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La Blanqueada, barrio nuevo y viejo |
Muchos
montevideanos, aun aquellos que hacen alarde de su buen conocimiento de la
ciudad, no asocian el nombre de La Blanqueada a esa zona cuyos limites
son, mas o menos: por un lado Avenida Italia, por otro Bulevar Artigas,
después Monte Caseros, y Centenario (o la añeja Larrañaga, pues en esto
no hay acuerdo unánime). Se trata de una barriada relativamente nueva en
grandes sectores, pese a su condición bastante céntrica y a los enclaves
de edad ya venerable. La
estancia de Tres Cruces, -ubicada en el área hoy conocida como tal, allí
donde se cruzan Av. Italia, 8 de Octubre y Bulevar, notoria por haber
constituido el lugar en donde Artigas dictara sus celebres
"Instrucciones del año 13" y se reuniera el Congreso que
aprobara las mismas- es talvez el punto mas remoto en el origen de La
Blanqueada, cuando esas tierras no eran mas que campo con algún solitario
"casco" de hacienda, surcado por los tres caminos antecesores de
las actuales avenidas nombradas. De
las construcciones de aquella estancia solamente persiste el palomar, que
desde principios de los sesenta fue restaurado debidamente. En los años
anteriores había estado abandonado, llegándolo a ocupar un bichicome que
se hizo famoso por espantar a pedradas a cuanto curioso se acercara. Esta
ubicado a unos metros de Av. Italia, a un costado del Hospital Británico,
y tiene la forma de una pequeña torrecilla, no mas alta que una casa
vieja, de un diámetro de cuatro o cinco metros, y es posible ver todavía
algunas palomas entrando y saliendo por sus pequeños ventanucos. Pero
sin irse tan atrás, y viniendo hasta la mitad de este siglo, los
habitantes del barrio que sobrepasan ya los cuarenta bien recordaran como
en esos momentos todavía se encontraban en su geografía calles de
tierra. Concretamente, este cronista recuerda siendo muy chico – haber
bajado en auto por una que era la continuación de la actual Secco Illa,
que descendía una barranca serpenteándola y desembocaba en Centenario.
Por descontado que esa era una zona de baldíos, donde se construyo de
modo sistemático recién a comienzos de los sesenta. El
viejo tambo ocupaba algunas manzanas sobre Monte Caseros, a la altura de
Jaime Cibils. Hasta hace unos treinta y pico de años se mantenía en
funcionamiento, y los que por allí transitaban veían las vacas lecheras
pastando y los vetustos edificios del tambo. Debe haber sido uno de los últimos
(si no el último) de los establecimientos de ese tipo en el radio urbano
de Montevideo. El
molino del Parque Central, por su parte, nos remite al
"novecientos". Resabio
de tiempos anteriores a los molinos industriales, hace ya mucho tiempo que
perdió sus aspas quedando solamente su torre húmeda – lustro a lustro
mas venida a menos - como un testigo del periodo rural de la zona. La
iglesia de Tierra Santa, que esta en la esquina de 8 de Octubre y Estero
Bellaco, en el corazón de La Blanqueada, es un punto de referencia
tradicional para ubicarse en el trayecto por esa concurrida avenida. Se
trata de un templo de estilo impreciso, que parece mas antiguo de lo que
en realidad es dado que su construcción no va mas allá de la década del
veinte, y que esta regenteado por los padres franciscanos. Estos,
habiendo sido en la época colonial la primera orden religiosa de
Montevideo, en el correr del siglo pasado - a posteriori de aquel episodio
en que Elio los expulsara de la ciudad amurallada en 1811, con el
recordado "Vayánse con sus amigos los matreros", en referencia
a Artigas y a su gente - fueron disminuyendo en importancia hasta por fin
desaparecer de la escena nacional por mucho tiempo. Reaparecieron en el
siglo XX, asentándose en esta parroquia. Por supuesto que desde entonces
han quedado en inferioridad de condiciones en relación a sus primos
hermanos, los capuchinos (que se diferencian de ellos en la larga barba, pero
son similares en el habito marrón de monje y las sandalias). Entre
las decenas de curas que por Tierra Santa han pasado, la gente del barrio
recuerda con cariño al casi legendario Padre Francisco, con su cabeza
torcida (al parecer debido a una mala "sintonía" en la
comunicación con indios de la selva paraguaya, cuando era un joven
misionero). Su portafolios raído pero rebosante de "caramelicos"
para los mas chicos, y su disponibilidad para atender a todos los vecinos
sin importarle demasiado sus ideas o religión y si su necesidad material
o moral
y espiritual. Berón,
por su parte, fue, al igual que el Padre Francisco, un personaje de La
Blanqueada. Era un verdadero y autentico "clochard", con todo lo
que implica el termino francés. Embriagado con sobredosis de
"alpiste" (es decir: de alcohol azul con la semilla que le da
ese nombre, y que lo "blanquea"), Berón dirigía
prodigiosamente el trafico en 8 de Octubre y Jaime Cibils, sin por ello
correr riesgos ni perturbar el paso de los incesantes vehículos. Sus
momentos de sobriedad los dedicaba a darle datos para los escritos a los
liceales que se le acercaban, a resolverle los problemas de álgebra, a
hablar en francés o a filosofar. Se comentaba que había sido profesor de
filosofía, y que un desengaño amoroso lo llevo a su condición de
bichicome. Ciertos días se le veía aparecer de monóculo y bastón, siempre
señorial, aun en las peores circunstancias. En
los fondos del colegio de los Hermanos Maristas, de 8 de Octubre casi
Jaime Cibils, había una cancha de fútbol, detrás de la cual una zona
baldía de árboles y pastizales separaba el predio de los vecinos. Allí,
varias generaciones de alumnos de entre diez y doce años – lectores
fervorosos de Salgari - organizaron a través del tiempo reiteradas
expediciones de "exploración". Eran tiempos anteriores a la TV,
o al menos este medio no se había impuesto, y la imaginación infantil
era aun capaz de ver una jungla en un pequeño pajonal y una montaña en
un montón de piedras. Si
algo caracteriza a esta zona es su condición pendular, entre las
pretensiones residenciales que siempre tuvo (basta observar, si no, las
grandes y viejas mansiones de 8 de Octubre, hoy transformadas en liceos,
sociedades medicas, instituciones de todo tipo) y su permanente vocación
de clase media y de barrio "barrio". Esa dialéctica dual la vemos encarnada en los dos rivales de 8 de Octubre y Garibaldi: Casa Mera, la tradicional y popular pizzería (una de las mejores de Montevideo hace veinticinco años), y el mas refinado y hasta lujoso Siroco, que lo observa de reojo desde la otra esquina. |
Alejandro Michelena
"Rincones de Montevideo"
Editorial Arca - Montevideo - 1988
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