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Una obra mayor |
El
último libro de Ricardo Prieto, “Lugares insospechados”, constituye
la culminación de su labor narrativa hasta el momento. Notorio por
ser uno de los dramaturgos uruguayos más reconocidos por la crítica
y el público tanto en el país como en el exterior, tiene además en su
haber novelas (como “El odioso animal de la dicha”, “Pequeño
canalla” y “Amados y perversos”) y libros de relatos (caso de
“Desmesura de los zoológicos” y “Donde la claridad misma es noche
oscura”) estimables por su profundidad y rigor artístico. Con
este libro, el autor alcanza un nivel que lo ubica, a pleno derecho, como
uno de los mejores narradores rioplatenses. Siete
cuentos y una “nouvelle” integran este volumen. Seis de primeros
tienen la peculiaridad temática de incursionar en el revés de la trama
de ese microcosmos en que ha devenido Pocitos dentro del laberinto urbano
de Montevideo. Los puntos altos de esta serie los encontramos en El Turco,
entrañable y patético retrato de un característico rentista que fue próspero
y no asume su etapa decadente, y en Postres, fascinante retrato de un
encuentro social de gente rica y refinada que deriva poco a poco en un
ritual perverso y sutilmente impúdico. Madre,
Hijo y Espíritu Santo se desarrolla en un decadente edifico céntrico (ámbito
recurrente en la narrativa y el teatro de Prieto). El proceso que sufre el
profesor Odiol, que gracias a su interés por la extraña anciana que
tiene como vecina logra trascender el estigma y la cruz de una vida patética
junto a su mujer, una criatura mediocre y ordinaria, se puede ubicar
—sin exagerar— en la estimable tradición de la literatura que
encierra claves iniciáticas (la que se remonta a la peripecia del Odiseo
homérico, y tiene exponentes notables en el siglo XX como el Cónsul
de”Bajo el volcán” de Malcolm Lowry). Por
fin, la nouvelle que cierra el libro, Un hombre de mundo, tiene un
comienzo digno de un maestro del suspenso, para adentrarse en el corazón
de un personaje extraño, donde los elementos paranoicos y el afán de
poderío de dan la mano. Un caserón del Prado, un entorno melancólico,
desolado y misterioso, un puñado de marginales en una mansión en ruina
que parecen emerger de un cuadro de El Bosco, son todos ingredientes para
uno de los mejores relatos de la literatura uruguaya de hoy.
“Lugares insospechados” de Ricardo Prieto. Ed. Alfaguara, 2007. |
Alejandro Michelena
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