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Ganadores es una obra
ambiciosa. Carson, a través de ella establece los parámetros de un
futuro pos-atómico en el Río de la Plata, pero al mismo tiempo -al igual
que Swift en Los viajes de Gulliver- no esconde el implacable y certero
cuestionamiento del presente implícito en el texto. Sus personajes, como
ocurre en todos sus cuentos, son los derrotados sociales, los que han
quedado al margen pero también los que se integran en apariencia
exitosamente al sistema aunque perdiendo en la demanda lo mejor de sí
mismos. La táctica utilizada en este caso es la de hacer caminar a sus
criaturas al borde del grotesco, del absurdo -recurso muchas veces
empleado por el escritor en sus relatos- en un mundo agobiante que, al
estilo de la mejor ciencia ficción con la cual bien se puede vincular
esta novela, termina por perder todo sentido.
Es una realidad deshumanizándose aceleradamente la que perfila Tarik
Carson; aquí, imaginando un futuro cercano y más terrible. Pero este
tópico podríamos decir que es recurrente en él, desde aquel excelente
cuento largo El hombre olvidado, cuya temática se remontaba
varias décadas hacia atrás y esbozaba la historia de un camino esotérico
y ocultista iniciado en un perdido pueblo del departamento de Rivera.
Tal vez la mayor diferencia entre este libro y aquellos cuentos de
principios de los setenta, la podemos encontrar en la tonalidad y
enfoque más decididamente de "ciencia-ficción" (tomando el término en un
sentido amplio), que para ser estrictos fue de paulatina evolución en
este narrador en los años recientes. Antes su fabular estaba más
cercano, en alguna medida, a la impronta de un Lovecraft, donde cabía
cierto acercamiento a lo innombrable, lo inquietante desde el punto de
vista cuasi metafísico; ahora importa más la elaborada sátira de
nuestras rémoras sociales y morales, y la visión si no apocalíptica sí
enrarecida y pesimista del futuro.
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