Comentarios sobre Antología de la poesía cósmica de Marta de ArévaloEdición del Frente de Afirmación Hispanista A.C. (México 2003) 258 páginas, |
Diario
“La República”, Montevideo, Uruguay. LIBROS- Segunda Sección,
pág. 31-18 de mayo de 2003. Escribe
el crítico Hugo Acevedo. “La
poetisa uruguaya Marta de Arévalo ha desarrollado una profusa y fecunda
obra a lo largo de varias décadas, incursionado en diversas temáticas
que la han situado como una de las más versátiles y creativas de la
literatura uruguaya contemporánea. Entre
sus obras anteriores, cabe destacar: ”Avisos Varios” (1982), “El
arte de guisar amores” (1993), “El poeta y la noche” (1994) y “La
luz en que vivo” (2000), obra que le hizo acreedora al prestigioso
premio Gabriela Mistral. La
poesía de Marta de Arévalo suele explorar temas para ella muy entrañables,
como el amor romántico, el erotismo, la búsqueda mística de lo divino,
la magia que se esconde detrás
de cada apariencia, la ausencia como desgarro, ruptura, pero también como
poderosos motor poético, la incesante travesía en busca de la verdad o
el fin último de la existencia, búsquedas angustiantes pero
absolutamente insoslayables para la autora. En
esta antología, prologada y preparada por Fredo Arias de la Canal, se reúne
y analiza principalmente la producción de la escritora compatriota
dedicada específicamente a lo cósmico y construida en clave mística. La
introducción del analista literario resulta claramente ilustrativa en
torno al contenido de este trabajo, en la medida que aporta diversos
elementos de reflexión que coadyuvan a indagar con mayor claridad en la
rica y por momentos recóndita poesía que Marta de Arévalo a
desplegado en el
decurso de su prolongada carrera artística. El
incesante viaje interior de la autora se ve manifiestamente reflejado en
estas obras cuidadosamente seleccionadas por Fredo Arias de la Canal,
quien nos conduce a través de los territorios poéticos más entrañables
de Marta de Arévalo. Esta
edición incluye, además, algunas palabras clave para facilitar la
comprensión y estudio de los poemas que componen esta antología. Este
recurso resulta ciertamente fundamental para decodificar los lenguajes
creativos de esta prolífica poetisa.
o0o Discurso
de la ensayista, profesora Norma
Suiffet (uruguaya) en la
Presentación de la “Antología Cósmica de
Marta de Arévalo» Acto realizado el Ateneo de Montevideo, agosto
8 de
2003 Fredo
Arias de la Canal es un psicólogo
y ensayista, que aplica
un método analítico a la poesía lírica y con ello difunde,
desde un punto de vista muy personal y profundo, aspectos de autores
universales y contemporáneos: ya sean Dante o Shakespeare, ya sean poetas
que conviven con nosotros en países de habla hispana. Es así como sus
antologías cósmicas nos mostraron algunos poetas que no conocíamos y
otros que estimábamos ya,
con un ángulo de enfoque
diferente al habitual. Revela aspectos que el propio poeta no fue
consciente cuando creó su obra. Y esta es una labor única que debe ser
valorada en toda su dimensión. Ahora
es Marta de Arévalo quien recibe este estudio excepcional, que permite al
lector captar aspectos ocultos en la génesis íntima de su lírica. Penetremos,
pues, en este mundo poético
alucinante. Estamos
frente a una obra muy rica en elementos
líricos y en temas diversos, que abarca los dramas ontológicos del
hombre, milagro del cosmos y de la creación.
Ignoramos en qué forma se produjo este milagro, ignoramos cómo el
cosmos se creó y cómo en un planeta
que flota en su entraña infinita se formó un ser con alma, espíritu e
inteligencia. Pero aquí estamos y uno de los dones que nos fue otorgado
es la poesía. La poesía cósmica. Precisamente,
en este aspecto, Fredo Arias de la Canal,
reúne, un grupo de poemas que responden a estas características,
en este volumen que titula
“Antología de la poesía cósmica de Marta de Arévalo”.
