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Gandhi
exhortaba a los indios a hilar
para que no dependieran, para vestirse,
de las grandes fábricas
textiles inglesas
– que hilaban y tejían algodón
procedente de India.
Ahora,
mientras escribo estas líneas
– sentado en un banco
en el pasillo de un Shopping Center –
mi mujer y mi hija
están en un local
revolviendo extasiadas
vestidos de la India,
“baratíiisimos”
– porque más baratísimo
es el jornal
de los obreros textiles
en India.
En India,
que es ahora un coloso económico,
donde sólo unos pocos trasnochados
siguen hilando con rueca de mano
en memoria del Maestro
– aunque muchos millones
se sigan muriendo de hambre
porque algunas cosas cambian
y otras sólo empeoran
en este mundo puto que habitamos. |
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