La
madre de los siglos por Marta de Arévalo |
Lo absurdo y lo existente, lo vano y lo glorioso, le alternan noche y día el silencio y la voz. Fluyente y majestuosa consume a su elegido, lo forja y lo deshace su excelsa vibración. Es el Dos que ha parido la tristeza y la rosa, de todo lo existente su imperio es creador. Soplando entre los huesos, compartida y secreta, se tiende con la hembra, se enlaza con varón. Contraria y misteriosa, con todo se concierta. Su aliento de milagro con nada se fundió. Su mano solitaria va abriendo las distancias, se llaman sus mil nombres: SILENCIO Y OBSESIÓN. La nombro si me nombro, la nombro si la guardo. La nombro en nombre oculto, la oculto entre mi voz. Le debo la sapiencia, le debo astros y canto, le debo los remotos serafines del sol. La Tenue y Sigilosa en la noche es vibrante -revelado secreto de poder y esplendor- Desciende a mi delirio con reinar absoluto y el halo de su magia me quema el corazón. Me condena en su beso y en su beso me absuelve, cordel con que me cińe desata el Escorpión. Yo intuyo su retorno al borde del abismo, musito nuestros nombres y aguardo comunión. |
Marta de Arévalo
De "La madre de los siglos"
Poemario escrito en 1981
Editado en junio 2009
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