Trabaja con esta riquísima lírica agrupándola en temas sobre un esquema
que aplica a la obra de los poetas ejemplificados, y en el que estudia no
sólo la obra édita de esta autora, sino también la inédita, que es muy
amplia. Por lo tanto, este análisis abarca el lapso completo de su
actividad, a partir de sus iniciaciones, y a través de él deja dibujado,
en forma cabal, el perfil lírico de la poetisa
uruguaya. La
profundidad poética y temática que se reveló en “Ojo de Leopardo”
(1981–2ª ed.1998), se prolonga por diversos poemarios, hasta culminar
en “Juego Terrible” (2002). No obstante, sorprende al conocedor
de su lírica, en otros poemas, algunos pertenecientes a libros inéditos
y otros aparecidos en diversas publicaciones especializadas del país y
del exterior. Dentro
de la línea que se podría llamar esotérica, poemas de la obra inédita
“La Diosa”, surgen como mensajes de otras dimensiones frente al
drama que inexorablemente todos debemos atravesar cuando nos llegue el
final. Los
poemas de este libro encierran una voz atemporal, como venida de otras
escalas espaciales, como si el pasado misterioso de los dioses extraños,
siguiera planeando sobre algunas almas que tal vez reencarnaron en un
milagro que no se puede develar con certeza. Y esas voces
llegan del fondo de los tiempos, con llama de luces y cristales,
especialmente en el poema “El Sueño” en el que la poetisa
invoca a la diosa Isis, emblemática deidad egipcia, con la que su espíritu
se sintió plenamente identificado. Y estas visiones oníricas se
proyectan hacia el futuro en la inmensidad cósmica de estos poemas. La
luz se presenta en múltiples manifestaciones que encarnan metáforas de
diverso simbolismo. Como ya se expresó, es fundamentalmente la
personificación del espíritu, pero la poetisa la encarna a través de
otros elementos para impartir más fuerza a su significado y dar más
calidad estética al poema: así la presenta como mariposa en “Memoria
de luz”, poema perteneciente a “Revelación”
(1972, editado en 2000) y la relaciona con seres irradiantes:
estrella, sol, para testimoniar su
presencia a través de los hitos temporales que atraviesa. Esta luz es un
rayo de estrella, o es un contrapuesto al polvo, en el poema “La Luz
en el polvo”: «La
luz azul en el polvo / no cesa de repicar. / Sopla dentro de los huesos /
como campana o compás. » (p. 124.
Y más adelante: «Obsesión de luz y polvo / en la noche sin
umbral. / Cantan los silfos secretos / en el ritmo circular. » Todo
el romance entrelaza ambos aspectos en su símbolo de opuestos: la
claridad impalpable y la oscuridad táctil del polvo, que, a la vez,
son representantes de lo elevado y lo bajo, del cielo y la tierra y
al fin, de la vida y la muerte. Concluye el poema con una exclamación
filosófica: «¡Alfa y única es la luz!» Este
juego de opuestos tiene otros aspectos simbólicos: el agua y el fuego,
con los que se representan dos elementos fundamentales del cosmos: «Concertada vengo rauda a tu vertiente / a plantar entre
tus aguas / fuego y germen.»
(p. 175). Relámpagos,
resplandores, estrellas, luceros, soles, son diferentes símbolos que
surgen en esta lírica y se entrelazan como una unidad indivisible con los
opuestos, tal como se consignó antes: «Soy relámpago y paloma
taciturna / donde el verbo entre la luz
se transfigura. » (p. 175) Hay
una conexión astral y esotérica en la poesía de Marta de Arévalo que
viene desde los momentos primigenios de la creación y se pone en
evidencia en esta Antología, enriquecida por las poesías que
permanecían inéditas. Esta relación se proyecta en diversos
puntos de contacto con divinidades de culturas ancestrales: el vínculo
con Isis – cuyo nombre fue su seudónimo en el comienzo de su actividad
literaria -, significa una raigambre muy íntima con el Egipto misterioso
de los faraones. Y
no es la única relación con lo esotérico. Dice en “Sacerdotisa de
Eros”: «Sacerdotisa de Eros / velada de enigma y sal. / El
cabello resguardado / por la luz desde el altar.»
(p.43) Así
conecta la anterior referencia a la luz, con este aspecto de la poesía,
pues el ocultismo y las creencias antiguas están estrechamente vinculadas
a la luz y a la oscuridad, según el simbolismo que se les atribuya. En
este caso, Eros es una divinidad griega del amor, con raíces muy
profundas en otras culturas. Y
volviendo al símbolo de la luz, se manifiesta
ampliamente en su poemario del año
2000 ”La luz en que vivo”, en el que Marta de Arévalo
juega con las oposiciones, recurso tan
querido y tan importante para ella. En “Luz”, parte del
mito del Minotauro: «Dual.
