Oda rioplatense al Illimani poema de Jorge Medina Vidal
El nevado Illimani (La Paz, Bolivia)
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No me siento con fuerzas para llegar al mito, para ver en los astros la sombra de los Andes, para internarme adánico, festivo, suplicante, en la montaña húmeda que brota de los vientos.
En mi casa del Río nunca la tierra avanza, aquí no se distinguen las olas del silencio; yo no se como puedo creer en tu existencia sin erguirme en mi sitio
gritando y maldiciendo. los aires de las cosas nos ocultan de lejos, soy como un río espeso que bordea tus monstruos sin descubrir las grietas que anidan en secreto. Aquí no te comprendo, lo mineral me asusta, eres un dios extraño que limitan las nubes para que el hombre ría.
No puedo entre las olas de mi patria extinguirme tocando un mismo cielo que florece amarillo, y las nubes te venzan y las nieves te hundan,
y el
mar te desconozca y mi aorta se estreche como una luna tenue frente a las miserables noches que te hieren.
Quiero vivir. Llevaré hasta tus rocas un mar
para que sientas mecerte en
la tragedia. montaña y hombre, solos como un sueño de rocas.
Illimani, Illimani, eternamente pienso que no mides la tierra porque estás en los cielos para medir los astros.
Ahora tengo todo caído en las rodillas, el mundo, los pañuelos, la estatua de Minerva, un fémur de habitante primitivo del Plata
y
tristeza, tristeza. como el soldado ingenuo que vuelve de la guerra y cuenta su tristeza.
-¡Tú mismo eres mi espejo!-
Sabrás que yo me visto con un traje distinto,
sabrás que voy leyendo
muchos libros, papeles, prefiero estarme quieto en un cuarto amarillo levantarme de pronto, desconsolado, herido por una fe imposible - ¡ Pensar que ya amanece !- y cuando todos salen de la ciudad al campo, tocarme las dos sienes y llorar por la muerte.
Tú lloras. Es
muy cierto.
¿Quién vino a este
refugio sin torcer la cabeza de roca
Resplandeciendo, lejos, lejanísimo estás, brotaste como un hongo fantástico en América
para cubrir la noche.
vivirás silencioso
maldiciendo la guerra. que el hombre de tus manos extiende por tus ríos. Ellos, que siempre odiaron tu castidad de arcángel, tu inocencia festiva de ocultar las entrañas con un manto de rocas de imposible sustancia.
Yo pienso que mi joya se apaga lentamente,
y tú brillas inmóvil sin
enfermarte nunca. No son como mi aurícula que trabaja cansada, no son como mis ojos -ay- que apaga la muerte.
Illimani, Illimani, jamás de mis entrañas saldrá tu cordillera.
Iremos sollozando,
Ahora ruge Illimani, |
Jorge Medina Vidal
poemario "5 sitios de poesía -
1946 - 1951"
Editada por la Organización Medina - Montevideo
Terminado de imprimir el 22 de octubre de 1951
Talleres Gráficos de la Organización Medina
Editado por el editor de Letras Uruguay
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