos. Y del contacto de esos

elementos se crean respuestas y comportamientos distintos. En el caso nuestro esa

síntesis no se dio porque pese a que el elemento indígena aportó algo, no aportó su

música, que la tenía, porque no hubo integración.

El paisaje es el centro de la cosa y además la forma de agrupamiento.

Además el paisaje se transfigura en el hombre uruguayo y se da líricamente.

 

De ahí el hombre y su modo de expresión y sus motivos.

 

—El paisaje no como objeto, sino como pretexto.

 

—¿Para cantarlo y contarlo? Para cantarse y trasmitirse.

 

—En esencia para expresarse.

 

—¿Y en su expresión se integra al paisaje o es el paisaje quien lo integra?

 

—¿No seria importante aclarar la pregunta?

 

—Decías que el paisaje como objeto, no como pretexto, y decías también que en esencia para expresarse. Ahora bien, entre hombre y paisaje hay relación que trasmite el hombre al expresarse. Si nos asomáramos a mirar ambas cosas como si fueran colores, ¿cuál se tragaría a cuál?

 

—Es muy difícil contestarte, pero si nosotros consultamos la obra de los recopiladores e investigadores (porque es poco lo viviente que hay) entonces diríamos que en nuestro caso el paisaje físico pudo más que el hombre en cierto sentido, y el hombre mediante su expresión quiso decir sus preocupaciones, sus dolores, utilizando el paisaje como referencia. El paisano dice: fulano "es como campo de sierra" o sea con partes buenas y malas; toma el paisaje como referencia para expresar un juicio de valor en el que está implícito el paisaje. Temporalmente el hombre va tragando el paisaje (creando otro nuevo) porque lo modifica, igual que la lluvia y el viento, pero con voluntad. Y en la medida que se desarrolla culturalmente lo hace con más conciencia y sentido positivo.

 

Treinta y Tres, 25 de setiembre de 1972.

entrevista de Lucio Muniz
Treinta y Tres en quince nombres
Ediciones de la crítica
Montevideo, Uruguay, 1992

Ver, además:

                    Lucio Muniz en Letras Uruguay

Editado por el editor de Letras Uruguay

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