/ Minotauro ciego. / Con
estos dos adjetivos evidencia la oposición referida: El Minotauro es un
monstruo de las tinieblas que habita las profundidades del laberinto, por
lo tanto, es ciego a la luz. Y su símbolo fue transformado por Teseo, al
matarlo y al abrir el antro en que vivía a su proyección astral, por lo
tanto, luminosa. Es de notar,
la capacidad de síntesis que la autora manifiesta sólo con dos palabras:
“ciego” y “astral”. Este
contraste se refuerza en “Luz y Sombra”, poema del libro inédito
“Magia y plenitud de la luz”. Es el constante juego de los
opuestos de la vida. Todos somos un conjunto de luces y de sombras que se
alternan y que, según los
seres y las circunstancias, predomina en un aspecto o en el otro. No creo
que la presencia de uno solo de estos elementos sea absoluta.
Y este dualismo lo expresa la creadora con el ritmo ágil del
romance: «Cuando esta luz indómita / destila mieles adentro / me
deslumbra el esplendor / y en tinieblas me disperso.» ( p. 156) Luego
de consignar esta dualidad, que le hace sufrir, concluye el poema con una
exclamación y una pregunta: «¡Me
muero de sombra y luz! / ¿Qué astro fue tan perverso / que me legó este
destino / de ala y reja, flor y espectro?»( p. 156) Es
una de esas preguntas ontológicas que quedan flotando en el numen del
poeta. La
noche, amada deidad de nuestra creadora, está presente en forma
constante. Marta de Arévalo es un ser noctámbulo. Ama la noche porque en
ella revive, de ella toma fuente de inspiración y actividad y en ella se
sumerge como en una linfa vivificante, que otorga fuerza y alienta a su
obra. “Plenitud nocturna” es el título de uno de sus inéditos
y en él late toda esa hechizante vida envuelta en sones de grillos y
sombras extrahumanas. Un
hálito esotérico se desprende de esta poesía, que aparece como
conectado a los fondos de los tiempos, cuando sacerdotes y sacerdotisas,
dioses y diosas rendían extraños y a veces siniestros cultos de los que
apenas nos llegaron indicios. Casi todos relacionados con la noche. Las más
antiguas religiones de Babilonia, Sumeria, Egipto y otros mundos perdidos
en el tiempo, parecen haber tocado a la poetisa y remotos seres incorpóreos
le dictaron poemas que no siempre se explican por la razón. Esto los hace
misteriosos, a veces fascinantes, por el entretejido de las imágenes, los
símbolos y los conceptos, que flotan en un ámbito de irrealidad, que tal
vez se convierte en verdad a través del insondable abismo de los siglos.
Ella vive en el presente, pero parece conectada a ese extraordinario
tiempo que habrá existido en un lejano ayer. Por
eso invoca: «Aquella que
invocaste, sacerdotisa astral, / en milenios despierta estará para ti y
en ti. / Sabiamente vendrá, dulce, en la hora exacta. / Aquella que
invocaste, la del áureo perfil.» (p.3) Este
poema integra “La Madre de los Siglos” de 1982 y
ya su título nos sugiere el elemento temporal al que aludí antes.
Y en este aspecto, la luna cobra una importancia capital. No es el astro
romántico de los poetas que
lloraban bajo su fulgor. Es algo más misterioso y profundo. Es una
presencia constante y simbólica: la luz en la noche, el fanal que ilumina
las tinieblas y sonríe a las almas que la veneran en su altar misterioso.
