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A propósito de Cristo, los pobres y los ricos,
en nuevo libro de Cicalese |
A diferencia de sus regocijantes seis libros anteriores, Cristo, los pobres y los ricos (edición del autor, Montevideo, 1992), muestra a un Vicente Cicalese algo más tenso y dogmático, menos cordial y abierto. Todo el arsenal de su profundo conocimiento de la cultura clásica y cristiana entra aquí en oposición con algunos extremos de las posturas en favor de los más pobres dentro de la Iglesia Católica. Lo que se busca probar es nada menos que la buena relación entre Jesucristo y algunos acaudalados de su tiempo, como el resucitado Lázaro y José de Arimatea, así como la presencia de los elegidos de la fortuna en el Cristianismo inicial.
Aunque el autor se preocupa de aclarar en más de un pasaje la real dificultad de sintonía entre los cresos y la naciente religión, simbolizada en la Parábola del camello y el ojo de la aguja, su hipótesis —original y opinable al mismo tiempo— puede llegar a ser resistida. En todo caso, tanto se la puede atacar desde una posición cristiano-progresista, como manipular y utilizar por los adoradores de las "leyes del mercado".
Cristo los pobres y los ricos es, en lo que tiene de mejor, una prodigiosa recorrida por los textos evangélicos y de los llamados Padres de la Iglesia como San Jerónimo, San Agustín y San Ambrosio. Lo hace Cicalese con claridad conceptual y fluidez de estilo, con la soltura que pasa del dato anecdótico a la referencia erudita sin transición y que es su característica más acentuada. Es destacable su defensa de la buena tradición en materia litúrgica, condimentada con una referencia biográfica aleccionante: la admiración de un ateo por la estética del buen rito solemne. Fustiga por supuesto la tendencia demasiado frugal o modernizadora, que ha sido mayoritaria desde los años sesenta.
Como ya es norma en sus obras, en ésta se disfruta también del irse por las ramas, por los senderos secundarios. Eso que en otros sería un defecto, deviene virtud de estilo en este catedrático de Latín que se ha vuelto desde hace unos años un atractivo y eficaz ensayista. Lo que limita el libro es que el autor dejó que su condición de católico práctico se impusiera a la de gozador panteísta de las viejas fuentes del conocimiento de la cultura latina. Tal elección le resta el buen sentido de la distancia y la ironía, presente en sus títulos anteriores. |
Alejandro
Michelena
alemichelena@gmail.com
Nota publicada originalmente en el suplemento El País Cultural, el viernes 18 de diciembre de 1992.
Texto cedido
por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras
Uruguay, por su editor, el día 26 de setiembre de 2013.
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