Apuntes al vuelo acerca de “Aquí soñó Blanes Viale”
Descripción de la Instalación del artista Pablo Uribe este verano, en el MNAV, utilizando obras del acervo de la institución.
por Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

El panel principal de la Instalación de Uribe, donde se destaca
como centro, y única escultura, el Retrato de Joven de Bernabé Michelena.

El logro de Pablo Uribe en esta propuesta artística que ha desplegado en el Museo Nacional de Artes Visuales, con la curaduría de Carlos Capelán, es haber iluminado con otra luz el proceso artístico uruguayo, a partir de la saludable irreverencia de agrupar las obras del acervo de la institución en un orden diferente, atípico, por momentos sorprendente.

El gran hallazgo de su compleja y, por qué no, riesgosa “instalación”, que ha desarmado los perfiles usuales del museo, está en que por el aparentemente simple recurso de agrupar cuadros, dibujos, esculturas de un modo radicalmente diferente –lejos de la solemnidad y de lo estructurado, pero con un buscado sentido- logró potenciarlas y resignificarlas hasta conformar un relato diferente al habitual sobre el arte nacional.

Así es que en una vitrina, por ejemplo, dialogan Torres-García y Horacio Torres con María Freire y José Pedro Costigliolo; Constructivismo y Abstracción conceptual. Y en otra lo hacen las inconfundibles “niñas” de Cabrerita, con las también muy identificables de Petrona Viera. En una de las paredes se agrupan, en aparente cambalache, el “Retrato de Pombo” de Guillermo Laborde, gauchos de Blanes, desnudos decimonónicos, y en el medio la “Figura de joven” de Bernabé Michelena, que en esa ubicación parece desconcertada –única obra que por ser escultórica se sale del plano- en medio de ese pandemónium en el cual, no obstante ella es algo así como el centro, el fiel de la balanza. Enfatizando esto, Uribe ubicó por varios lugares del museo calcos en yeso de la pieza de Michelena, que ofician de leit motiv recurrente, simbolizando a mi ver a los contempladores de ese extraño artefacto múltiple que creó el artista con las obras de colegas de generaciones anteriores.

Las únicas pinturas que mantienen su ubicación original son tres, icónicas, de Juan Manuel Blanes: “Episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires”, “La Paraguaya” y “Retrato de Carlota Ferreira”. Y la quietud de Blanes no hace otra cosa que remarcar el movimiento y la dinámica inesperada de todo lo demás.

Pablo Uribe utilizó algunas telas de las habituales en las salas del MNAV, y agregó muchas que dormían desde hacía años en los depósitos. Realiza combinaciones interesante montando dos óleos; por ejemplo: el “Retrato del doctor Cáceres” de Horacio Torres, sobre el “Autorretrato” de Washington Barcala, mostrando cómo pueden coincidir en el clima y tono obras provenientes de escuelas distintas y hasta enfrentadas. Diez paisajes nocturnos con lunas de Cúneo se colocaron en círculo en una de las paredes, insinuando el transcurrir del satélite terrestre en sus diversas fases. Un espectacular autorretrato cargado de simbolismo de Guillermo Laborde tapa más de una decena de estimables autorretratos de otros artistas. El autorretrato de Ernesto Herrera dialoga con el de Petrona Viera.

Disposición creativa de las Lunas de Cúneo, conformando las fases de la luna.

Saliéndose de lo pictórico: la carátula de “El Pozo”, la primera y fundante novela de Juan Carlos Onetti, con un falso Picasso como ilustración, aparece desparramada junto a una columna, como tapa de libros de grosor diverso. Y hay videos: con música, interpretada por un conocido “hombre orquesta”; con sonidos de animales y pájaros emitidos por un hombre tieso y formalmente vestido. Se exhiben en otras partes, colgados en la pared, viejos volúmenes de cuentos camperos comprados en mesas “de viejo” de la Feria de Tristán Narvaja.

Lo descrito, y muchas otras propuestas –con obras plásticas, objetos, sonidos- redondean la búsqueda de Pablo Uribe en la aventura de redescubrir el decurso estético uruguayo desde un lugar distinto, lejos de la crítica y la academia, plasmando de alguna forma en imágenes y sentidos aquello tan bien expresado en aquel título emblemático de Susan Sontag: Contra la interpretación.

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

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