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Sin embargo a veces
sigue habiendo quien
empuña la azada,
el martillo,
el bisturí,
el incensario
y también el fusil
(¿qué le vamos a hacer?
somos bichos violentos
todavía)
en pro del semejante.
(Y también hay
los que se estrujan los sesos
tratando de discernir
cuál retorcida especie de egoísmo,
cuál refinado modo de vanidad
los lleva a fingir la entrega
con tanta perfección.)
Yo apuesto
las pocas monedas de fe de que dispongo
a que Dios ayudará
al aumento de los primeros
y la mengua de los segundos.
Amén. |
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