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Este es un desierto
de lobos solos
que vagabundeamos
entre computadoras
y cactus de neón
aullando música tecno,
tratando de no asumir
que somos lobos solos.
Los más pudientes
nos drogamos con angustia
pero la nombramos
de varios modos más elegantes
(los más pobres se drogan
con pasta base de angustia y carecen
del vocabulario que les permita
nombrar correctamente nada
del mundo que se les concede
ni del que les es negado).
Vivimos
la más barroca perversión
del futuro decente que estaba
al alcance de las manos
hace algo menos
de cuatro décadas.
Vendimos a Jesús.
El Sanedrín nos pagó con un gran cheque sin fondos.
No nos importó.
Ni siquiera tuvimos
el buen gusto de ahorcarnos. |
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