Oh frentes |
A Roberto Ibáñez |
Bajo la noche densa, elemental, de piedra, ¿por qué llenan la frente sueños irrealizables y el corazón estalla de enloquecida angustia? ¿Por qué arde la vida, mas sin alegre llama, sólo tenue ceniza dejando en pos de mí, y soy el sin ventura, el alma perseguida de estrellas impasibles, de sombras y de vientos? Jardines desde lejos, jardines imposibles, ¿en dónde estáis ocultos? Os interrogo triste. Miradme, porque os creo hijos de mi locura. De lejos os saludo. ¿No sois más que yo mismo? Estatua serenísima, perfección, equilibrio, toda clepsidra es breve para medir mi tiempo; te busco, desolado corazón en delirio. Uno a uno arrojados en devorante bruma, ojos, manos amigas, en un morir sin término. ¿Qué molinero blanco, de una mortal blancura, tritura indiferente todos los pensamientos? ¿Qué bateleros locos inventaron el canto en donde esa palabra remaba a contratiempo? No hallé jamás al hombre acostumbrado a ella. Tampoco soy feliz narrando lo que pienso. No puedo imaginaros, frentes que un día sostuve, albas, con pensamientos y sangre en las arterias, yacentes, sin temor, sin frío ni esperanza. ¡Oh, frentes! ¡Yo no puedo¡ ¡Duráis tan poco y tanto os lleváis con vosotras! Si esta escritura que hago no basta a consolarme, si engaño es de mis ojos el día alegre o triste, embriagadme, Destino, de oportuna demencia y en tal delirio crea que lo vivido existe. |
Beltrán
Martínez
Despedida a las Nieblas
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