Texto apócrifo

poema de Jorge Medina Vidal

Los hijos de los hombres entre olas cercanas

     hacen gestos

no saben nada del fuego y me creen

en un peligro mortal. Y me llamaron

a la mitad de sus grandes encantamientos,

pero en los muslos llevo escrito mi nombre

y en mis riñones llevo la vida.

Yo aparezco en la orilla silenciosa, como la

     madre
que arrastra a sus hijos entre la multitud,

trasladando su techo y sus paredes sobre la

     eterna promesa

de los niños y su fatiga de equinoccio.
El padre lejano es lo único presente.

No deseo sus voces, sus gestos, sus llamados,

esos signos falsos, signos icónicos

que vuelan como las aves sueltas

y la ilusión de sus cuerpos en la orilla.
De mí esperan tan sólo estos cuajados mundos

de la red y los peces. Pero yo los transformo

el césped y la nube
los tazones de barro, el acrílico, el beso

que en su sueño profundo profanaron.

Y si ahora llegase de súbito a la arena.
Oh compañeros del largo viaje. Cuerpo de ilusión
y peces para su detestable mente de gentiles

tan solo llegaría.
Pero la otra riqueza que ahora tengo

con desdeñosa frialdad sería observada

y nadie me arrebataría el tesoro de esta copa

     de ágata

en mi mano,

secreta luz de nada

para mí mismo inasible.