No está fija: recorre el espacio en su órbita, pero también baja hasta
nosotros en el reflejo que nos la acerca: «Yace
la luna / en
el suelo / como gastado oropel.» (p.23) Tiene
una multitud de colores, más que de su clásico plateado: «Un ser
azul y estrellado / gira en luna de azafrán». ( p. 32. «Amapola
de la luna / canta plata de campanas.»(p.33) «Roja
luna solitaria / desafiadora de signos. / Crece púrpura y colmada / en
esperanza y martirio.» (p.14) «Era
una luna verde / a la orilla / de
un páramo de asombro.» (p.18) «El
ojo gris de la luna / traza sendas solitarias.»(p.7) Otras
variantes enriquecen el símbolo en cada una de sus expresiones y a su vez
le dan el viso de realidad auténtica, pues la luna adquiere todos estos
colores y formas, según su periplo y la latitud en que se halla quien la
observa. La luna también se
asocia a diversos sentimientos por medio de los cuales se la personifica: «La
luna asomó a la fuente / y
el agua la desvistió.» (p.10) «Tiene
la luna una llave, / hoz de cobre, llave intacta.» (p. 12) «Un
mar de luna en angustia / espectral y manifiesta.»(p.11) Otras
veces se le atribuyen entornos siniestros: «La
estirpe más antigua / de una luna escorpión.» (p.24) «Mordida
la espiga en luz de alacranes / me recuesto desolada / en la luna fantasma»
(18) «De
noche, lejana y sola / como abismo el ojo abierto»(p.15) En
esta yuxtaposición de sustantivos, subyace una carga evocativa del
antiguo Egipto, misterioso y a veces siniestro, con el símbolo sagrado
del escorpión, el que recorre las arenas del desierto y se vuelve
traicionero con su picadura mortal. La poetisa está sufriendo mucho e
intuye una revancha con la presencia de este símbolo tan siniestro y poco
habitual para la pacífica y sonriente luna de las noches plácidas. Su
opuesto son estas imágenes: «La
luz clara de esta luna / alumbra mi sombra intensa.» (p. 36) «La
luna de oro / sueña su nostalgia.» (p.22) «Miraba
mi alma la luna / y en su espejo reflejada / desolada, se encontró»
(23) Ya
más tranquila, asume con calma su dolor. La
luna sueña, ama, grita, está viva y late en las entrañas del espacio y
contagia su vitalidad misteriosa a Marta de Arévalo, brindándole la
fuente encantada de su belleza simbólica y espiritual Los
ojos, como símbolo de lo infinito, son uno de los aspectos más
personales de esta lírica. Representación del Universo y hasta similares
al signo matemático del infinito, los ojos son fuente de inspiración poética
al punto que en dos de sus libros los incluye en el título: “Ojo de
leopardo” (1981) y “Con ojos de fantasma” (1972, editado
en 2000) Este símbolo se manifiesta de diversas formas: «En
el ojo dilatado de lo arcano / se revela la espiral de los milagros.» (p
175) En
este caso el ojo da idea de infinitud y es, a su vez, recipiente de los
secretos cósmicos, manifestados a través de la espiral, otro aspecto que
nos recuerda que las galaxias se presentan en espiral flotando en el
espacio. Esta relación con los milagros es una síntesis de la asombrosa
revelación de este mundo alucinante de espacio, universo y estrellas. Los
ojos no solamente tienen caudal simbólico, sino que también se los
presenta en su sentido más recto y humano:
«Cuando
mis ojos se abrieron a la vida» (p. 179) Y
podemos seguir con otras impresiones metafóricas: ojos como espejos y
trasmisores de luz: «Cuando
no espejean los ojos sombríos / su luz en otros ojos.» (p. 189) «Pupila
de un fuego / que me nombra.» (p.62) «Con
el rostro que callaron los profetas /
con los ojos con que alumbra / sol y abismo.» ( p. 190) «Si
el perpetuo destello de tu ojo insondable / me tapia los ojos humanos.»
( p. 254) En
este caso es un cruce de sensaciones: “el ojo insondable”, es
el simbólico que detiene la luz a “los ojos humanos”. En
todo este mundo alucinante de luces y sombras, de espacios infinitos y límites
terrestres de la vida, en que dioses y símbolos se entrecruzan para dar
un soplo de arte, de belleza y a la vez de inquietante permanencia en un
espacio tambaleante de vida y de muerte, la profundidad de la poesía
busca reflejar aspectos ínclitos del espíritu difícilmente expresables
con palabras, a menos que estas estén imbuidas por el soplo del arte, de
la poesía. Sólo así se puede llegar a cumbres cósmicas con el
sufrimiento del poeta para expresar estas singulares sensaciones y por
ello, Marta de Arévalo resume su experiencia espacial en estos versos:
«Gota
a gota exprimo mi luz / y de un sorbo amargo / me bebo el cielo.»
(p.184) o0o “Poesía
de Rosario” (Revista Internacional de Poesía) Nº 12, Rosario,
Argentina, 2003, Escribe el poeta y crítico Héctor Roberto Paruzzo.(argentino)
(¿?
+ 2005) ‘Un
día el correo del Uruguay me trajo un poemario intitulado “Mirar lo que está lejos”, publicado por el Grupo de los 9,
en el cual esos poetas celebraron 20 años de esfuerzo literario... Me
percaté que esta entrega tenía un significado especial. porque el libro
llevaba la dedicatoria de Marta de Arévalo en nombre
del grupo, y en él consignó los poemas de su juventud’.
