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Como ya está dicho,
ellos no
disfrutan tanto
el aroma a limones
ni otras cosas así de sencillas
– y dificilísimas
de apreciar en su enorme valor.
Ellos
poseen
otras cosas costosas
que los distraen y que a veces,
en algún desvarío,
les envidiamos.
Nos bastaría
con tenerles lástima
si no fuera
que para pagar sus lujos
le roban
a otros hermanos.
Algo tendremos
que hacer para que esto cambie.
Nos lo reclaman
la mucha miseria de nuestros hermanos
y el nunca bien atendido
olor de los limones. |
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