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"Animal de palabras", de Carlos Martínez Moreno, Ed. Arca, 1987, 138 págs. |
Impecable madurez de un narrador |
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Desde hace un tiempo circulan en nuestro
medio, en ediciones nacionales, los dos últimos libros de Carlos
Martínez Moreno. Se trata de la controvertida novela "El color que el
infierno me escondiera" (aparecida) en México en 1981 y dada a la
imprenta aquí por Monte Sexto), y del volumen de cuentos que hoy nos
ocupa, que es de Arca. De por si es un hecho estimulante, casi un acto
de justicia cultural, el que un escritor que prácticamente había
desaparecido por años de las librerías montevideanas —por censura en
parte y también por agotamiento de sus títulos de los sesenta— vuelva
ahora a través de los dos géneros literarios en que se destacó. Este libro, "Animal de palabras", reúne nueve cuentos de su última producción, cuatro de los cuales se han editado antes ("Benegas veo" en la revista "Crisis"; "La máscara", ganador del Concurso de cuentos de la Universidad de Puebla, en "Cuadernos de Marcha"; "Los pieles rojas" y "Los candelabros", que incluyera en su última novela como capítulos). El resto es estrictamente inédito, siendo su lectura un interesante acercamiento al proceso de escritura del autor durante la última década. |
La primera impresión que se obtiene de la lectura de estos relatos, es la permanencia de un rigor conceptual y de una voluntad de estilo que le dieron perfil a la obra anterior de Martínez Moreno. Están presentes sus temas recurrentes, como por ejemplo los vinculados a su larga experiencia de abogado; también su particular humor, que supo de momentos corrosivos, aunque un tanto más matizado que en el pasado. El lenguaje sigue siendo elaborado, preciso, a veces minucioso, pero hay una búsqueda de la sencillez en el decir, o más bien de una mayor síntesis y claridad, esa que el escritor explicitaba entre sus metas en un reportaje de 1974. |
Sin duda el cuento más logrado, el mejor a nuestro criterio, es el
premiado "La máscara", donde a partir de una historia que le contara
Clara Silva recrea una mundo en lenta decadencia, con solteronas de
barrio antiguo que reciben en cada carnaval la inquietante visita de un
conjunto de "máscaras", una de las cuales les apostrofa sin ambajes por
sus deseos secretos más inconfesables. Es un ámbito —el que atestigua el
desmoronarse sin prisa de una familia patricia en los años veinte— muy
afin al permanente mundo creativo del narrador, y tiene mucho que ver
con su novela "Con las primeras luces". |
Con los cambios indicados, de todas maneras Carlos Martínez Moreno
vuelve a reencontrarse con sus lectores —a más de diez años de su último
titulo accesible por aquí— permaneciendo fiel tanto a su destacada
lucidez intelectual como a su preocupación estilística. La variación se
da tal vez en que ni la primera agobia (como sucedía en alguno de sus
relatos de los comienzos) la necesaria vitalidad narrativa, ni la
segunda, que oficiaba muchas veces como cualidad defensiva frente a la
anterior, bordea el adorno (lo que también se daba a menudo). Puede
hablarse entonces, en referencia a Animal de palabras, de la impecable
madurez de un narrador. |
Alejandro
Michelena
alemichelena@gmail.com
Crítica literaria publicada, originalmente, en "La Hora" (Montevideo), el 30 de mayo de 1987
Texto cedido
por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras
Uruguay, por su editor, el día 9 de abril de 2013.