Así
nos comenta Fredo Arias de la
Canal, recopilador y prologuista de esta nueva publicación del Frente
de Afirmación Hispanista, de México, de la que es director, y que nos ha
hecho llegar un ejemplar para nuestra revista “Poesía de Rosario”. Pero
antes presentaré a la poeta, Marta de Arévalo, para lo que tomaré,
justamente, la reseña biobibliográfica que figura en el citado libro “Mirar lo que está lejos” (1998): ‘Con
28 títulos publicados, y varias veces laureada por el Ministerio de
Educación y Cultura, su obra se difunde en antologías y publicaciones de
Hispanoamérica, EE.UU. y Europa y abarca los géneros de poesía, cuento
y ensayo breve, así como poesía, cuentos, canciones y teatro para niños
y jóvenes. Sus poemas aparecen dominicalmente desde 1983 en su columna:
“Poemas Clasificados”, del diario el País, Montevideo. Es editora de
la revista “BLANCO, Arte y Cultura” y “Lunita de Papel”,
literatura infantil ilustrada”. Desde 1988 dirige un Taller Poético. La
obra de la autora ha merecido la atención de la prensa nacional e
internacional. Su nombre y / o su trayectoria aparecen en “Biografía de
intelectuales uruguayos”; “Almanaque mundial”, Panamá;
“Diccionario bibliográfico de la mujer en el Uruguay”; "Los
barrios de Montevideo”, Colección de Monografías, obra que edita la
Intendencia Municipal de Montevideo; “Agentes culturales”, edición
del Ministerio de Educación y Cultura, “Historia del Uruguay” (1995);
“Muestra de Literatura Uruguaya”, Montevideo 1997; “Quién es Quién
en Uruguay”, Editorial Panamericana. En 1995 apareció en España la
cuarta edición de su libro “Avisos varios”. Dado
el espacio, haré un muy sucinto comentario de la poesía de esta “Antología
de la Poesía Cósmica de Marta de Arévalo”, y que Fredo Arias
divide en secciones de acuerdo a una determinada simbología arquetípica
psicológica establecida por él en el estudio preliminar con el título ‘De
la sed a la alucinación’. En cambio, me ceñiré pura y
exclusivamente al mensaje poético. Con
un contenido evidentemente de tipo simbólico hermético, con alusión a
ritos iniciáticos dentro del espacio de lo hierático, lo cual no es
sorprender dado que uno de los seudónimos de Marta de Arévalo es el de ‘Isis’. Pero, al margen de esta significación que enriquece
el texto, el lector puede disfrutar de lo puramente poético en sí mismo. En
ese sentido la poesía de la poeta uruguaya tiene una raigambre hondamente
hispánica. Ejemplarmente
‘cósmica’ en todo el sentido de este término que ostenta la colección
que viene editando “Norte" (nosotros
hemos comentado en estas páginas varios de los títulos), dado que es
una poesía que canta a todos los elementos del universo cuyo centro es el
ser humano, citaré como cierre a esta escueta reseña “Canto a la
palabra”: “Canto
a la palabra. / A la esencia misteriosa /
que trasciende en el lenguaje / su perfección ritual. / Que nombra
lo abstracto y lo tangible / el pan y la aventura / la mano y la tristeza
/ los siglos y el segundo / el vacío y la gloria / el odio y la paz. //
Canto a la palabra. / Amo su intangible contorno / radiante en nosotros./
Omnipresente en todo. / La palabra minúscula y enorme / que dice niño,
átomo, amistad.// La enérgica y tajante / que pronuncia: ¡Dignidad! /
La sonora y majestuosa / de la música del
verso / y la verdad./ La palabra sinuosa de la luz etérea / en metafísica
genial. // Canto a la palabra
prodigiosa /
-milagro cultural- / que abre los caminos /
de mí hacia los hombres / del hombre al hombre /
del hombre al universo / del universo al alma. //
Canto a la palabra / -Concreción sin par de espíritu y materia- /
porque amo / su sapiente claridad. //
La amo / porque canta en su fuego transparente /
el cósmico latido de Dios.” Creo
que este poema sintetiza de algún modo la “Poesía
Cósmica de Marta de Arévalo”. o0o Carta
del poeta puertoriqueño José Manuel Solá respondiendo a la invitación
para al acto literario
Puerto
Rico, 28 de julio 2003 Marta
de Arévalo, poeta: Montevideo, Uruguay. Acabo
de recibir la invitación para la presentación del libro “Antología de
la Poesía Cósmica de Marta de Arévalo” que se llevará acabo el día
8 de agosto (2003) en el Ateneo de Montevideo. Demás está decirle que
