El
tiempo, la extensión, la eternidad |
Dios no juega al yo – yo ni a los dados ni mucho menos a mofarse de nosotros: todo esto tiene que tener un sentido que lo vuelva válido y hasta incluso hermoso, como esa muerte que el dulce viejo de la barba gris nos decía que no es como pensamos y seguramente mucho más feliz y afortunada. Confiemos y porfiemos: que hasta incluso si Dios se gastara su tiempo – que no se lo gasta – en jugar al yo – yo o a los dados, nosotros no tenemos por qué seguirle el juego. |
Juan de Marsilio
El
tiempo, la extensión, la eternidad
o
El enorme yo - yo
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