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Piria: empresario y Alquimista |
Francisco
Piria cumple en el "imaginario" uruguayo roles diversos. En
primer lugar es el ejemplo más claro del empresario emprendedor y
productivo de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Pero también fue un
pionero, un visionario, y una figura nimbada de misterio y vinculada a la
alquimia Pina
fue pionero en la venta a plazos de terrenos. Compraba, allá por los años
de 1890, tierras baratas en zonas suburbanas y hasta rurales; las
fraccionaba y creaba barrios nuevos al alcance de los bolsillos
populares. Su gran aliado fue el tranvía eléctrico, que unió esas
urbanizaciones con el Montevideo céntrico. Así fue que nacieron
Belvedere, Nuevo París, parte de La Teja, Pérez Castellano, Porvenir,
Jardines del Hipódromo, Jacinto Vera, La Comercial y decenas de otras
barriadas. Como rematador -el primero en utilizar publicidad masiva- hizo
mucho dinero. Pero
fue también pionero en otro rubro. Compró una estancia costera, cercana
a la localidad de Pan de Azúcar, y en lugar de dedicarse a la producción
ganadera apostó a la explotación de las canteras de granito del cerro
del mismo nombre. Construyó un puerto, y desde allí envió su producción
a Buenos Aires y Montevideo, multiplicando de esa forma –en carácter de
proveedor de adoquines para calles y avenidas- su ya considerable
fortuna. Cuando
su industria de adoquines estaba en el mejor momento, tuvo la ocurrencia
de construir en la costa, frente a su establecimiento, un balneario al
estilo de la Costa Azul francesa. Hay que tener en cuenta que mientras en
Montevideo, Ramírez y Pocitos recién surgían y Carrasco era sólo
arenales, él construyó la rambla y el Hotel de Baños, instalando
equipamientos que fueron modelo en su momento. Paralelamente comenzó a
traer en barco desde Buenos Aires a cientos de veraneantes, que ni
siquiera pasaban por Montevideo. También en ese emprendimiento logró un
éxito rotundo. En
años más recientes, la figura de Francisco Piria comenzó a tener otro
perfil que a muchos pudo resultar insólito. Nos estamos refiriendo al
Piria "alquimista". Se han escrito decenas de artículos
analizando la relación del creador de Piriápolis con ese antiguo
conocimiento. Tanto su palacete montevideano (actual sede de la Suprema
Corte de Justicia), como el castillo que -años antes- había construido
cerca del Pan de Azúcar, muestran símbolos y signos que remiten a los
saberes esotéricos. Los entendidos en esas materias afirman que en toda
la geografía de Piriápolis aparecen -mimetizados en edificios y
monumentos- los pasos e instancias del trabajo alquímico. No faltan por ejemplo las esfinges, que remiten a lo enigmático y también a la sabiduría esencial de la Naturaleza. Tampoco están ausentes los leones, -emblemas del fuego alquímico-, números significativos y hasta un Ave Fénix, símbolo del renacer. La propia orientación del castillo respeta las corrientes magnéticas planetarias, como lo hacen las grandes catedrales góticas. |
Alejandro Michelena
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