con
fulminantes acusaciones por los biógrafos (aun después que Simone de
Beauvoir y Sartre defendieron, en medio de una gran admiración pública,
la permisividad en las relaciones de pareja; después, también, que
François Truffaut llevó al cine Jules ET Jim y Las dos
inglesas, películas que han relatado historias de amor compartido
entre varios amigos.)
A la luz de sus ideas de paz, de comunidad de bienes y afectos y de
libre unión, Shelley, con sus largos cabellos al viento, aparece como un
precursor del movimiento hippy, aquella gran cruzada por la utopía que
recorre el mundo contemporáneo en la década de los 60.
Sostenedor invicto de la libertad
Los Shelley huyen al continente, luego regresan a las Islas Británicas.
Sin embargo, la persecución de que son objeto en Inglaterra a causa de
sus ideas y de su modo de vida es tan violenta que viajan a Italia,
donde Shelley muere en un accidente a los 29 años. Los periódicos
conservadores saludan su muerte del siguiente modo: "Shelley, el autor
de algunas piezas de poesía blasfema acaba de ahogarse. Seguramente
ahora sabe si Dios existe o no." O :"Ha muerto un discípulo ejemplar de
la academia de los blasfemos, los ínfleles, los seductores y los
lujuriosos." Sin embargo, también hay periódicos liberales que afirman:
"Mientras la libertad sea un valor en este mundo, se sentirá reverencia
por el espíritu de Shelley; con reverencia pronunciarán su nombre
aquellos que aun no han nacido, pero que nacerán libres".
Algunos poetas románticos conservadores, cuyos nombres hoy no significan
mucho, anunciaron, por ejemplo, que "el gran Ateo se había ido por el
camino del agua al fuego del infierno". Byron, en cambio, dice: "Sin
excepción, el hombre mejor y menos egoísta que conocí en mi vida. Todos
los demás parecían bestias al serle comparados." Tres de sus amigos (Medwin,
Hogg, Trelawny) se transforman en sus biógrafos entusiastas (aunque Hogg
no entiende en absoluto una de sus características más importantes: su
profético interés en la ciencia).
En 26, Piazza di Spagna, en Roma, se encuentra la Keats Shelley Memorial
House, un museo consagrado a Shelley, Byron y Keats, que publica
periódicamente una revista dedicada a estudiar siempre nuevos y más
actuales aspectos de sus obras. En la Vía del Corso, también en Roma,
puede leerse, en la casa donde los Shelley vivieron, que ésa fue
residencia del "Sostenedor invicto de la libertad, quien tuvo por
enemigo a todas la naciones de Europa".
El ecólogo y el científico
El tema de la naturaleza es el primero en llegar, durante la infancia,
en la mansión de Field Place. En el jardín de la residencia paterna
crecen toda clase de plantas y árboles. Varios lagos los duplican. La
campiña de Sussex y los arroyos vecinos al colegio de Eton completan la
educación ecológica de Shelley. Luego, a causa de la época histórica en
que vive, ama a la naturaleza a través de los poetas de su tiempo. La
primera generación de románticos ingleses siente por ella una especie de
adoración. Wordsworth publica La abadía de Tintern cuando Shelley
tiene seis años y la Oda a la Inmortalidad cuando éste cuenta
quince. Pero Shelley va más lejos que la generación anterior y crea un
verdadero "estilo científico-poético".
El interés científico que Shelley manifiesta desde la adolescencia no es
el de su tiempo. El siglo XIX se inicia marcado por la herencia del
Siglo de la Razón, que dio escasos frutos en materia científica, porque
no unió dicha razón a la imaginación; y es de esa alianza que nace el
genio auténtico, el Newton o el de Einstein.
