Quisiera
que no te llamases
a engaño o confusión:
el hecho de que no te odie
no implica que no esté odiando
desde el fondo de mis tripas
– es decir,
visceralmente –
muchos de tus actos
y cualidades
– que aunque insistas
en tenerlos
por deslices
y defectos,
son, las más de las veces,
crímenes y vicios.
De lo anterior se sigue
que harías bien en no sentirte odiado
pero bastante mal
en sentirte tranquilo a mi respecto.