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Atahualpa, tranquilo y viejo
Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

Atahualpa, tal vez por no haberse convertido en las últimas décadas en cotizado enclave habitacional, como sí ha sucedido con otras áreas pradenses, conserva una atmósfera entre siestera y pueblerina, tranquila y serena.

En Cubo del Norte podemos encontrar, por ejemplo, la plaza Atahualpa –de características muy especiales– que el tranvía atravesaba hace muchos años, como se puede apreciar en viejas fotografías en las que se ve pasar el vehículo eléctrico casi rozando uno de los bancos de la pequeña plazuela.

Por allí, en la ex-Caiguá, se mantiene todavía umbrosa la quinta que fuera de la familia Vaz Ferreira. Allí, nuestro filósofo más conocido tenía su vivienda y su refugio. Allí convocaba una vez a la semana a aquellas veladas musicales de las que eran asiduos entre otros Francisco Espínola, Alfredo y Esther de Cáceres, y sus discípulos Luis Gil Salguero y Jorge Paladino.

Caiguá -hoy rebautizada Carlos Vaz Ferreira en recuerdo del filósofo que habitó con su familia en esa calle tradicional de Atahualpa- con ceibos en flor y las vías del tranvía bien marcadas, en fotopintura de Nilda Torija.

Por el lado Norte de Caiguá, en la misma esquina de Luis Alberto de Herrera, podemos ver la capilla Jackson, de estilo gótico. El templo fue mandado construir por una de las familias afincadas en la zona cuya casaquinta quedaba a unos pasos del lugar, donde está ahora un colegio de monjas que lleva el nombre de la matrona de la misma, Clara Jackson de Heber. Frente por frente a la capilla, por Caiguá, tenemos también otro enclave religioso: la añeja casona de Ejercicios Espirituales de los Jesuitas.

Fueron generaciones de estudiantes de diferentes colegios, o simplemente miembros de organizaciones católicas, los que compartieron año tras año la rigurosa disciplina de silencio, reflexión y algunos días de vida casi monacal, siguiendo los "ejercicios" de San Ignacio de Loyola.

A esta zona pertenece el Parque Posadas, un barrio dentro del barrio con sus decenas de bloques, su centro comercial y sus calles interiores.

Siguiendo por Millán hacia el Norte, llegando al arroyo Miguelete vemos a nuestra izquierda el Museo Municipal de Bellas Artes. El pequeño parque que lo bordea es, de alguna forma, un seudópodo más del gran Prado, pero tiene sus peculiaridades como cierto aire recoleto o su origen en cuanto casaquinta.

 

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

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