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Lección del hornero

"Hornero" Furnarius leucopus
De "Nuevas fábulas"

Adolfo Montiel Ballesteros

Bien esta que los jugos de la tierra, que su alquimia misteriosa, las fecundas lluvias, la luz de los soles, el nácar de las lunas, nos ofrezcan el milagro de la flor, el regalo del fruto.

Bien que los néctares, los zumos de las flores recogidos por la abeja de oro, nos destilen la rubia miel.

Bien que la roca férrea, las arenas finísimas, nos filtren el agua, rindiéndola más limpia y mas pura.

Que el día encendido, la noche celeste, el dardo del amor, arranquen del corazón y la garganta del pájaro, maravilloso el canto!

Pero, poeta, la lección más honda esta en la labor y el júbilo, en el entusiasmo y la pasión del hornero.

Alguna laboriosa preocupación lo hizo llegar tarde cuando la naturaleza repartía sus dones. A él no le correspondieron sino pajuelas secas, ramitas deleznables, barro ...

Pero con eso compuso su poema: el prodigio de su palacio que no envidia la gracia, la seguridad y el arte de ningún arquitecto.

¡Poesía del nido, amor del hogar, vigor de la persistencia y, por sobre todo, como un oriflama lírico, el canto, el sonoro, jovial, limpio canto de todas sus horas!

Poeta, aprende.

Con e! barro humano, con lo despreciado, con lo ínfimo, construye, alegremente, tu fábrica duradera y bella!.

Y no olvides que, además, haciéndote los hados su elegido, te ofrecieron la divina materia del Sueño!

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