“Amarás a tus enemigos”.
Sabio mandato me diste,
mi buen Señor,
porque pusiste juntos amor y enemistad,
de modo que pueda yo,
para defenderme
o cuidar de mi hermano,
matar al lobo del hombre,
sólo que sin gozar con la faena
ni guardarle al pobre
ni gota de rencor.