Así, la enseñanza formal que, en materia
científica, recibe Shelley, es limitada y asistemática. Tanto en Sion
House como en Eton, los temas relativos a la ciencia son tratados de
manera extracurricular y enseñados por un profesor visitante. Pero el
profesor, Adam Walker, es excelente. Tiene la capacidad de mostrar esa
visión imaginaria, necesaria a tdfio gran descubrimiento. Shelley se
apasiona por los estudios sobre electricidad y química y hace numerosos
experimentos, algunos exitosos. Lee a Erasmus Darwin (antecesor de
Charles en la teoría de la evolución de las especies) y se entusiasma
con su propuesta.
Cuando llega a la Universidad piensa profundizar dichos estudios, pero
la ciencia tampoco es importante en el criterio de los académicos de
Oxford. Shelley asiste a todos los cursos paralelos que puede y
transforma en laboratorio su propia habitación. Con visión profética,
piensa que la ciencia puede darle al hombre más poderosas fuentes de
energía y de transporte y fertilizar regiones estériles; que, con ayuda
de la química, será posible elaborar nuevas comidas, capaces de
alimentar a millones de personas de manera balanceada y a bajos costos.
Finalmente, cree que la ciencia puede facilitar el trabajo humano, y asi
dejar más tiempo para el desarrollo de la vida social y afectiva, para
las actividades creativas y para la búsqueda desinteresada de nuevos
conocimientos. Hogg, amigo y biógrafo de Shelley, describe estos
anuncios como infantilismos. Sin embargo, el tiempo da la razón al
poeta- profeta, quien anuncia la fabricación de naves espaciales,
capaces de conducir velozmente al hombre por todos los caminos del
planeta.
Las investigaciones de Shelley se interrumpen con la expulsión de
Oxford, con la que pierde su pequeño laboratorio y la posibilidad de
asistir a los pocos cursos científicos que allí se dictan. Sin embargo,
continúa con sus experimentos. Se interesa por la astronomía, y sus
estudios en ese campo se reflejan en La reina Mab y en Prometeo, en
cuyos textos abundan términos provenientes de esta disciplina.
Imposibilitado de desarrollar sus dones científicos, Shelley los
transforma en una "ciencia-poesía", de la que es único maestro. A.N.
Whitehead, el físico y matemático contemporáneo, escribe en La ciencia y
el mundo moderno que "para Shelley, la actividad científica representaba
alegría, paz e iluminación.... Si hubiese nacido cien años después, se
hubiese transformado en un científico comparable a Newton." Sin embargo,
de acuerdo a Desmond King-Here, estudioso del poeta, Shelley no hubiera
continuado su carrera científica, porque no estaba en su espíritu
realizar trabajo alguno sin someterlo a un cuestionamiento moral. ¿Y
cómo habría podido tolerar semejante cuestionamiento la ciencia
contemporánea, que está siendo utilizada para generar una tecnología
aniquiladora del hombre, de las demás especies y del planeta mismo?
De todos modos, cabe señalar que son raros los escritores que figuran en
la historia de la ciencia. Pero aquellos que, como Shelley, tienen el
don de expresar una visión científica en términos poéticos, lo son
todavía más. Es difícil transformar la ciencia en poesía, por motivos
que hacen a la materia misma con la que trabaja el poeta: las palabras.
La ciencia tiene su terminología especializada y el escritor que desee
abordar temas científicos debe hacer comprensibles tales ideas a través
de nombres accesibles y de figuras que estimulen la imaginación. A
diferencia de Shakespeare, con cuya poesía la de Shelley a menudo se
compara, la de éste no aspira a captar la totalidad del mundo, sino a
investigar debajo de sus apariencias. Busca las relaciones causales
entre uno y otro aspecto de la naturaleza y transforma esos nexos en
unión metafórica. Así, la teoría científica se transforma en peldaño
para al salto imaginario.
