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Perlas ciudadanas |
La calle de
los tilos Casi
nadie la conoce, aunque sí saben de ella los montevideanos muy veteranos,
que pueden recordar que por los años treinta los vecinos de Palmar entre
Duvimioso Terra y Joaquín de Salterain debían hacer guardia en la época
en que los tilos que adornaban la calle, todavía jóvenes, eran muy
visitados por vendedores de yuyos en busca de mercancía gratuita... En la
actualidad los tilos han crecido de tal forma que Palmar parece en las
tardes soleadas un túnel, y los días de lluvia mansa se puede caminar más
de una cuadra por allí sin mojarse. Un atractivo más, al fin de la
primavera, es el aroma que al atardecer (si hay viento mejor) producen los
tilos en flor. Monumento
al maestro En
un costado del Parque Batlle (o de los Aliados, que era su antiguo
nombre), a la altura de Ricaldoni y Avenida Italia, se encuentra este
interesante conjunto escultórico, obra de Bernabé Michelena. Está
ubicado en los altos de la ya tradicional placita con juegos infantiles y
se integra al pasaje y al espacio como pocos monumentos de nuestra ciudad.
La figura central es la maestra, con los brazos abiertos, realizada en
gran tamaño para que se destaque entre los árboles y se vea desde lejos.
Por detrás, en un friso que se va escalonando en distintos tamaños
–acompañando la pendiente del terreno– se ven bajorrelieves que
ilustran diversas instancias de la tarea docente, en el aspecto humanístico
y científico. La obra es de granito, material que armoniza perfectamente
con la concepción monumental del conjunto. Canteras
del Parque Rodó Un poco más al centro, donde está el Teatro de Verano, nos encontramos con una zona menos bucólica que Plaza Virgilio, pero que significa para los habitantes de los aledaños del parque y del Barrio Sur un cercano rincón oxigenante. Por delante está el río, por detrás la enorme extensión verde del Parque de Golf. Hay rocas y barrancas donde, sobre todo en días de otoño o de verano algo fresco, se puede tomar mate tranquilo haciéndose la ilusión de estar en pleno campo (con el agregado del mar). |
Alejandro Michelena
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