nada me llenaría más de felicidad que el poder estar esa noche a su lado
en la docta casa, en esa patria suya que con tantos y tan dulces recuerdos
me traje una vez en la memoria. Usted,
Marta de Arévalo es una de las voces más relevantes de la lírica
hispanoamericana. Pienso que su voz no obedece a generaciones pues la poesía,
cuando es auténtica- como lo es la suya- trasciende esas innecesarias
guardarrayas en las que ocasional y tribalmente se encierran algunos
grupos. Es la suya voz recia que conmueve y provoca, que rompe los límites
de la angustia existencial y del dolor humano y se transmuta en un ala de
fuego alborozado. Esta
antología, que tuve el honor de tener en mis manos temprano en abril de
este año y que recoge lo mejor de su producción literaria, constituye
uno de los más grandes aciertos del Frente de Afirmación Hispanista y
del excelente don Fredo Arias de la Canal. Podría afirmar sin temor a
equivocarme que la misma es en cierta medida un homenaje a la poesía
uruguaya contemporánea por medio de su persona. Naturalmente,
la geografía me impide estar físicamente a su lado esta noche. Pero el
corazón, que tiene alas, reta esa geografía que en apariencia nos separa
y venciendo distancias se va por las montañas infinitas de la América
nuestra y esta noche del 8 de agosto se hará presencia en algún rincón
de la sala, se hará presente en el aplauso de sus
compatriotas y estará en el invisible pero cierto abrazo fraterno
que desde esta isla le envío. Atentamente. José
Manuel Solá. o0o La
ONDA digital- Revista de reflexión
y análisis. Nº 153 (16-9-03 a 22-9-03) Escribe la poetisa y ensayista
Julia Galemire. (uruguaya) (Esta
publicación no aparece más) Presenta
antología poética de Marta de Arévalo en México. “Marta
de Arévalo no es sólo una destacada poetisa, sino también una auténtica
mujer de la cultura. En lo primero porque su creación en los territorios
de la poesía, le ha
permitido publicar unos treinta libros o más, lo que habla elocuentemente
de una intensa vocación y una fecundad poco frecuente en nuestro medio.
En lo segundo, porque Marta ha publicado una revista, B.L.A.N.C.O., que le
ha permitido con generosidad, dar a conocer en sus páginas, autores
nuevos. Como editora de libros, su política ha sido consecuentemente, la
de hacer conocer a poetas y narradores que por razones varias, no han
podido llegar al gran público. Su
labor, en distintos ámbitos, ha sido intensa, su nombre es reconocido en
el país y en el extranjero. Prueba de ello, es esta edición de
“Antología de la poesía cósmica de Marta de Arévalo” que ha visto
la luz en México con el sello del Frente de Afirmación Hispanista A.C.,
y, cuyo autor es Fredo Arias de la Canal que, cumple en aquel país y por
medio de esa institución, una intensa y elogiable tarea de difusión de
escritores de nuestro continente. El
libro recoge poemas y en el prólogo de Arias de la Canal, este nos
informa que ha dividido la obra en dos
partes, que consideramos igualmente sustanciosas. “En la primera parte
– nos dice- presentaremos una serie de poemas donde aparece la luna como
arquetipo principal. En la segunda parte consignaremos el resto de los
ejemplos cósmicos.” (...)
En
la oportunidad, ofrecemos a nuestros lectores, dos poemas de Marta de Arévalo,
que nos permitirán evaluar en su verdadera dimensión la calidad de la
creación de esta poetisa y que, refleja la visión
cósmica de la vida y del mundo de su autora: “OCRES” “Silenciosa se posa la tarde / en dormido
abandono del sol. / Amargo un clavel moribundo / desata una luz misteriosa
/ en esencia y fulgor.// Anda un luto sutil en el aire. / La sinfonía del
ocre / en las cosas / toda alma acrecienta./ De los ojos se adueña. // Mi
fantasma / -luz pausada en la piel- / calla y sueña”. “SUEÑO
SOLA” “Sueño desde este
polvo / con que hoy me visto / a que recién estreno / los caminos.// Mas
yo sé / que era / desde siempre mi luz / en una piel etérea.// Sueño
a ser el sueño / y me sé muerta. / Muerta de aquella luz / que
hace siglos de amapola / me señalaba el camino / hasta tu puerta.// Sueño
sola / rastreando los luceros / que me señalen la vuelta.” |
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