Puede ser que tu isla, tan pequeña como es
no te brinde las oportunidades que necesitas
y mereces porque de lugares pequeños han salido
grandes voces y aun cuando no es suficiente
consuelo saberlo algo está demostrando:
la tierra de gigantes no es la única que da gigantes
pequeños lares propician obras inmensas.
El secreto es, una vez más, la belleza. Nunca
es patrimonio de alguna nación. Y en la minúscula isla
pueden faltar voces que te atiendan, ojos que te lean,
reconocimiento en la mirada, puede abundar la mezquindad,
la envidia, el menosprecio, pueden subestimarte o
escarnecerte, negar lo que mereces. Todo ello ocurre
en tu isla. Y te malogra y te duele.
Pero, sabes, has descubierto después de todos estos años,
por fin, que a pesar de todos los intentos por desmerecer
tu obra, puede existir un puerto firme para ella,
puede arribar a costas más preclaras, sin pasiones viles,
donde se verá lo que tú pusiste y la balanza pesará
el exacto valor. No desesperes, por tanto, trabaja.
El secreto está, una vez más, en la belleza.
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