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Resonancia en la orilla de enfrente |
Incesante Buenos Aires |
En nota anterior pretendimos acercar en algo el clima del Buenos Aires de hoy, a sabiendas de que no era posible lograr tai cosa en un solo articulo. Por eso puede ser válido aventurarnos nuevamente en el tema, aunque haciendo esta vez hincapié en los fenómenos culturales. Uno de los posibles comunes denominadores que marcaron el latido cultural de esta ciudad en los últimos meses, fue el pasado inmediato y su evocación e intento de análisis. Así proliferaron las obras de teatro que aludían o se embarcaban más o menos directamente en el tema de los desaparecidos, las que fustigaban de diferentes modos la penosa realidad socio-económica, y no faltaron incluso las referidas a las Malvinas. Esto —que en su carácter obsesivo ya no se da en materia teatral, pues se puede ver un Chejov como "La dama del perrito", y por otro lado una pieza titulada "Proceso al inocente" (cuyo subtítulo aclaratorio es, ¡oh manes del destape!, "Muerte de un gay")— prosigue en ámbitos diferentes, por ejemplo el de los libros. Las librerías bonaerenses han vuelto a colocar en primer plano el libro nacional, erradicado casi, en los años duros del Proceso. Pero en ese contexto se publicitan y destacan por sobre todo títulos como "Carta esperanzada a un general" de Marcos Aguinis, o los diferentes volúmenes que penetran de variadas formas el problema de la guerra sucia y sus consecuencias, o libros dedicados a la denuncia documentada del horror como el del periodista Jacobo Timmerman, o alguno incluso, a la glorificación del mismo como el increíble libelo de Camps. La literatura, como no podía ser de otra manera, ha sido receptiva —en poemas y cuentos innumerables— al examen de conciencia de una sociedad que pasó de la parálisis del miedo a la certeza de que la barbarie que albergaba en su seno era aún peor de lo sospechado. En otros planos también se proyecta esta tendencia. En cine, sin haber todavía producción autóctona sobre los perentorios temas argentinos, las multitudes se volcaron a ver "Missing (Desaparecido)", un filme de Costa-Gavras que trata sobre el sonado caso de un joven norteamericano que un poco después del golpe de Pinochet en Chile desapareció. Las revistas se disputan las entrevistas a sobrevivientes de los diferentes "chupadores" de gente que el régimen militar puso a funcionar a lo largo y a lo ancho del país; lo hacen, en general y lamentablemente, apelando a lo sensacional, lo morboso, el impacto que logre muchas ventas (en esto han caído sobre todo las publicaciones masivas de siempre, las que ayer no más hacían, campañas cuyo eslogan era: Los argentinos somos derechos y humanos...). Pero Buenos Aires es incesante y compleja; no se la puede imaginar estática. Recuperándose de las heridas de los años infames que por mucho tiempo le dejarán como secuela pesadillas de variado carácter, se reacomoda en estos primeros tiempos de la democracia, volviendo a ser por momentos nuevamente esa urbe proteica e inquieta que hace unos diez años conocimos. Nacha Guevara vuelve con su espectáculo "Aquí estoy" al teatro Coliseo, y quedan atrás las bombas que empañaron su última presentación porteña allá por el 75. En el Estadio Obras se puede ver y oír desde hace pocos días a los esperados Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, como no hace tanto ocurrió otro tanto con Daniel Viglietti. Se está dando en estos momentos el acontecimiento del estreno —en varias salas en forma simultánea, como es de estilo— de ''Gracias por el fuego," la última película de Sergio Renán que está basada en la novela homónima de nuestro compatriota Mario Benedetti. También a nivel cinematográfico, y como ejemplo de la atmósfera que se respira en esa ciudad, se puede ver en el cine Lorca un ciclo de homenaje a Sergei Eisenstein que incluye títulos como "La huelga" y "Octubre". En los escaparates de la calle Corrientes —aparte de los libros ya nombrados— tenemos desde fines del año pasado "Los autonautas de la cosmopista", la última obra de Cortázar, escrita en colaboración con Carol Dunlop, su última esposa. También la nueva edición aumentada de "Las venas abiertas de América Latina", que cimentó la fama literaria del uruguayo Eduardo Galeano. Y no faltan los usuales volúmenes dedicados al peronismo, a los que se agregan después del triunfo de Alfonsín algunos que se refieren al radicalismo. Mientras tanto, las librerías "de viejo" de Avenida de Mayo o del barrio de Montserrat buscan colocar estratégicamente entre el curioso pandemónium de títulos y autores que ya nada dicen hoy, alguna primera edición de Elías Castelnuovo o César Tiempo, o de cualquiera de los otros escritores del legendario grupo de Boedo, quizá como un modo de estar al día con las apetencias de un público más o menos masificado en sus gustos y que hoy busca novelas y ensayos de preocupación social del mismo modo que ayer llevaba su Borges bajo el brazo. Y más que nunca se notan en esa gran ciudad las abismales diferencias de siempre. Es que Buenos Aires se ha latinoamericanizado y ya no puede, como antes, matizar sus contrastes con el mullido colchón social de una clase media más o menos próspera. Martínez de Hoz y otras plagas mediante, hoy responde un poco más que ayer al país real. |
Alejandro
Michelena
alemichelena@gmail.com
Texto publicado, originalmente, en "Cinco días" (Montevideo), 10 de abril de 1984
Cedido
por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras
Uruguay, por su editor, el día 25 de julio de 2013.
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