Shelley es un gran contemplador de los
cielos: sus poemas Al viento del oeste, a la nube y a la alondra
contienen intuiciones científicas provenientes de la aerodinámica, la
astronomía, la botánica, la hidrodinámica y la meteorología. Pocos
escritores tienen tantos conocimientos pero menos han pensado en
transformarlos en sustancia poética, llena de un sentido reparador del
universo. Poeta de los cielos y de los climas, sus metáforas muestran la
secreta solidaridad del todo, anunciando la actual advertencia ecológica
en textos donde el destino de las nubes, los animales y los vientos
reflejan al del hombre en un decurso infinitamente transformador.
El verde
El interés que Shelley manifiesta por el cambio social se despierta muy
pronto y se expresa apasionadamente. En la adolescencia se rebela
abiertamente contra el sistema educativo propio de su tiempo. A partir
de entonces, empieza una lucha que dura toda la vida contra el
autoritarismo y la desigualdad bajo todas sus formas. Lee la Justicia
política de Godwin y se siente convencido por las acusaciones del
filósofo contra los privilegios de clase y el orden vigente en el
gobierno, las instituciones religiosas, la legislación y el comercio. La
pintura que hace Godwin de una utopía permeada por una benevolencia
universal lo impresiona profundamente. A estas ideas se suman las de la
importancia de una dieta vegetariana, que contribuya a mantener la
armonía entre las especies y la gran atención acordada a todo lo
relativo al medio ambiente. Dichas ideas, propias de un miembro del
Partido Verde nacido con doscientos años de antelación, son defendidas
con ardiente sinceridad en La reina Mab.
Sin embargo, cuando se publica por primera vez esta obra, Shelley
comprende que el lenguaje poético no es el indicado para el combate
político. Desde entonces confía en el vigoroso encanto de sus versos
para despertar sentimientos libertarios en los lectores. Pero expresa
sus ideas relativas a una reforma social a través de una serie de
ensayos en prosa, de creciente sabiduría. Desde 1812, en que sólo cuenta
20 años, los pasajes ingenuos se eliminan de sus escritos.
Lamentablemente, su Visión filosófica de la reforma permanece sin
publicarse durante 100 años, aunque sus panfletos se reimprimen
frecuentemente. En la Visión, Shelley propone abolir el ejército,
eliminando así una importante fuente de gastos. Para pagar la deuda
militar, propone confiscar tierras a los terratenientes. Desde el
momento en que la guerra napoleónica no fue responsabilidad del pueblo
sino de una clase privilegiada a cuyos intereses sirvió, Shelley
considera justo que sea esa clase la que se responsabilice por la misma
y no aquellos sectores de la población ajenos a las decisiones.
A pesar de que Shelley tiende a idealizar al hombre, a pesar de que
posteriormente Marx, gran admirador suyo, lo cita frecuentemente en su
correspondencia, es lo bastante realista como para percibir el peligro
que implican las revoluciones. Piensa que el poder obtenido por la
violencia corrompe y conduce tarde o temprano a los insurgentes a abusos
que ponen en peligro los logros revolucionarios y transforman en
absurdas las esperanzas puestas en ellos. Señala la probabilidad de que
nuevos grupos privilegiados se formen y retengan ese poder con
dictaduras tan autoritarias como las que destierran. De ese modo, parece
estar anunciando el destino del socialismo real. Para evitar las
consecuencias de la toma violenta del poder, llama a la defensa pasiva y
a la no cooperación. Le parece importante que los grupos privilegiados
desaparezcan gradualmente y sin derramamiento de sangre. En varios
sentidos, sus ideas recuerdan a las de Gandhi.
Muchas de las propuestas de Shelley, como la de la reducción de las
horas de trabajo o la prohibición del trabajo por debajo de determinada
edad, encuentran eco en leyes promulgadas sólo en el siglo XX. Otras, en
esta época de capitalismo triunfante y de pérdida (errónea) de
esperanzas en una sociedad más justa, continúan siendo caminos abiertos.
