Trinidad |
La primera persona de la diosa se llama Adrenalina. Miedo de esto, de aquello y de lo otro. Prisa y presiones. Y esa cosa terrible en todo el cuerpo que lo pone en tensión y parece quererlo destrozar, estar por destrozarlo. La segunda persona es la Inercia, aunque no parece. Porque aunque todo se muestre cambiante, vertiginoso, las más veces quedamos fijos mientras todo pasa, o si nos movemos es por obra y gracia de la corriente que nos lleva. La persona menor es la Anestesia. Un piadoso aturdimiento que toma en sus manos nuestro dolor - por un rato aunque sea - para que, sin esa grande alarma y defensa que es la conciencia del estar sufriendo, caigamos mejor en poder de las dos primeras personas de la diosa. |
Ni para hoguera
Juan de Marsilio
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