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PLAZA NUEVA
nos acercamos a tí,
para beber la luz de los recuerdos
y sentir en el muro palpitante del espíritu
la alegría que nos entristece.
Tenías la gallardía de tus elegantes pinos,
la suave fragancia de tus acacias y eucaliptus.
Eras un rectángulo sagrado,
un remanso generoso,
un fino silbido de perspectivas escalonadas
donde tendíamos el vuelo de niños
para cruzar como en un flamear glorioso
tus sendas en cruz
y sentir en tu abrazo omnipotente,
la acción maravillosa de nuestras vidas en flor.
En el camino de nuestra adolescencia,
estuche maravilloso de secretos
había temblores de ilusiones
cuando sentados en tus bancos en las noches de estío
y de cara al cielo, tan profundo y tan alto,
percibíamos a través del follaje sutil de los pinos
la armonía sensual de los astros
como una canción de encantamiento.
Acariciabas el embrujo de una devoción
en el día de los apóstoles de San Juan y San Pedro.
Tus vecinos cumplían con unción infinita sus ritus
y por las noches frías de junio
como una exaltación de primavera,
se llenaba el espacio de luces, de músicas, de risas,
de cantos y de amores.
Eras la faz resplandeciente de la vida
en su ascensión apoteósica hacia el infinito.
Eras un perfil y una estrofa de nuestra ciudad,
por tí cruzaron todas las generaciones,
por tí cruzaron todas las palpitaciones,
la sabia del infante y el rezo predilecto y sagrado,
el fulgor de la aurora y la tarde mística.
Eras como una voz palpitante y eterna
encadenada en el destino de nuestra sensibilidad.
PLAZA NUEVA,
tu vida emotiva es una aureola sin fin,
como la marcha interminable
del alma y del espíritu
engarzada en el espacio y en las edades.
Hoy tienes la cadencia de remozada arquitectura
y reluces una nueva silueta
en el arco triunfal
de tu propio existir.
Haz dejado una inquietud azul
y adquieres el grito persistente
del porvenir.
Tienes un nuevo canto,
llevas el nombre de ARTIGAS,
lleno de claridad,
con sonrisas de sol y de luna,
con sabor de granito, mármol y bronce.
Tu bautismo centenario,
está coronado por la figura del Prócer,
te amalgamas en una magnífica constelación
para acrisolarte en las páginas
excelsas de la historia
que el tiempo arrastra como una expresión
de eterna justicia.
PLAZA NUEVA,
con profunda emoción estamos junto a ti
para agradecerte la felicidad
que nos brindaste en los primeros años
de nuestra vida,
por la juventud triunfante
que hoy acoges llena de ensueños
y por el perfume y el calor
que noblemente ofreces
a los que ya cierran su ciclo.
PLAZA NUEVA,
nos acercamos a ti
con la dulce sinfonía del pensamiento
para cantarte con alegría
tu propio Himno!..
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