Mary
Si el pensamiento del padre de Mary Godwin ejerce notable influjo en su
época, el de su madre está siendo revisado por las estudiosas de la
mujer hoy en día. Mary Wollstonecraft (1759-1797) nace en una familia de
clase media. De niña defiende a su madre de los golpes de su padre. A
los 19 años se estropea los ojos cosiendo. Así surge su lucha contra la
pobreza y la violencia. Talentosa lectora, se hace maestra a los 20
años. Llega a la conclusión de que hombres y mujeres nacen iguales y la
expresa en su libro Reivindicación de los derechos de la mujer
(1792). Su tesis es la misma que, doscientos años después, propone
Simone de Beauvoir en El segundo sexo: no se nace mujer. La mujer
es hecha por la educación. Afirma la libre elección de la mujer en
relación a su cuerpo y a su materidad y aboga por el divorcio. Al pedir
que sean las leyes de Estado las que terminen con la subordinación
femenina, Mary Wollstonecraft confiere a su feminismo un corte netamente
contemporáneo. Al mismo tiempo, influida por las ideas de la revolución
francesa, rechaza las jerarquías sociales y escribe La reivindicación
de los derechos del hombre.
Es la primera escritora inglesa que logra vivir de su trabajo. A partir
de 1790 se dedica a la causa de las mujeres pobres y escribe su novela
María, donde compara las dificultades de una mujer de clase media
con las de una proletaria. En 1794, fuera del matrimonio y sin culpas,
nace su hija Fanny Imlay. Posteriormente se casa con William Godwin,
pero mantienen viviendas separadas. Muere a los 38 años al nacer su hija
Mary Godwin. La publicación póstuma de su correspondencia con Imlay, el
padre de su hija Fanny, la convierte en una paria ante la opinión
inglesa. La unión fuera del matrimonio es una indecencia y las penurias
sufridas por Mary Wollstonecraft son el castigo que merece su espíritu
innovador.
Así, desde la cuna, su hija Mary Godwin lleva una vida signada por el
genio y la rebelión. Su unión, inicialmente libre, con Shelley desafía
las convenciones de su tiempo y los pone a ambos al margen de la
sociedad. Las características de esa unión son todavía hoy sumamente
inusuales. Trabajan juntos, leen y corrigen mutuamente sus escritos y
mantienen una relación abierta de amistad y compañerismo. A los 17 años,
Mary escribe FRANKENSTEIN. Un tiempo después publica El último
hombre, novela referida al último habitante que, después de una
plaga, permanece sobre el planeta. A través de estas obras, se hace
evidente que Mary tiene conciencia aguda de la situación solitaria del
individuo en la sociedad industrial moderna; ésa que obsesiona los films
de Antonioni y de tantos artistas de este siglo. Como su madre, se
transforma en una escritora capaz de ganarse el sustento con sus
novelas, aunque su obra Frankenstein sigue siendo la más
recordada.
El propio nombre de Frankenstein se ha a convertido en sinónimo de
monstruosidad, a través de un desplazamiento que connota una potente
energía mítica. Desde los años 30, obsesiona a los cineastas, quienes
han adaptado la novela con tonos ora de horror, ora de comedia. El
interés suscitado por esta historia en la primera mitad del siglo XX
puede depender de las investigaciones encaminadas a prolongar la vida,
que estaban llevando a cabo Carrel y Lindbergh. El mismo puede
justificarse también por el ascenso al poder de Hitler y la política
"científica" llevada a cabo por su régimen. Pero, a parte de los
anuncios, que puedan leerse retrospectivamente, hay algo más en este
mito creado por una jovencita de 17 años. Ese algo es del orden de lo
fáustico, sin que Frankenstein sea un equivalente del arquetipo
protorenacentista: no es el afán de poder sino el afán de hacer
científicamente el bien, lo que lleva al desastre la creación del Dr.
Frankenstein. ¿Qué simboliza semejante monstruo ante la imaginación de
nuestro tiempo? Las respuestas pueden arriesgarse cuando se consideran
los efectos de algunas investigaciones científicas de estos tiempos.
