La voz |
Son voces del universo, claras,
sutiles o graves. Igual en una que en otra con
sonido y ritmo impares, canta
Aquella sola y alta que
escuché en remotos lares.
Se entrechocan en la sangre que
bulle en pavor ferviente. Con
un filo de centellas dicen
su habla sapiente y
en relámpago y silencio, rezan.
quebrantan y encienden.
¿Quién en la noche y el día vibra
y habla y canta y grita, con
una lengua tan Suya, con
una lengua tan mía, rescatada
de los siglos y
hacia los siglos tendida?
¿Quién mi mente condiciona para
que escuche el fragor, sonoro
inmenso delirio del
universal crisol? Volverme
loca de pronto si
me faltara esta Voz.
Volverme loca el silencio sin
su escondido clamor. Volverme
loca de miedo, palidecerme
de amor cuando
en medio de la noche siento
llamarme Esa voz. Tiembla mi ser asombrado sin
aliento a Su esplendor. Tiembla
mi lengua y no sabe traducir Su inspiración. Tiembla
en mi mano el Lucero, nadie
ve Su resplandor.
Yo vislumbro en el espacio la
Presencia... y no hay veedor! Y
hablo esta voz dolorida para
contado oidor, porque
no todo el que escucha puede
oír Revelación. Voy enhebrando
silencio en
susurro y oración. Me
voy quemando en las voces encendidas
de alto dios. Aquí,
aquí! ¡Escuchadme! ¡Es que no sentís la Voz? |
Marta de Arévalo
De “La luz en que vivo”
Revelación
(1972) - Primera parte
Intuición y Nostalgia de la Luz
Editado por Ediciones INDIGO, París, 2000
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