Editorial Monte Sexto, 1988.
Fragmentos de un rico
debate cultural
Reseña de
Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com
Entre los libros recientemente publicados, se destaca por su valor documental e histórico la compilación antológica que realizara Alvaro Barros-Lémez en torno a las polémicas culturales. Entre las muchas posibles añoranzas intelectuales que nos van quedando de la década pre-dictatorial, una de las más firmes -habiéndose desmitificado otras, como la universal calidad literaria de entonces, o la lucidez general de la critica- es la de las polémicas culturales. Sin duda, todo aquel que ha tenido, por placer o trabajo de investigación, la oportunidad de revisar la colección del semanario Marcha de esos años, en algún momento se habrá sentido extrañado y deslumbrado; lo primero por las enormes energías, los ríos de tinta, la dedicación y persistencia, con que en esos momentos se encaraba la polémica a través de notas, opúsculos y sobre todo cartas a la prensa; lo segundo, por el innegable y riguroso nivel intelectual de las mismas. Esos privilegiados -que pudieron seguir en sus avatares polémicos a gente como Ángel Rama, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa- no han dejado de lamentar el hecho de que ese corpus, que marca tal vez lo más vital del rico debate cultural e ideológico de aquel periodo entre nosotros y en proyección a toda América Latina, se pierda en colecciones polvorientas, en estantes de biblioteca que muy pocos privilegiados frecuentan.
El
libro que compila Alvaro Barros-Lémez viene a llenar en tal sentido
un vacío evidente, y es de esperar que sea el punto de arranque para ese
verdadero rescate de una dimensión importante de nuestro pasado
cultural, labor que necesariamente no podría ser realizada por un solo
investigador sino que requerirá de múltiples esfuerzos (en nota al
prólogo de Intelectuales y política, Alvaro Barros alude a un
ambicioso proyecto del profesor y crítico Pablo Rocca, un compendio
donde se incluirían las polémicas intelectuales uruguayas de los siglos
XIX y XX, el que teniendo en cuenta la minuciosidad y documentación
desplegada en sus trabajos ya conocidos, constituirá un panorama
completo y abarcador). El volumen que nos ocupa centraliza su atención
en los años 60 y 70, y en las polémicas que se relacionaban con las idas
y venidas de los intelectuales en medio del candente panorama político.
La estructura del libro
Es acertada la ordenación temática de los materiales, así como también
la secuencia cronológica de cada parte, lo que facilita la lectura. Lo
que el libro reúne es una selección muy personal y hasta apretada de un
despliegue polémico que a nuestro criterio tuvo puntas tal vez más
interesantes y significativas, que aquí no aparecen. De todos modos, el
resultado, como primer paso en la materia, es altamente valorable, y
aporta sobre todo a las nuevas generaciones una idea de lo que fue aquel
juego dialéctico en el cual las plumas debían afilarse al máximo.
Barros Lémez establece una primera división del volumen en dos grandes
zonas: Temas cardinales y Tiempos difíciles. La primera la
subdivide en Quedarse o irse, acerca de las primeras oleadas
emigratorias de los sesenta por razones económicas que implicaron
también la primera gran sangría de cerebros, y en Culturas nacionales
y proyectos hegemónicos. En esta última zona está centrado lo más
sustancioso del trabajo: todo lo que tiene que ver con la interminable
polémica en torno a la revista Mundo nuevo y la aceptación o no
de los intelectuales del continente de esas sugestivas piedras de
colores constituidas por las becas y difusión, provenientes del norte.
Era un tiempo donde no era posible la media tinta, y donde tal vez por
eso mismo se bordeó muchas veces el maniqueísmo facilista. No obstante,
el veredicto histórico le dio la razón al agudo polemista que fuera
Ángel Rama en lo que tiene que ver con las implicancias de la CIA y el
imperialismo norteamericano en esa publicación; pero en donde no resultó
consecuente el brillante crítico compatriota fue en sus radicales
anatemas contra quienes aceptaban beneficios académicos en los Estados
Unidos, pues el fin de su vida lo sorprendió disfrutando de una beca
Gugenheim (aunque expulsado de USA por ese pasado que el libro
atestigua).
La perspectiva de tiempo
Una posibilidad interesante, implícita en esta recopilación antológica, radica en la posibilidad de hacer una cierta desmitificación, no tanto de la probidad intelectual y de la fundamentación conceptual de casi todos los contrincantes de estas justas de letra y tinta, sino tal vez de la supuesta "altura" que siempre conservaban las mismas, como ejemplo de esto que decimos, valga la réplica de Benito Milla a alusiones de Rama, donde lo nombra reiteradamente como "el tal Ángel Rama", en un tono y estilo de agresividad personal que nada tiene que envidiarle a las intelectualmente menguadas y flacas polémicas recientes.
El sector titulado Tiempos difíciles, reúne material más diverso, menos específico, cuyo común denominador es el de ser fiel reflejo de la espiral de crisis irremediable en que había entrado el país de 1965 en adelante. Aparte de las polémicas strictu senso, se incluyen aquí notas con rasgos urticantes, como la titulada El libro a la hora de la crisis, ¿qué leen los uruguayos?, que escribiera Jorge Ruffinelli en el 70, y una jugosa carta de Juan Carlos Onetti que se incluyera en Marcha en los primeros meses del gobierno militar.
Intelectuales y política (Polémicas y posiciones, años 60 y 70) es un libro necesario para la mejor comprensión del clima intelectual de aquel período. Barros-Lémez acompaña en algunos casos los textos de sintéticos comentarios al pie de página, que tienen un sentido informativo pero que sutilmente reflexionan —a veces con velada ironía— sobre lo que se va a leer, a la luz del relativismo inclemente que impone el tiempo transcurrido.
