aria |
de
pronto, en medio de la representación, cantó
nadie
lo había invitado, no era una pieza aburrida pero
empezó a salirle sola la voz y tuvo que pararse y
cantó, aunque no sabía cantar, y los siseos iban y venían para
hacerle callar, que no cantara, fue en un instante
crítico en
el nudo del conflicto dramático, el clímax,
la mayor
tensión, él
no quería cantar, era un uruguayo típico y educado por
la costumbre no
quería irse fuera de la norma, ser el diferente que
lo señalaran con el dedo: ahí,
ahí, ése, ése... ¿fue
su culpa si la voz salió sola y empezó a crecer? había
una larga historia de represión en todas sus vidas, en
esas vidas que miraban la representación ¿por
qué tenía que romper la monótona armonía de los
tiempos? ¿esa
actitud rechinante? ¿no cantaría mejor, solo, en el baño? ¿por
qué empezó a cantar en medio de la representación? los
otros habían pagado para ver la representación, nunca
para oírlo, los
otros habían destinado parte de su valioso tiempo a ver
la representación, no
se habían vestido tan bien para oirlo cantar no
estaban para cantos y ¿era el canto de quién? sí.
¿quién cantaba?, que se callara, que dejara avanzar
la representación hacia
el desenlace, querían saber quién era el asesino o
reírse, reírse de quien era el asesino ¿a
quién le importaba que él cantara? pero
la voz le salió, débil y extraña al principio misteriosa
después, como un hilo sublime que recorriera
todas las espaldas, la
voz fue, en medio de la representación, y los otros sonidos se apagaron. |
Cámara profunda
Álvaro Miranda Buranelli
alvaro@alvaromiranda.com
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