No se puede comprender Frankenstein sin tener en cuenta el
combate contra la tiranía y la superstición llevado adelante por los
padres de Mary y por Shelley. Pero, a pesar de la admiración por las
teorías de Godwin y Wollstonecraft y de la adhesión apasionada que
siente hacia su marido, Mary conserva su independencia intelectual.
Aunque las ideas de Shelley activen su imaginación, esta escritora
adolescente es menos idealista en lo tocante al destino político de la
sociedad occidental. Por eso en Frankenstein hay una advertencia
contra una ciencia enceguecida, que puede transformarse en arma de
regímenes irresponsables o fanatizados y en terrible instrumento de
destrucción. A causa de su lucidez, de la intensidad con que plantea
problemas del mundo actual, Frankenstein, el Prometeo moderno es
considerado, más y más, como una obra maestra.
Rey de si mismo
Prometeo liberado, drama en cuatro actos, es el más extenso
trabajo de Shelley. En un tiempo, el poeta había compartido versión del
mito que cuenta Hesíodo, de acuerdo a quien el Titán trajo calamidad a
la tierra cuando robó el fuego del cielo. Así, la inocencia de una edad
en que el hombre no devoraría a las demás especies, habría terminado. La
solidaridad apasionada de Shelley por los otros seres vivos y su
preocupación por la preservación del medio le hizo escoger esta versión
como la mejor. Pero en 1819 prefiere la propuesta de Esquilo, de acuerdo
a la cual Prometeo aparece como benefactor de la humanidad. La
generosidad del Titán enfurece a Zeus y Prometeo es encadenado. Sin
embargo, en la tortura, no dice su secreto: si el soberano de los dioses
se une a Tetis, engendrará un hijo más poderoso que él y capaz de
derribarlo.
Shelley crea un nuevo mito. En su versión, Prometeo permanece en el
tormento hasta la caída del tirano, pero también hasta que él mismo
llega a ser "su propio rey": hasta que logra las cualidades que, en la
opinión de Shelley, acompañan la verdadera libertad. Prometeo consigue
absoluto control sobre su propio odio y "no desea el dolor de ningún
viviente", ni siquiera el de su opresor. Shelley cree en un "centro
luminoso de bondad" detrás de toda forma, por cruel o amarga que sea. En
ese sentido, Prometeo puede ser considerado una óptima exposición de los
ideales éticos del cristianismo. El Titán adquiere también la capacidad
de amar en un plano de igualdad a los demás y, especialmente, a su
compañera, Asia. En el mundo que surge a partir de su liberación, las
mujeres "hablarán con la sabiduría de los pensamientos que una vez se
les prohibió pensar, enfrentarán las emociones que antes se les prohibió
sentir y se transformaran en lo que en un tiempo temían ser, haciendo de
la tierra un cielo con su metamorfosis."
De este modo, de acuerdo a Shelley, la
auténtica revolución no viene sólo del cambio de sistema. Éste será
eficaz únicamente si el hombre ha pasado por una "revolución" interior,
que lo habilite para el control de sus emociones, la tolerancia hacia
sus semejantes y la capacidad de amar igualitariamente en el marco de la
pareja; en que adquiera, también, la capacidad de respetar y preservar
el plantea que habita. Surge así un estado anárquico en el que no se
reconocen clases sociales ni naciones y donde el hombre siente pasiones,
pero se ha liberado de dos de las más amargas: la culpa y el dolor.
El acto IV de Prometeo a la vez anuncia el mundo esperado y describe los
mecanismos de la Naturaleza con una precisión sin paralelo. Shelley se
siente atraído por la idea de que la vida se extiende hasta las menores
partículas y tiene un sentimiento intuitivo de las teorías físicas del
siglo XX. Su visión de miles de esferas en movimiento se parece a la
descripción científica de los átomos y de la danza de los electrones.
Así, como han señalado lectores provenientes del área de las ciencias
tanto como del de las letras, la idea de materia=energía atraviesa su
obra como una luminosa intuición.
