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Nancy De Vita: insoslayable voz del tango [1]
Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

Luces de Buenos Aires

—Nancy, ¿una buena etapa de tu carrera estuvo vinculada a Buenos Aires?

Hubo en Montevideo un muy buen representante de artistas que fue Juan Carlos Solá. El traía grandes espectáculos de la Argentina. Eso pasó por ejemplo con Grandes Valores del Tango, que se estrenó en el Palacio Peñarol.

Solá siempre se preocupó por incluir a los artistas uruguayos, y ahí tuve una buena oportunidad. Lo interesante es que promovía realmente a las figuras que trabajaban con él; las hacía viajar a Buenos Aires a modo de intercambio con artistas que venían de allá.

— ¿Fue necesario para ti tener un buen representante?

Sin duda. Por todo lo dicho y por la posibilidad de participar de festivales de la canción como los de Piriápolis y Parque del Plata. Cuando fui a Buenos Aires lo hice al comienzo en los Sábados Circulares de Mancera, donde pude codearme con los grandes. Después llegué a trabajar en Grandes Valores del Tango, lo que para mí fue ya lo máximo.

— ¿Y después, cuando estuviste residiendo en Buenos Aires, también fue Solá quien te llevó?

Yo iba y venía al principio, pero luego hubo otro representante que trabajaba con muy pocos intérpretes. Fue por su intermedio que pude llegar a residir en esa gran ciudad. Me llevó para actuar en dos lugares: Sansouci, en la calle Corrientes, y Cabaret, en Marcelo T. de Alvear y Florida. Los famosos bailarines Gloria y Eduardo dirigían el espectáculo en este último recinto de la noche, donde confluían luminarias de primer nivel como Ruth Durante y Dany Martin, con la dirección musical de José Colángelo; allí me hicieron una prueba y quedé integrando el espectáculo. Para mí fue una gran satisfacción artística.

Rubén Castillo, el gran culpable

—Volvamos un poco atrás. ¿Cómo llegaste a cantar tangos? Tú perteneces a una generación que, en los años sesenta, no sentía como atractiva la música ciudadana.

Yo empecé casi por casualidad. Estaba trabajando con Rubén Castillo en Discódromo, donde nos habíamos juntado un grupo de chicos y chicas casi adolescentes. Yo cantaba un repertorio de tipo internacional, con boleros y baladas, y sobre todo las canciones del Club del Clan que estaban en pleno auge. La barra de Discódromo representaba precisamente una réplica uruguaya a ese fenómeno porteño. A mí me gustaba cantar los temas de Violeta Rivas y Estela Rabal. ¡Todos éramos tan jóvenes entonces! Rubén nos seleccionó porque buscaba darle a Discódromo un perfil y un clima juveniles. Yo seguí un tiempo allí, y cuando ya tenía como diecisiete años es cuando Miguel Angel Manzi comienza en Canal 4 un programa que hizo furor que se llamó Sábados de Tango. Manzi siempre me veía con Castillo, y un día me dice: "Te voy a invitar a que te cantes un tango en mi programa". Yo no tenía noción de lo que era interpretar bien un tango; mi madre siempre había tenido el sueño de que lo hiciera, y por eso me había enseñado el tema Frente al mar, que justamente en esos momentos era muy oído. Me animé a ir al programa y canté. Parece que lo hice bastante bien, en ese marco donde actuaban tantas figuras de renombre, y a partir de allí los periodistas especializados empezaron a hablar de que "había surgido una figura joven", que "cómo sentía el tango", y que "por qué razón no me dedicaba a ello". Pero en realidad fue Rubén Castillo el culpable de mi decisión definitiva; él me vio y oyó en el programa de Manzi, y me confesó luego que mi voz se prestaba admirablemente para el tango, que ese era a su criterio mi camino artístico.

— ¿Y cómo sigue tu romance con el tango?

Fue a instancias de Castillo que me buscaron un repertorio adecuado en la discoteca de Radio Sarandí. Me hicieron escuchar entre otras cosas los primeros temas de Eladia Blázquez, como Sueño de barrilete, que fueron las canciones que iba a incluir en mi primer Long play. Así empecé, y luego tuve posibilidad de asistir a un festival de tango en la frontera con Brasil, entre Rivera y Livramento. Allí me presento con un tango de Alberto Mastra con música de Toto D'Amario. Mastra, enorme letrista, escribió especialmente para mi presentación en ese evento. Tuve la suerte de ganar ese Festival de la Frontera, lo que constituyó un paso auspicioso. A partir de este logro, RCA Víctor me contactó para que grabara con ellos. De ahí en más vendrían otros festivales, y ya me encontré inmersa en una intensa trayectoria artística.

Qué tango hay que cantar

-¿Hubo otros autores, aparte de Mastra, que escribieron para ti?

Federico Silva fue uno de ellos. Recibí una mención especial en el Festival de Parque del Plata con un tema suyo, que se llamaba Nuestro puñal. Era un autor con una veta muy romántica, con el cual sintonicé en forma excelente. Tuvo además en cuenta mi edad de entonces; me escribió especialmente un tango que se titulaba A los Dieciocho, que luego incluí en mi primer Larga Duración.

-¿Y qué del repertorio tradicional? ¿Con qué temas te sentiste más afín?

En cuanto cantante siempre fui muy temperamental. Me gusta el tango tradicional, pero también he abarcado la vanguardia. Me gusta renovarme, y en ese sentido me atraen aquellos temas que pintan más verídicamente el presente, que no se quedan en los tópicos del pasado. Es tal vez una forma de acercar el tango a las nuevas generaciones.

-¿Y los monstruos sagrados? ¿Los clásicos?

Me atraen por supuesto Homero Manzi, Cátulo Castillo y Discépolo. Pero en general me agradan los tangos sentimentales, los que van a las esencias de la vida.

-¿De tus colegas, con cual te has sentido más afín?

A mí me atrajo siempre la personalidad, el estilo y el repertorio de Virginia Luque. Es una figura que me llega muchísimo, que interpreta sus temas casi a un nivel "teatral". Me llega también María Garay. En términos generales, me gusta el "decidor" de los textos mucho más que el mero virtuoso de la voz. Entre las voces masculinas es a mi criterio insoslayable la de Rubén Juárez.

-¿Y de las figuras femeninas del pasado?

Tita Merello, sin duda. También en su estilo Mercedes Simone. En este momento se está volviendo en Buenos Aires al repertorio de aquella época, y lo hacen intérpretes jóvenes, lo que es muy interesante. 

Nancy De Vita, en su extensa y destacada trayectoria ha compartido las marquesinas con estrellas indiscutibles como Roberto Goyeneche, Roberto Rufino, Argentino Ledesma, Ruth Durante, Héctor Maure, Virginia Luque, Alberto Castillo, Nelly Vázquez, María Graña, María Garay, Raúl Lavié, Hugo del Carril, Pedrito Rico, las parejas de baile Gloria y Eduardo y Nélida y Nelson, Mercedes Sosa y Edmundo Rivero. También compartió espectáculos con Mariano Mores, y fue dirigida musicalmente por el maestro José Colángelo.

Ha realizado giras por el Brasil, y en México tuvo un contrato de tres meses que la llevó a actuar en Patio de Tango, en el Distrito Federal, y también en Acapulco. En la capital azteca tuvo además presentaciones en el Canal 2 de Televisa.

[1] Esta entrevista, que ahora difundimos en Letras en versión depurada y actualizada, fue publicada originalmente en el periódico Periscopio.

 
Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com
 

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