camino polvoriento |
al
principio es un pequeño pueblo cercano a una montaña
y
hay una vida activa en él, los pobladores, que son pocos, viven
sus vidas, no demasiado felices ni animadas pero
todo es como el río: fluye con tranquilidad. Luego
llegan extrañas personas que no conoce nadie en el
pueblo llegan
y se instalan: una niña con un bebé que berrea
todo el día mientras
su madre, con aspecto de niña, grita, insulta,
grita sin parar, se
la ve muy nerviosa y hay un extraño vestido de negro
siempre, alto,
con sombrero y toga negros, camina por las calles de
polvo y
nunca habla. Los pobladores empiezan a cambiar y,
por consecuencia, la
vida en el pueblo cambia: ellos enferman de a poco
y no se sabe de
qué enferman, pero se les ve esperando, sentados y
vendados en
los bancos del parque, mirándose unos a otros o
mirando la montaña y
las camillas van, llevadas por las ramas de árboles
copudos, la
vida se estaciona y se detiene como un tren arribado
a destino y
no recuerdan nada de sus parientes ¿mi madre?
dicen; ¿mi
padre? dicen; ¿por dónde iba yo?; se despiertan de
sueños y
caen en otros sueños, hablan con los ojos cerrados “hubiera
deseado”, murmuran, pero la ceniza cae y todo es turbio ahora. |
Cámara profunda
Álvaro Miranda Buranelli
alvaro@alvaromiranda.com
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