y al final llegaste
lúbrica y justito cuando
la medianoche se desflecaba
contra tus alevosías
llegaste ondulando la cola
tus brasas derritiendo todos los rincones
leona de la metro
el primer cintazo te lo apliqué
al costado norte del frontispicio
y cuando tu zarpa rasgó mis vestiduras
las patas de la silla te flajelaron
un poquito para abajo
del esternón
alacrana
arrancaste a puro diente
de la pared
el soneto de la crespa tempestad del oro undoso
y el hombre de cuatro brazos
que nos dedicara leonardo
oh ciclomotora de verdulería
y cuando se fueron lejos
los últimos vientos de la madrugada
tarareábamos bajito
la polkita del espiante
la melodía de arrabal
y el amor no es
un asunto solitario
tarada mayestática |