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La idea –que estamos lanzando al
aire nosotros, ahora (y perdonen la poca modestia)- se justifica y
apoya en el dato siguiente: Montevideo tiene, según datos de la
Intendencia capitalina, decenas de miles de casas y apartamentos vacíos,
cerrados, que pasan los años y siguen sin ponerse en venta o alquiler.
Es un problema endémico ya, que es uno de los factores responsables del
encarecimiento excesivo de los alquileres y los precios de venta en esta
ciudad, cuya solución sustancial pasaría por una ley que obligara a los
propietarios –mediante impuestos a los inmuebles ociosos- a ponerlos en
el mercado.
Y la
propuesta concreta la pensamos para alguna o algunas zonas especialmente
elegidas, como puede ser el área céntrica que será el futuro Barrio de
las Artes, que tiene por eje la calle Soriano entre Río Branco y
Ciudadela; o también partes de Goes, Aguada y Arroyo Seco cercanas al
renovado Mercado Agrícola. Y consiste en elegir en esas áreas
apartamentos o casas, adecuadas para el caso, que puedan ofrecerse a
artistas plásticos, músicos, teatreros (actores, directores,
dramaturgos), danzarines, escritores, artesanos. Podría ser para atelier
o taller o estudio o espacio de ensayos, y o también simultáneamente
para vivienda, por un plazo de tres años en principio. Y la
contrapartida: el pago de impuestos municipales, y el aporte como
artistas al barrio mediante actuaciones, talleres, charlas, páginas web;
la consigna debería ser: un aporte concreto y palpable a la comunidad
donde está el inmueble. En caso de cumplirse rigurosamente con el
acuerdo, quedaría el inmueble para usufructo del artista sin plazos.
Los
beneficiados pueden ser en su mayoría artistas nacionales, pero con un
porcentaje abierto a extranjeros. Y debería elegirse mediante jurados
–idóneos y ecuánimes- en cada rubro. Y no necesariamente tendrían que
ser nombres nuevos, o jóvenes.
Además de
lo que puede significar esto para cientos de artistas, esos barrios se
beneficiarían en su calidad de vida al tener menos inmuebles vacíos y al
recibir un contingente calificado de vecinos vinculados a la cultura. Y
ni hablar de las proyecciones de estos trabajadores culturales a cada
zona.
Lo
planteado no es un imposible. Bastaría con la mínima voluntad política y
la coordinación de esfuerzos entre las áreas de cultura municipales, el
ministerio correspondiente, también el de Turismo, con el apoyo además
de, Ministerio de Vivienda, las áreas de urbanismo de la IMM, y otros
organismos que puedan sumar a este esfuerzo.
En
síntesis: de lo que se trata es de volver a relacionar lo artístico, lo
urbanístico, la calidad de vida urbana, en una apuesta a la utopía.
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