Despedida a las nieblas |
A Luis Gil Salguero, Leonardo Castellanos |
Lejano de los bosques donde antaño viviera, la canción escuchada bajo cielos de armiño, llena el aire encendido. El caballo y el perro que tuve siendo niño, y todavía siguen vigilando mis sueños, contemplan, conmovidos, aquel ser que se acerca nostálgico a la tumba. Una casa y un árbol inmemoriales, bajo un día tranquilo. El padre estaba alegre, trabajaba y reía, mi abuelo me saluda desde un día sin nubes. Entre un cielo invadido por lentos desengaños, mi corazón en paz, rodeado de peligros, divisa aún la ruta celeste de la infancia. Palabras olvidadas, tallos de aéreos giros... Y mientras que atesoro fugas de un tiempo inmenso, mi locura persigue una flor amarilla, huyendo entre suspiros. Hijo del humo vano, peregrino entre nieblas, hoy regreso a los sueños humilde caminante, y lo vivido escribo sobre la instable arena. Se aproximan los bosques suspirantes y graves de saudosa madera, juntos, la muerte gris, y el vivo pensamiento que extáticas corolas arrobado contempla. Me aguarda mi caballo dulcemente paciendo una mágica hierba, y el perro fiel me llega sobre gozosa espuma. Bajo la noche azul, los grillos de otro tiempo, a lo lejos, cantando ebrios de luna. |
Beltrán Martínez
Despedida a las Nieblas
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