Mitoanálisis

El mito: su poder, o no poder

por Leopoldo Müller

Los sistemas de poder siempre estuvieron anudados a lo eterno. Según el mito, las crisis terrenas provienen del eclipse de lo divino.

 

La historia humana trata de las luchas y vicisitudes del poder; por lo menos eso creen quienes lo ejercen o aspiran a hacerlo. No lo discutiremos, pero es significativo comprobar que en todas las culturas los fundadores de ciudades-estados-imperios apelan siempre a un fiador, aval o garante del poder, cuyo mandato se ejerce aquí en la tierra como él o ellos lo hacen en el cielo. El vicariato es temporalea que el mundo humano es siempre ferrático, mutable, y por ende inconfiable.

 

Lo innegable es la invocación a la divinidad para el ejercicio del poder en todo lugar y tiempo, sin que ello implique el deber de moderación en el desempeño del mando o el destierro de la soberbia, la arbitrariedad y la crueldad. El poderoso de turno jamás osó sostener que el poder era inmanente a sus cualidades, sino trascendente, otorgado por un divino poderdante. Es que los humanos no acataríamos ningún poder de otro, con minúscula. Acatamos las leyes sólo si provienen de un Gran Otro, preexistente e incuestionable, en cuya sombra se ampara el poder. Ningún poder puede perdurar desnudo de cobertura; el reino nunca podría ser sólo de este mundo.

 

La invocación a la divinidad para el ejercicio del poder conlleva siempre una ideología, en el sentido lato del término, en la que figuran explicaciones paralelas del orden superior (el Cosmos, la Teogonia, la genealogía de los dioses) y del inferior, correspondiente al mundo de los mortales. En el tope de la pirámide celestial, el justo vencedor prodiga su saber por medio de su comisionado, a quien dona justicia, leyes, ciencia, artesanía e industria. Son modelos que los humanos deben seguir: los reyes y sus leyes son encarnaciones de las deidades.

 

Cuando falta el sacro respaldo

 

La cuenca del Mediterráneo nos permite rastrear el devenir de nuestra cultura, al igual que el oriente lejano donde el proceso sigue los mismos lineamientos del drama, apenas con variantes escenográficas e idiomáticas, pero no de la materia.

 

En sus monumentos, sus frescos y sus documentos escritos, la cultura egipcia ofrece impresionantes actos del drama eterno. Las posturas solemnes de los faraones reflejan una ideología compartida por los poderosos y los súbditos. El faraón se muestra en sus dos funciones, con el cayado del Buen Pastor y con la fusta de diestro jinete, conduciendo a los mandados en mérito a su propio origen. Y en la hora de su inmortalización, luego de su unión con la deidades, la divina simiente, sembrada en vientre divino, seguirá velando por los mortales bajo la tutela de misteriosas reencarnaciones (Ra, Osiris, Horus).

 

Otro tanto ocurre en Sumer, en Akad, en Babilonia. En la estela del Código de Hamurabi éste recibe las leyes de su protector, el dios Shamash, con no menos devoción que Moisés en el Sinaí. Estos mitemas se repiten en todas las culturas. Los humanos siempre fundamentan su ser en tiempos originarios.

Las épocas de crisis y turbulencias no son más que la demostración de lo que acontece cuando el Gran Aval queda abolido. Y cuando los estados se secularizan, la sacralización pervive en nuevas fórmulas: la Carta Magna, la Sagrada Constitución. Vox populi será vox dei, pero la divinización jamás se eclipsa. Frases como “L’Etat c’est moi” contienen tal dosis de obscenidad, que pocos de los más lascivos han osado confesarlo públicamente. Y aun así el solemne báculo del poder ha ido podándose de atavíos hasta ser apenas el bastón de mariscal despojado de otro revestimiento que la brutalidad humana y el amparo de la maza y el garrote, con el músculo como único sostén.

 

Es lo que la sagacidad mordaz de un dramaturgo ruso hace decir a un perplejo general asediado por la duda: “Si Dios no existe, entonces ¿qué clase de general soy yo?”, mientras manosea su bastón que se ve como un madero cualquiera, sin adorno alguno.

 

por Leopoldo Müller

 

Publicado, originalmente, en:  Jaque Revista Semanario - Montevideo, 16 al 22 de diciembre de 1983 Año 1 N° 5

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

Link del texto: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/3092

 

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