Creer

Llegaste a mi vientre hijo, 
cómo una paloma en vuelo,
trayéndome la sonrisa 
que supo tener tu abuelo.

El sin querer se ha marchado, 
lejos, muy lejos al cielo
mientras yo miraba el mundo 
con el dolor más inmenso.

Cuando mi vientre crecía 
sonaba muy en silencio 
con tu carita redonda 
con tus ojos con tu pelo.

Le pedí a Dios mil veces 
que cumpliera mi deseo
para aplacar el dolor
que fue casi un compañero.

Llegaste a mi vientre hijo 
como una paloma en vuelo
despertando la alegría
que dormía en mis silencios.

Por eso mi amor te digo 
con la piel y el sentimiento
que la vida es algo más 
de lo que muchos creemos.

Hoy me miras y sonríes 
regalándome el lucero
porque en cada gesto tuyo 
seguirá vivo el abuelo.

Graciela Monteverde

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