Conversaciones |
2.- "El dolor del mundo". Elbio Rodríguez Barilari. |
ELBIO
RODRIGUEZ BARILARI
nació en
Montevideo, en 1953.
Narrador ( Posibles versiones, 1985;
Lugares
comunes, 1987). Ensayista.
Publicó, en
co-autoría con
Juan Capagorry
Aquí
se canta (1981).
Como antólogo Panorama
del cuento
paraguayo (1986).
Músico y compositor. Crítico
en diversas disciplinas
(teatro, música,
literatura). En los
últimos años
se ha
destacado su
labor periodística,
principalmente escrita,
así como
el permanente
ejercicio musical. El 22 de octubre de 1989 apareció en las páginas de El País de los Domingos (suplemento dominical del periódico El País de Montevideo) la siguiente entrevista, bajo el título El dolor del mundo. |
Sobre
LA ESCRITURA
Hablar
de la escritura en
un país
como éste
en el que tantas
veces se
habla y
se escribe
con ligereza,
donde la
función del
escritor es
prácticamente inexistente, como no
sea propagandística
e ideológica,
cuando se
escribe estacionados
en el
tiempo y
contra
la Historia,
puede parecer
ejercicio superfluo.
Y sin
embargo, no.
La Cultura
no importa
mucho en
Uruguay y
escribir importa
menos. No
es práctico,
no es
utilitario si
no es utilizable. Ser
escritor aquí
promueve a
risa o a tristeza.
Entonces, ¿para
qué escribir?.
Suscribo el
pensamiento de
Sábato cuando
dice: escribo para
resistir la
existencia. Es
otra forma
de decir,
con los
autores románticos
alemanes, que
la poesía en
mi caso
me llega
como “dolor
del mundo”,
como weltschmerz,
padecimiento que, al
estilo trágico
romántico, es también
insatisfacción existencial.
Se escribe,
cuando se
hace seriamente,
porque es
el destino y
no puede
ser de
otra manera.
Se sufre
el espacio
y el tiempo que
tocó vivir,
se atestigua
ese padecimiento.
La ironía,
el humor
cítrico, ayudan
a la
resistencia. Constituyen buena
forma de
crítica, también.
Cuando se
empieza a
conocer algo
de literatura
se comprende
que los
buenos escritores,
aquéllos que
se hicieron dignos
de memoria,
fueron los
que adquirieron
una conciencia
de lenguaje
que templaron
en la consecución de
un estilo
y en
la forja
de una
personalidad creadora. Sobre
LAS LECTURAS Inevitablemente, las lecturas
de la
modernidad : desde
el romanticismo
anglosajón a
las vanguardias
de principios
de siglo
y las neo-vanguardias posteriores.
Sin olvidar
a los clásicos, desde
luego, porque
¿hasta dónde
Dante no
es moderno?, ¿cómo Lawrence
Sterne no
se enlaza a
Joyce?, ¿de
qué manera
el neo-barroco
actual sin
Cervantes?, ¿Pound sin
los trovadores
provenzales, sin la
antigua poesía
china?. Y
la crítica,
porque el
signo de
la buena
escritura del
siglo es
esa conjunción
armónica que
se celebra entre
el creador
y el
crítico. Lo
saben Borges,
antes que
nadie, Octavio
Paz, T.
S. Eliot, Pavese,
Pessoa, nuevamente
Pound, para
nombrar algunos.
Creo también
que la
imagen cinematográfica
ha marcado
buena parte
de la escritura actual.
Wim Wenders,
por citar
un ejemplo,
puede ser
tan importante
en la creación de
un poema
como haber
leído a
Leopardi o
a Maiakovski. Las
letras de John
Lennon y,
claro, Bob
Dylan. Cada
vez más
se multiplican los
estímulos creativos
y una
imagen fija
en el
pensamiento aletea
viva como
una frase
o una
puesta de
sol en
el océano. Toda
forma viva
contribuye a
alimentar la
vida del
espíritu. Y
como dice
Leopoldo Marechal:
la inmovilidad
no es
del hombre : su
destino es
el viaje, la
exploración o
el buceo. Sobre
la RELACION
CON EL PUBLICO
Ese
maestro que
fue Goethe
lo dijo
bien: la importancia
del escritor
para el
público depende
más de
su carácter personal
que de
las artes de
su talento.
