Jamás la cáscara,
ciertamente vistosa,
de la pasión
ni mucho menos su máscara,
cosmética y sin riesgo.
Siempre
su misma médula,
que ni pasión les parece
a los muchos imbéciles
que van por allí jactándose
de lo que saben sobre la pasión
– pero no saben ni medio,
qué van a saber,
esos.