Llegaste a mi vientre hijo,
cómo una paloma en vuelo,
trayéndome la sonrisa
que supo tener tu abuelo.
El sin querer se ha marchado,
lejos, muy lejos al cielo
mientras yo miraba el mundo
con el dolor más inmenso.
Cuando mi vientre crecía
sonaba muy en silencio
con tu carita redonda
con tus ojos con tu pelo.
Le pedí a Dios mil veces
que cumpliera mi deseo
para aplacar el dolor
que fue casi un compañero.
Llegaste a mi vientre hijo
como una paloma en vuelo
despertando la alegría
que dormía en mis silencios.
Por eso mi amor te digo
con la piel y el sentimiento
que la vida es algo más
de lo que muchos creemos.
Hoy me miras y sonríes
regalándome el lucero
porque en cada gesto tuyo
seguirá vivo el abuelo.
|