Contemporáneamente, hay un saludo multidisciplinario al Prometeo de
Shelley. El experto el culturas clásicas Maurice Bowra observa que "nos
permite explorar regiones de las que Shelley es el descubridor y conocer
en su compañía una condición en la cual queda sellada la vieja guerra
entre poesía y filosofía. De ese modo, las pálidas abstracciones del
pensamiento analítico se revisten del resplandor de las entidades
visibles." El poeta W.B. Yeats señala a Prometeo como "uno de los libros
sagrados de la humanidad". El historiador del arte Herbert Read ve en él
"la mayor expresión de deseo de luz intelectual y de libertad espiritual
que le haya sido jamás ofrecida a la humanidad."
Sin embargo, tal vez Prometeo liberado necesite de tiempos en que se
vivan más altos valores para despertar todo el entusiasmo que merece su
canto de alegría y esperanza. Los tiempos que el propio Shelley anuncia
en la Oda al Viento del Oeste: los que siguen al invierno, los de
"la esplendorosa Primavera".
Referencias:
ALLEN CAVE, RICHARD (ed.) The Romantic Theater: an international
symposium. London: Colin Smythe, 1986
ANDERSON, BONNIE and JUDITH P. ZINSSER "Mary Wollstonecraft" Historia de
las mujeres. Una historia propia. Barcelona: Crítica. 1991. Vol II.
BAILEY, RUTH Vida de Shelley. Buenos Aires: Nova, 1945
BLOOM, HAROLD Los poetas visionarios del romanticismo inglés. Barcelona:
Seix Barral, 1974
BLOOM, HAROLS and LIONEL TRILLING (ed.) Romantic Poetry and Prose. New
York - London -Toronto: Oxford University Press. 1980
BOWRA.C.M. The Romantic Imagination. O.U.P.. 1950
ESCARPIT, ROBERT Byron et son temps. Paris: Pierre Seghers, SD
KING-HERE, DESMOMD Shelley. His Thought and Work. London-Ney York:
Macmillan, 1980
MAUROIS, ANDRÉ Ariel o la vida de Shelley. Buenos Aires: Losada, 1939
MELLOR, ANNE K. Mary Shelley. Her Life. Her Fiction. Her Monsters. New
York & London; Routledge, 1989
I POETI ROMANTICI INGLESI E L'ITALIA Roma: Palazzo Braschi, 1980-81
PURKIS, JOHN The World of the English Romantic Poets. London: Heineman.
1982
READ. HERBERT The Trae Voice of Feeling. London: Faber. 1953
REIMAN, DONALD H. and SHERON B. POWERS (ed) Shelley´s Poetry and Prose.
New York- London: W.V. Norton & Company, 1977
REVOL, E.L. "Los monstruos y el mito". Vampiros y otros monstruos.
Buenos Aires: Rodolfo Alonso, 1969
RIDENOUR, GEORGE M. Shelley. A Collection of Critical Essays. Yale
University: Twentieth Century Views, 1990
SECHE, ALFONSO Lord Byron. Buenos Aires: El Quijote, 1946
SHELLEY, MARY WOLLSTONECRAFT Frankenstein o el Prometeo moderno. Las
obras maestras de la literatura de terror. Buenos Aires: Rodolfo Alonso,
1969 Frankenstein. Three Gothic Novels London: Penguin Books, 1978 The
Last Man. London: The Hogarth Press, 1985
SHELLEY, PERCY BYSSHE Adonais y otras poesías. Buenos Aires: Los grandes
poetas, 1954 Poetical Works. London-New York-Toronto: Oxford University
Press, 1990
TRELAWNY, EDUARDO J. Shelley y Byron. Buenos Aires: Intermundo, 1945
WHITEHEAD, A.N. Science and the Modem World. C.U. P., 1926
YEATS, W.B. The Philosophy of Shelley's Poetry". Ideas of Good and Evil.
London-Ney York-Toronto: Oxford University Press, 1990
mes agosto 1992 |