Las personalidades simpáticas despiertan
mayor atracción
que las
adustas o
serias. Es
difícil armonizar
carácter con
talento y
es triste
constatar que
muchas veces
se oscurece
el talento
de un
autor porque
su carácter
no lo
favorece. En
la agitación
de las
pasiones es
tan frecuente
que se
estime en
demasía a
un autor mediocre
porque es
humilde, bueno
y sonriente
como que
se desprecie a
un autor
talentoso porque
es soberbio,
serio y
mordaz. En
nuestro medio,
este factor
incide de
tal manera
que se
asciende, injustificadamente,
a figuras
menores en
detrimento de
creadores cabales.
Ahora que,
tratándose de
poesía, uno
se pregunta si,
en definitiva,
hablar de
un público
lector no
constituye otra
cara de
esa constante
utopía que
construimos. Sobre
la AUTOCRITICA En
términos generales,
debería ser
más practicada.
Se evitarían
muchas vergüenzas
nacionales. No
es común,
no es
objeto de
culto, se
habla de
ella pero
no se practica. En
cuanto a
mí, no refrendaría
algunos gestos
cometidos pero
afirmaría otros.
En lo
que respecta a
mi obra
no sé
hasta dónde
el autor
puede ser
su mejor
crítico pero
quisiera dejar
constancia de
una cosa :
mi obra
poética, en
su conjunto
- hoy en
proceso, desde
luego - obedece
a una
estructuración exigente
y exigida.
Quiero decir
con esto
que hay
un proyecto
de construcción y elaboración
de los
textos que
está trazado
sobre parámetros
de rigor.
La alternancia
de tres
personalidades creadoras
- Alvaro Miranda
y sus
heterónimos M.
Olivar Aranda
y Arno
Malvadari, anagramas
ambos del
primero - ha
permitido una
laxitud y
elasticidad del
lenguaje y,
a la vez, un
proyecto de
creación más
amplio. Cada
uno recorre
un camino
personal y
define un
perfil propio,
singularizado. Aranda
es otra
cosa que
Malvadari y,
a su
vez, ambos
difieren de
Miranda. Por
otra parte,
hay ciclos
que se
van cumpliendo
de acuerdo
con lo
estructurado originalmente.
Hay un
orden, un
plan trazado
que sólo
Dios sabe
si se ejecutará cabalmente. Sobre LA OBRA QUE SE ESTA HACIENDOEn
la multiplicidad
del quehacer
literario hay
dos vertientes
principales: la creación
poética, por donde
va la
mayor parte
de mi obra édita
y la
reflexión
crítica, el ensayo y
especies afines.
La heteronomia
permite que,
en el
plano creativo,
Olivar Aranda
y Malvadari
tengan este
año (1989)
su oportunidad
de edición
con sendos
cuadernos: La cochera de
Fairbanks del
primero y
Pánico
Púnico del
segundo. Ambas
Ediciones del
Mirador, sello
que dirijo,
que lleva
ya nueve
años de
vida1 y,
curiosamente, - tratándose de ediciones
de poesía -
sigue tan
campante. Por mi parte, mientras ellos se ocupan de la poesía, yo recopilo los ensayos publicados en revistas, periódicos, semanarios, etc. entre 1977 - años de publicación de mis primeros ensayos - y 1989. Los corrijo, expurgo de erratas y omisiones varias, les doy forma definitiva y preparo con el título de Atomismos y calcinaciones. Así se va haciendo mi camino. Como el olvidado Leon Bloy sigo mi vida, preparando e imaginando hermosos libros, sin saber si serán leídos ni por quién, pero seguro de cumplir así mi destino. |
Notas: 1- Nueve años, hacia 1989. Las referencias de este apartado remiten, obviamente, a las obras que se preparaban o publicaban en ese año de la entrevista. |
Elbio Rodríguez Barilari
Conversaciones
Versaciones Con - por Álvaro Miranda Buranelli
alvaro@alvaromiranda.com
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