Todos caemos en la tentación
sin ser librados.
Amén.
Nadie se salva del Tentador.
Solapado ángel de delicias
de nuestro miedo
de nuestra temporalidad frágil.
Su risa seráfica y satánica
nos sella el oído y el ojo.
Y salimos.
Nos saltamos el muro
de la conciencia
y entramos
en el círculo despiadado
de la serpiente azul
del sexo.