Lugares de la costa céntrica

Crónica de Alejandro Michelena

alemichelena@gmail.com

La escollera Sarandí 

Es prácticamente la continuación de la calle del mismo nombre. Se trata de un largo muelle, que conforma una de las fronteras del Puerto de Montevideo. Ideal para ir en las tardes de domingo no demasiado calurosas; si se es afecto a la pesca, tanto mejor, pues la Escollera es ya uno de los centros de reunión tradicionales para los pacientes que se animan a esperar horas que los peces se dignen picar. Por otra parte, resulta un atractivo especial ver de un lado las aguas mansas de la bahía y del otro las a veces nerviosas del Río de la Plata. Desde la punta, la entrada de los buques resulta tan cercana que los mismos casi parece que pudieran tocarse.

Para los fanáticos del "ojo mecánico", pueden ser interesantes las fotos de Montevideo vista desde la perspectiva de la Escollera, con la Ciudad Vieja abriéndose en abanico, el Palacio Salvo y los edificios del centro al fondo. 

El Cubo del Sur 

Del otro lado de la Ciudad Vieja, en la parte del Río de la Plata y a la altura del Templo Inglés, se encuentra el paseante ramblero con el Cubo del Sur. Este era uno de los bastiones que formaban parte del sistema de fortificaciones coloniales de nuestra ciudad. Hoy por hoy es uno de los pocos vestigios que se conservan –junto con las bóvedas, la puerta de la Ciudadela y un trozo de muro que se puede ver a la altura de Buenos Aires y Bartolomé Mitre– de lo que fue aquella obra de ingeniería militar con que la ciudad-puerto se resguardaba del "bárbaro país" que tenía a sus espaldas. El Cubo estaba integrado a las defensas para ataques desde el mar, y aún mantiene alguno de sus cañones asomándose.

En las horas diurnas es una buena atalaya para contemplar las barcazas que entran lentamente al puerto o el pausado vuelo de las gaviotas; en la noche, se transforma en el escenario de batallas de amor que protagonizan siempre dos o tres parejas amparadas por los amplios muros, la oscuridad y la protección del viento que propicia la hondura de sus almenas.

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